Sebastián Edwards: «La energía puede transformarse en el talón de Aquiles de nuestra sociedad»

May 26, 2014

La situación energética preocupa al economista y profesor. Dice que estamos “al borde del abismo” y que la Agenda de Energía avanza en la línea correcta al colocar el énfasis en el gas natural.

(La Tercera) Sebastián Edwards se apresura en efectuar su disclosure: “Conozco a Máximo Pacheco desde los 16 años. Somos buenos y viejos amigos”. No quiere que, a propósito de esta relación, se malinterprete su visión del problema energético ni la evaluación que tiene de la agenda ni menos del propio ministro. En particular, porque conoce sus competencias y las avala: “Creo que es la persona adecuada para liderar la agenda energética. Su experiencia internacional es valiosísima, como es el hecho de que haya negociado en situaciones complicadas y desafiantes, como en Rusia, por ejemplo. Pacheco sabe que sin energía barata y confiable, Chile no va a ninguna parte; sabe que sin energía barata entraríamos en una noche larga y fría. Además -y esto es importante-, Pacheco es un gran convencido de que el sector privado tiene que ser el motor de nuestra economía. Habla de más Estado, pero no tiene en mente un Estado dominante, es un Estado que coordina, incentiva y destraba”.

¿Qué tan complejo es, a su juicio, el problema energético para las pretensiones chilenas de crecimiento económico?

Este es un problema muy serio, que si no es resuelto adecuadamente puede transformarse en el talón de Aquiles de la economía chilena. Nuestra energía es la más cara de la región y la inversión se ha ido retrasando por una serie de razones, incluyendo la burocracia, el papeleo y la judicialización. No es una exageración decir que estamos al borde del abismo.

Ha tenido la oportunidad de revisar la Agenda de Energía que presentó el gobierno. ¿Le parece bien encaminada?

Es un documento llamativo. Bien preparado y con el adecuado sentido de urgencia. Es un buen primer paso. Son 128 páginas, donde se desgajan las necesidades, las prisas, los errores cometidos hasta ahora y las opciones disponibles. El énfasis en el gas natural es adecuado. Es una fuente de energía limpia que tiene un futuro enorme. Claro, como todos los interesados en el tema, noté la ausencia, en el documento, de HidroAysén, pero dicen que eso viene en junio. Ya veremos.

¿Habría esperado señales más concretas en torno a la necesidad de recurrir, en lo inmediato, a los insumos más tradicionales para generar energía (carbón, por ejemplo)?

Necesitamos una matriz variada, con embalses interanuales en la base y con turbinas a gas para satisfacer la demanda de las horas punta. En este esquema diversificado, el carbón juega un rol importante. Pero la tendencia internacional es ir disminuyendo su uso, más que nada por razones ambientales. Hay que notar que, a pesar de esto, la agenda contempla que en el 2025 las centrales de carbón representarán un 20% del total de la capacidad instalada. Este es el mismo porcentaje que tendrá el gas natural. Más aún, el 24% de la ampliación de capacidad estará basado en el carbón. Es una opción que sigue vigente.

La agenda, entre todas sus propuestas, incluye dos ejes centrales: la necesidad de introducir mayor competencia en la industria, particularmente en el negocio del gas, y una mayor injerencia del Estado en la industria energética. ¿Comparte estos principios?

Históricamente, los principios que debían guiar una agenda energética fueron tres: primero, hay que evitar los apagones, lo que se logra a través de una proyección correcta de la demanda y un cuidadoso programa de inversiones. Segundo, fomentar la competencia al nivel de la generación eléctrica, lo que requiere dar facilidades y resguardos para que florezcan las inversiones privadas. Y tercero, regular y monitorear esos aspectos del proceso caracterizados por prácticas monopólicas, incluyendo el sistema de transmisión. Hoy en día, estos tres principios siguen vigentes. Además, desde hace ya un par de décadas se agregó un cuarto principio: cuidar el medioambiente. El programa anunciado por el ministro Pacheco satisface estos criterios. Además, tiene un elemento novedoso y de gran potencial: las licitaciones de corto plazo que permitirán la entrada de nuevos actores y de mayor competencia. La agenda va, en general, por el camino correcto, y le pongo una buena nota. Pero ojo, esta es sólo la primera prueba parcial; falta mucho por recorrer. La nota final la pondremos cuando corresponde: al final.

