En el Canal de Panamá se les llama «las mulas» a las locomotoras de la década del 30 que, por su capacidad, podrían mover un barco de un océano a otro. Una de ellas era prácticamente una reliquia en la División Salvador hasta que los trabajadores de la Carrocería Portales decidieron restaurarla y la convirtieron en una joya ingenieril que combina historia con nueva tecnología.
El mayor desafío respecto a esta iniciativa fue reacondicionar el sistema electrónico de la máquina. A pesar de esta complejidad, se logró actualizar la máquina, incorporándole un Controlador Lógico Programable (PLC), computadora que permite la automatización del tren, además de transductores de corriente.
El proyecto dio una segunda vida a una locomotora histórica al transformarla en una herramienta productiva y, de paso, generó un ahorro considerable ya que el costo de arreglarlo de forma externa era cuatro veces más que el valor de hacerlo en la división, contribuyendo al refuerzo del tratamiento sostenible de los equipos.
«Con nuestro conocimiento y las herramientas disponibles restauramos y mejoramos la máquina, además de ahorrar costos», indicó Wilson Rivero, Mantenedor calificado del taller de Carrocería Portales, uno de los ejecutores de la restauración.