Crisis lleva a 203 pequeños mineros a cerrar y otros 200 podrían correr la misma suerte

Feb 15, 2016

Entre diciembre de 2014 y diciembre del 2015, los pequeños mineros proveedores de Enami disminuyeron de 1.131 a 928. Esta situación ha generado la pérdida de entre 1.400 y 1.600 empleos.

(El Mercurio) Aunque la baja de calificación de riesgo de Codelco por parte de Standards & Poor’s acaparó esta semana los titulares, la crisis del cobre ha cobrado muchas más víctimas y más silenciosamente. «Los pequeños y medianos mineros son los más sensibles al precio y, cuando este baja, su producción también se reduce, mientras que en la gran minería eso demora mucho más», sostiene el vicepresidente ejecutivo de Enami, Jaime Pérez de Arce.

Las principales víctimas de la crisis del cobre son los mineros chicos, sostiene. «Entre diciembre de 2014 y diciembre del 2015, los pequeños mineros proveedores de Enami disminuyeron de 1.131 a 928, es decir, hay 203 productores menos», detalla el ejecutivo.

El precio del cobre en lo que va de este año, que promedia US$ 2,04 por libra, ha activado las alertas del sector, pero Pérez de Arce dice que sus cálculos indican que la cotización va a recuperarse levemente en el resto del año y que llegará a un precio promedio de US$ 2,15 por libra.

Patricio Céspedes, vicepresidente de Sonami, comenta que si el cobre se mantiene en torno a los US$ 2 por libra, otras 200 faenas adicionales podrían salir del mercado.

En términos de empleo, según las asociaciones mineras, el cierre de faenas ha redundado en unos 1.600 empleos directos menos, dado que en promedio una mina pequeña da trabajo a ocho personas. El vicepresidente de Sonami, Patricio Céspedes tiene estimaciones algo menores: señala que las paralizaciones de faenas significaron 1.400 puestos de trabajo menos en un año.

En la mediana minería aún no hay cierres y Enami anuncia que tomará medidas para que no los haya porque su impacto económico es mayor. «Una mediana minera emplea a cientos de personas, dinamiza la economía de todo un pueblo, que vive de esa empresa. Cerrar una mediana minera es una catástrofe», resume Pérez de Arce.

Esta crisis es fuerte en Atacama y Coquimbo. En Copiapó, por ejemplo, hay 220 camiones mineros detenidos a la espera de un precio más alto que reactive el sector. En pueblos como Inca de Oro -100 km al noreste de Copiapó- se han cerrado seis de 25 faenas y en Tierra Amarilla, 12 de 40 corrieron la misma suerte. Más al norte, en Taltal, 10 piques cerraron de un total de 50.

Pequeños mineros tienen costos más altos

El vicepresidente de Enami espera que con la nueva política de sustentación de precios, más mineros pequeños y medianos puedan resistir hasta que la cotización del cobre mejore.

Enami realiza su labor de fomento a la actividad a través del llamado «precio de sustentación», que es una ayuda temporal para solventar la diferencia entre lo que le cuesta a un productor extraer su mineral y el precio de venta del mercado. El drama de los productores de menor tamaño es que tienen costos de producción más altos que el valor al que se vende el cobre. Mientras que a un pequeño minero extraer el mineral le cuesta entre US$ 2,80 a US$ 3 por libra (cifras a 2015), un mediano tiene costos de US$ 2,4 a US$ 2,5. Y el metal rojo promedia en lo que va del año una cotización de US$ 2,04 por libra, una baja de 4%.

En 2015 Enami entregó un precio de sustentación de US$ 30 centavos por libra a los pequeños productores, que supuso para la empresa un desembolso total de US$ 21,4 millones y que serán devueltos a la compañía estatal por el Ministerio de Hacienda este año. Esta ayuda en 2016 se amplió a 40,9 centavos de dólar.

Para los medianos, el apoyo es de 10 centavos de dólar por libra, pero el directorio de la estatal aprobó para este año otros 10 centavos de dólar adicionales como créditos de emergencia, los que se entregan poniendo garantías reales de parte de estas empresas.

Ya el año pasado entregó préstamos. A diciembre de 2015 sumaban más de US$ 11 millones aportados por Enami en créditos de apoyo, sustentación y renegociaciones para siete medianas mineras: Las Cenizas (Cabildo y Las Luces), La Patagua, Minera Talcuna, Compañía Minera San Gerónimo, Tambillos, Minera Cerro Negro y Nutram.

Según el vicepresidente de Enami, la crisis puede ser una oportunidad para buscar eficiencias. En concreto, la minera busca abrir un poder de compra y contar con una planta para procesar oro en Rancagua, considerando que este metal no ha bajado tanto de precio. Y, en los próximos años, quiere ampliar su espectro de acción y aprovechar la inversión de US$ 450 millones que debe hacer en Paipote -para cumplir con las nuevas normas ambientales- para poder procesar allí no solo cobre, oro o plata, sino que también 23 minerales distintos. Pérez de Arce calcula que ello podría generar ingresos adicionales por US$ 65 millones.