Más Estado parece un objetivo que se repite en el discurso de este gobierno, como quedó claro con el mensaje del 21 de mayo de la Presidenta. ¿No le preocupa?

Hay áreas en las que más Estado es un contrasentido, pero hay otras donde se justifica. Un país moderno necesita un Estado pequeño, pero fuerte. Un Estado que haga pocas cosas, pero que las haga bien; un Estado que juegue el rol de coordinador y facilitador; un Estado que regule a los monopolios y proteja a los consumidores; un Estado que no sea capturado por los grupos de interés; un Estado que termine con la burocracia y la cultura de las comisiones, el papeleo y los notarios. En ese sentido, me perece que el darle un mayor rol al Estado en el tema energético es adecuado. Pero hay que tener cuidado: el desafío es que no se transforme en un Estado burocrático que impida los avances y la libertad. Este es un desafío real que no debe minimizarse. Hay que estar muy alerta y hay que crear una institucionalidad acorde con estos principios.

¿Qué piensa del rol central que se propone para Enap en el plan energético?

Creo que puede llenar ciertos vacíos y que su papel puede ser valioso. En lo que sí soy crítico es en el modelo de gobierno corporativo de Enap. Esa compañía debiera tener los mismos requisitos y controles que las sociedades anónimas. Ni más ni menos. Es lo que pasa, por ejemplo, con Petrobras, una de las petroleras más importantes del mundo.

Se reclama mayor regulación al mercado del gas natural licuado, pero fueron algunas empresas las que en su momento asumieron el riesgo de efectuar las inversiones necesarias. ¿No tendrían el derecho a cobrar por ello lo que les parezca conveniente?

Para una sociedad, lo óptimo es que los precios sean bajos y los productos sean de calidad. Esto se logra, casi siempre, a través de la competencia. Cuando, por cualquier razón, la competencia se ve menguada y aparecen elementos monopólicos, los precios suben y/o la calidad de los productos cae. Si, como dice el ministro, la industria del gas natural licuado se ha transformado en monopólica, es conveniente que la autoridad tome medidas correctivas. Ahora, uno podría disputar la aseveración de que se trata de un monopolio. Yo, personalmente, no lo sé a ciencia cierta. Pero esa es una polémica de fácil resolución. Todo lo que se necesita es un buen estudio hecho por personas imparciales.

El ministro critica los altos retornos de las empresas de gas. ¿No es riesgoso criticar una rentabilidad en sí misma?

Claro, es un error criticar a la rentabilidad por sí misma. Lo que es preocupante y debe corregirse, es la falta de competencia. En general, el sistema debe funcionar así: una empresa hace una buena inversión que maneja en forma eficiente. Esto genera buenas utilidades y altas rentabilidades. El alto retorno atrae a otros inversionistas, los que amplían la oferta, contribuyendo a la caída de los precios y a que las rentabilidades se hagan “normales”. George Stigler, mi profesor en Chicago y ganador del Premio Nobel en 1982, estudió el tema con acuciosidad y concluyó que en la mayoría de las industrias este ciclo competitivo funcionaba bien. Pero hay algunos sectores donde el ciclo no se completa y surgen estructuras monopólicas. Esto es, habitualmente, porque hay “barreras a la entrada”. En estos casos, la autoridad debe corregir.

¿Por qué el mercado no resulta en estos casos un asignador eficiente?

