Nuevas organizaciones sindicales agitan el mundo minero

Jul 11, 2016

Pretenden desde impedir despidos hasta ir a la negociación por rama y a la renacionalización del cobre. Señalan que están "dispuestos a ocupar todos los medios de fuerza y presión". En La Moneda siguen de cerca estos movimientos.

(El Mercurio) Más de trescientos invitados nacionales e internacionales. Siete buses. Autoridades, ejecutivos, trabajadores. Todos ellos quedaron varados en el desierto de Atacama el pasado 7 de abril, cuando tres personas en dos camionetas mineras bloquearon un camino público a la mayor faena de cobre del mundo, Escondida, justo cuando la empresa celebraba sus 25 años de vida.

Bajo la mirada de carabineros y altos personeros de Gobierno, que veían cómo se quemaban neumáticos y se presentaba un petitorio con diverso tipo de demandas, el momento fue fotografiado profusamente y las imágenes de la manifestación se subieron casi instantáneamente a las redes sociales. La autoría de la acción se la atribuyó el Frente de Trabajadores Mineros, una debutante organización sindical que dice agrupar a trabajadores contratistas y de planta de grandes mineras de la Segunda Región.

Este Frente de Trabajadores Mineros se conformó recién en abril de este año y pretende alcanzar presencia nacional. Una de sus últimas acciones fue concurrir a las oficinas del Consejo Minero en Santiago para presentar un petitorio muy similar al lanzado en abril en Escondida.

Las nacientes entidades sindicales

El Frente Minero no es el único grupo nuevo. Conforme cae el precio del cobre, aumentan las entidades sindicales, muchas de ellas ligadas a los contratistas, que desde 2007 buscan igualar con los trabajadores de planta las condiciones en que se desempeñan, siendo clave para ello los llamados Acuerdo-Marco, uno firmado en 2007 con Codelco (y renegociado parcialmente en 2015) y otro en 2014 con Anglo American.

En noviembre de 2014 surgió la Federación Minera del Norte (Feminort), presidida por Eugenio Valenzuela, que agrupa a trabajadores contratistas de Collahuasi y que hace cuatro meses se tomaron por cuatro horas los caminos a la faena.

En 2015, los trabajadores contratistas descontentos con la última negociación con Codelco formaron el Frente Nelson Quichillao, en honor al trabajador fallecido en las inmediaciones de la división Salvador alcanzado por un disparo de carabineros, dirigido por el ex presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) Cristián Cuevas.

Este dirigente renunció a su militancia comunista tras la muerte de Quichillao y está en una abierta disputa con el actual timonel de la CTC, Manuel Ahumada (ver recuadro). El Frente Nelson Quichillao concurrió a mediados de junio a las oficinas de Antofagasta Minerals, en Apoquindo 4001, para entregar un documento de negociación de un acuerdo marco para los contratistas. Han repetido esta acción en otras firmas del grupo -Los Pelambres y Centinela- y también en otras mineras, como Anglo American, explica Cristián Cuevas.

José Mardones, presidente de la CUT de Calama y director nacional de la CTC, señala que el objetivo de las nuevas movilizaciones es defender los logros de los trabajadores cuando las empresas realizan severos ajustes amparándose en la baja del precio del cobre.

En la estatal Codelco, la política de ajuste del presidente ejecutivo, Nelson Pizarro, tensionó internamente a algunas organizaciones sindicales de dotación propia, que en Chuquicamata formaron el Comando de Trabajadores Unidos (CTU). Esta entidad ha estado detrás de acciones de fuerza en el otrora mayor yacimiento de Codelco y su bandera de lucha es igualar los derechos de los trabajadores nuevos, con menores sueldos y beneficios más acordes al mercado, con los de los «viejos mineros», que tienen mayores remuneraciones y prestaciones. Los líderes más visibles de la CTU son Héctor y Rolando Milla, dirigentes del sindicato N° 3 de Chuqui; Liliana Ugarte, presidenta del sindicato 2 de esa división, y Miguel Véliz, su ex presidente, despedido en marzo de este año por Codelco y que demandó a la estatal por este hecho.

Y esta semana se formó una nueva organización. Los días 1 y 2 de julio, en Bahía Inglesa (Región de Atacama) se reunieron 23 dirigentes sindicales de la minería estatal y privada para crear la Unión de Sindicatos Mineros de Chile. En el comunicado emitido por la entidad postulan la renacionalización del cobre, la negociación por rama productiva, una ley corta minera referida a accidentes laborales y enfermedades profesionales, entre otras cosas.

Pero hay un párrafo en la declaración que encendió las alarmas en las empresas: «Estamos dispuestos a ocupar todos los medios de fuerza y presión, necesarios y posibles, para frenar los despidos, los recortes de beneficios y el abuso empresarial». El documento concluye con la siguiente advertencia: «Si les duele a los trabajadores, de la misma forma les dolerá a los empresarios explotadores, en donde más lo sienten, en sus bolsillos».

