Región de Antofagasta y su oportunidad de ser región desarrollada

Sep 28, 2011

Felipe Trevizan

En una situación internacional de preocupación y en un Chile con indicadores macroeconómicos muy positivos y con desafíos estratégicos significativos en lo social, la Región de Antofagasta emerge con una oportunidad gigante: ser la primera región del país en alcanzar los umbrales del desarrollo, es decir, compatibilizar sus US$27.000 dólares per cápita actuales con indicadores sociales en educación, salud y calidad de vida de país desarrollado.

Desde el inicio de la producción de Escondida, Zaldívar, el Abra y expansiones de Codelco a mediados de los años `90, nuestra región viene trabajando con la mirada estratégica de consolidar un cluster minero, es decir, aprovechar la explotación de nuestros recursos naturales para desarrollar nuevas ventajas competitivas en el conocimiento y otros sectores económicos.

En esta tarea llevamos un largo camino recorrido y la región puede exhibir avances estratégicos muy significativos en el sector portuario, energético, industrial, en la producción y abastecimiento poblacional con agua desalada, en tecnología.

Al mismo tiempo, en términos comparativos los indicadores sociales son muy positivos. Hoy somos la región con menor población en situación de pobreza y diversos estudios del PNUD, Subdere, Universidad del Desarrollo, Cepal y últimamente del Instituto de Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile son consistentes en ubicarla en una posición muy favorable en términos económicos y sociales.

Sin duda, Antofagasta, de la mano de su pujante minería y su cluster industrial e institucional va a la cabeza en el proceso de desarrollo nacional contribuyendo adicionalmente con sus extraordinarios aportes al fisco.
Sin embargo, aún cuando tenemos una positiva evaluación de nuestro desarrollo regional, no podemos obviar las inaceptables debilidades en materia de calidad de educación, servicios de salud e infraestructura urbana.

Estamos convencidos que la potencia de la inversión productiva y los desafíos de la maduración del cluster minero, exigen una inversión pública que acompañe este liderazgo y que permita, entre otras cosas, desarrollar, atraer y retener al capital humano que esta industria minera de clase mundial requiere.

La tarea no está terminada. Necesitamos consolidar el Cluster Minero 2.0, lo que significa: consolidar una política del cluster minero como una política de largo plazo en el ámbito público y en las empresas mineras e industriales; desarrollar empresas proveedoras y prestadoras de servicios de clase mundial; perfeccionar el modelo de encadenamiento hacia uno de clase mundial, es decir, una gestión de abastecimiento con equilibrio virtuoso; ciudades mineras desarrolladas capaces de atraer y retener al capital humano; educación de calidad desde la infancia y consolidar un compromiso público-privado para asegurar un matriz energética competitiva, segura y limpia y nuevas fuentes de los derechos de los recursos hídricos.

Nuestro cluster debe ser capaz de construir la minería del futuro, la minería del conocimiento y los servicios especializados de exportación.

La Región de Antofagasta como un modelo de minería sustentable con indicadores de país desarrollado es absolutamente realizable. Para ello, las empresas y el sector público debemos trabajar con compromiso, pasión y profesionalismo.

El desafío y oportunidad está aquí y es ahora… la invitación es a comprometerse aun más para sentirnos orgullosos de haber logrado el sueño.

Presidente AIA, Felipe Trevizan

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