En general y como dije, por las barreras a la entrada. Aquellos que quieren entrar en el negocio y ampliar la oferta -lo que contribuiría a una caída de los precios- no pueden hacerlo. Muchas veces, esas barreras a la entrada son debido al tamaño del mercado. En ciertas regiones o países y por una razón de economías de escala, sólo puede operar una empresa. En este caso hablamos de un monopolio natural. En otros casos, las barreras a la entrada las impone el propio gobierno -ese fue el caso en Chile durante las décadas del proteccionismo, entre 1940 y 1980, más o menos- o son barreras impuestas por las empresas ya existentes. Pero sea cual sea la razón por la que no entran nuevos jugadores, el rol del gobierno es fomentar la competencia y lograr precios bajos.

La agenda espera alcanzar mejores precios para el gas, pero estamos en un mercado complejo a nivel mundial. ¿Cómo observa la evolución de este mercado y a qué debería estar atento nuestro país?

Es un mercado volátil, sujeto a vaivenes de oferta y demanda, a factores climáticos, a acuerdos geopolíticos y a situaciones bélicas. El acuerdo entre Putin y Xi, así como el incidente Crimea lo demuestran. Pero a pesar de esto y debido a los avances tecnológicos en la explotación de shale gas, los precios tenderán a caer. Tendrán oscilaciones, pero la tendencia será a la baja. Lo que no podemos hacer es poner todos los huevos en la misma canasta. Eso lo hicimos en el gobierno de Frei Ruiz- Tagle y la canasta del gas argentino nos falló. En energía, como en tantas otras áreas, la diversificación de proveedores es esencial.

Lo mismo pasa con los esfuerzos por estabilizar el precio de los combustibles. Al final, el Fisco gasta recursos para remar en contra de variaciones mundiales de precio que difícilmente puede controlar o moderar.

Remar contra la corriente es una mala idea. Lo que hay que hacer es aprovechar que EE.UU. está empezando a exportar shale gas y lograr contratos de largo plazo. Al haber firmado un Tratado de Libre Comercio, Chile tiene una “vía rápida” para acceder a ese gas. Pero hay que notar lo siguiente: la administración de Obama ya está otorgando licencias para exportar gas por 20 años a países sin TLC. Tenemos que acelerar el paso y ponernos en la fila; no vaya a ser que no podamos beneficiarnos de este proceso. Además, sería conveniente negociar con nuestros vecinos, especialmente Perú, para lograr una parte pequeña de nuestra demanda.

California ha sido un caso de estudio en cuanto a regulación y desregulación del mercado energético. ¿Qué lecciones debería observar Chile de esta experiencia?

La experiencia de California hace unos 15 años fue traumática. Sucedió lo que nunca debe pasar: hubo apagones generalizados. Esto fue el resultado de un desregulación mal pensada. Se creó una plataforma para determinar los precios mayoristas que no funcionó, los especuladores jugaron un rol disruptivo, el mercado no estaba integrado y se subestimó el aumento de la demanda una vez que bajaron los precios a los consumidores finales. Al final, la crisis se resolvió con un mayor rol del Estado. Pero es un Estado que participa con una mano delicada y que se esfuerza por coordinar y facilitar las inversiones del sector privado.

Dos meses bajo evaluación

“No cabe duda que es un comienzo lleno de entusiasmo y de adrenalina”, afirma Sebastián Edwards, sobre los primeros meses del gobierno. Pero también advierte: “Al mismo tiempo, es un comienzo lleno de atolondramientos. La reforma tributaria se está haciendo sin mayores estudios y, al margen de lo que digan, no sabemos en qué va a resultar. Poco a poco, los economistas serios de la Nueva Mayoría empiezan a reconocer lo que siempre dijimos: el ahorro y la inversión van a caer, y eso no es bueno. Además, la reforma educacional tiene aspectos muy cuestionables. La manera cómo se ha hecho es triste y con una dosis importante de arrogancia. Los dos aspectos más positivos de lo que hemos visto hasta ahora son la agenda energética y la agenda de innovación. Son las dos luces más brillantes”.

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