Reuniones en el Consejo Minero y con subsecretario Aleuy

Los equipos técnicos del Consejo Minero, que agrupa a las grandes compañías de la industria, han tratado el tema. Este rearme sindical les preocupa por varias razones. La principal: el mal momento de la industria.

«Hoy, la minería en Chile no se puede permitir lujos, estamos en una economía de austeridad extrema y obligada, no es tiempo de bonos o beneficios como los que vimos durante el período de precios altos. No hay espacio para gastar más, menos en bonos perseguidos por organizaciones de dudosa representatividad y desconocida legitimidad. En este sentido, me parece que Codelco está dando señales muy potentes de realismo y seriedad», sostiene el presidente ejecutivo del Consejo Minero, Joaquín Villarino.

El ejecutivo explica que «en el sector minero existen nuevas organizaciones de trabajadores cuya representatividad es un misterio, no están constituidas legalmente, carecen de personalidad jurídica y buscan su reconocimiento por vías de hecho, por la fuerza».

En contraposición, acota Villarino, «existe un sinnúmero de sindicatos bien constituidos, con una representatividad conocida y que tanto las empresas como el sector consideran interlocutores válidos, cada uno en su ámbito».

Otra razón de inquietud, resume un ejecutivo de una empresa de capital extranjero, es que «son reivindicaciones ambiciosas y, por lo mismo, poco realistas y con claro énfasis político. Por ejemplo, la renacionalización del cobre es difícil plantearla cuando el 70% de la producción del país viene de las empresas privadas y, por lo mismo, claramente tiene un trasfondo electoral».

Tema aparte es el uso de la violencia, que se puso de manifiesto en la negociación de agosto de 2015 entre CTC y Codelco, que terminó con la muerte del trabajador Nelson Quichillao, así como también en la «toma» del edificio de Anglo American, en Providencia, en 2014.

El 16 de mayo de este año, el vicepresidente de Anglo, Felipe Purcell, se reunió con el subsecretario del Interior Mahmud Aleuy. Aunque la compañía minera no quiso referirse a esta reunión, trascendió de parte de los sindicatos que la cita era para solicitar al Gobierno una actitud más firme si los trabajadores contratistas intentan ocupar las faenas de Anglo American otra vez.

«Nos preocupa el uso de la violencia de parte de algunos trabajadores y el uso de la fuerza sistemático de unas pocas agrupaciones», dice Villarino, quien agrega: «Respecto a ellas, desde hace años hemos solicitado al Gobierno que haga respetar el Estado de Derecho, y debo reconocer que la actual Subsecretaría del Interior ha hecho un esfuerzo importante en ese sentido».

Codelco, por su parte, mantiene al Ejecutivo informado del carácter de las nuevas organizaciones, así como de los movimientos de los contratistas de Ventanas, liderados por Julio Fonseca, y de El Teniente, con Néstor Chávez y Jorge Peña.

Otro factor que llama la atención de los nuevos movimientos es su gran uso y conocimiento de las redes sociales y de los medios de comunicación.

Además de destacar que las organizaciones usan profusamente Facebook y Twitter, un gerente de asuntos públicos de una gran minera resalta el alto profesionalismo de sus videos e imágenes: «Cada toma de caminos o de accesos, cada marcha, cada petitorio, se registra y se sube a internet, pero con trabajo de edición y contenidos de factura profesional».

Sindicatos formales: la violencia es el límite

En el sector minero, muchos dirigentes sindicales formales ven con preocupación el surgimiento de estas entidades. La Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), que agrupa a todos los sindicatos de Codelco, ya se lanzó contra la CTC el año pasado, al afirmar que «a esta organización, cada vez menos convocante, la mueven intereses mezquinos».

Patricio Elgueta, presidente del sindicato de trabajadores N° 6 de Salvador de Codelco, explica que si bien con las nuevas organizaciones comparte «el objetivo de velar por los derechos de los trabajadores, hay algunos aspectos con los que no estoy de acuerdo, como el excesivo protagonismo de algunos dirigentes, como el propio Cristián Cuevas, y el uso político del movimiento sindical». Ejemplifica con que incluso hubo peleas entre diversas facciones de los trabajadores externalizados sobre quién se apropiaba del nombre «Nelson Quichillao» para su propio movimiento. «Él (Nelson Quichillao) era un trabajador que buscaba mejorar su vida y la de su familia y murió defendiendo eso… es feo pelearse por una marca», afirma Elgueta.

Waldo Gómez, dirigente de Potrerillos y consejero de la FTC, admite que por la negociación de los contratistas el año pasado se produjeron distintos roces entre la dotación propia de Codelco y el personal externalizado, pero que ambos grupos han intentado ahora «convivir en forma respetuosa, porque al final todos queremos lo mismo», añade este dirigente de Codelco.

Sin embargo, precisa que el límite, por lo menos para los trabajadores contratados por la estatal, «son los hechos de violencia» porque «esa es nuestra fuente de trabajo y si se dañan las instalaciones o los equipos o se pone en peligro a otros trabajadores, nos estamos haciendo daño nosotros mismos».

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