Tierra Amarilla: la mitad de las minas cerraron

Luciano Pinto es minero de toda la vida. No revela su edad, pero dice que tiene muchos años y que casi todos ellos los ha dedicado a sacar cobre en Tierra Amarilla, en pleno desierto de Atacama. Su zona de extracción se ubica en el sector de Las Pintadas, donde se presenta un resumen de la crisis que vive la pequeña minería a nivel nacional.

En la zona de Tierra Amarilla había por lo menos treinta faenas, pero deben quedar unas quince, señala.

«Y aquí en este sector (Las Pintadas) desaparecieron cuatro faenas de cuatro. Yo también tuve que parar», afirma Pinto, quien cree que la caída del precio del cobre es solo un ingrediente más de una crisis que se venía arrastrando desde hace más de un año, cuando el aluvión que afectó a la Región de Atacama hizo que muchos pequeños yacimientos se inundaran, con lo cual hubo una millonaria perdida de equipos.

El mismo panorama se repite en otros distritos mineros. Eduardo Catalano, presidente de la Asociación Minera de Copiapó, asegura que en todo el norte se han cerrado al menos 200 faenas entre 2015 y lo que va de 2016 (cifras que concuerdan con las magnitudes que informa Enami), lo que tiene un efecto importante sobre el empleo en estas comunas. En promedio, cada pequeño yacimiento minero ocupa a ocho personas, que son las especialidades básicas de la pequeña minería: un perforista, un ayudante de perforista, un maquinista, un operador de máquina scoop , un marino (encargado de la limpieza), un compresorista y un cocinero, más el dueño de la mina. Estas personas, dice Catalano, tienen un grado de especialización que les hace difícil derivar hacia otras actividades, como la agricultura o la construcción.

Esta alta especificidad del trabajo de la minería acrecienta el problema social que genera la caída del cobre: «El trabajador de nosotros es minero, es una actividad muy específica, es un tipo de hombre con una psicología muy especial, que el Estado debería cuidar».

Lo mismo ocurre, dice, con los pequeños empresarios de la minería: «la persona que vive de su mina propia no tiene cómo hacerle el quite a la crisis, no trabaja apatronado, lo único que puede hacer es cambiarse de mina o irse al oro, que es más escaso», señala.
José Araya, de la zona de Inca de Oro, en la comuna de Diego de Almagro (Atacama), señala que en ese sector la situación también es delicada y que hay seis faenas que ya cerraron, de un total de veinticinco: «en la pequeña minería lo que hay son pymes familiares, entonces es muy difícil ajustarse despidiendo gente, porque despedir a una persona es echar a un familiar», afirma. A su juicio, a partir de marzo la situación se volverá más difícil, porque a ese mes comienza el retorno de las personas que migraron a los valles para trabajar en la cosecha de uva y que, por ahora, han sido el sustento de algunas familias.

Cierre de mineras afecta a transporte y comercio

El frenazo de la pequeña minería tiene un efecto multiplicador en otras actividades de la zona. Por cada puesto de trabajo directo, la minería genera otros tres indirectos. El transporte es una de las actividades que más se han resentido con el bajón de la actividad minera: si hasta antes de 2013 cada camión realizaba diez viajes entre las faenas y las plantas de acopio, ahora realiza como máximo tres.

Según el presidente de la Corporación para el Desarrollo de la Región de Atacama (Corproa), Daniel Llorente, la caída del cobre ha cambiado el panorama para prácticamente todas las actividades económicas de la región: «en construcción, tenemos un solo proyecto en Copiapó, no se están haciendo viviendas, los vuelos han bajado y, lo que es peor, la clase media vinculada con la actividad minera está migrando a otras regiones», dice el dirigente.

Patricio Céspedes también advierte sobre el efecto de la crisis minera sobre las economías locales en su conjunto: «No hay que olvidar que la pequeña minería desarrolla su actividad en zonas donde no hay otra actividad productiva relevante, por lo tanto el impacto es significativo en estas comunidades, especialmente por el empleo indirecto y los encadenamientos que genera (…) este efecto se ve en las ciudades y localidades del norte como Diego de Almagro, Inca de Oro, Tal Tal, Tocopilla, Freirina, Domeyko, Vallenar e Illapel».

Mineros piden acelerar pagos

Los mineros valoran el apoyo que les presta la Enami. Sin embargo, creen que hay cosas que se podrían hacer mejor para sortear este momento de bajos precios. Según Araya, los productores necesitan más rapidez en el tema de certificación de leyes y liquidación de facturas: «Más de treinta días y hasta cuarenta días es mucho, los mineros necesitamos liquidar el día a día».

Una opinión diferente tiene Catalano: «El Estado nos ayuda con pasar los bajos precios, el Estado nos ayuda con cuarenta centavos, que no es poco», dice. Patricio Céspedes, de Sonami, agrega que «el Estado debe otorgarle a Enami los recursos necesarios para darle más movilidad a la estatal y así cumplir su rol de fomento».

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