Presidente de la Sofofa: «El país entró en un ciclo que nunca debimos abandonar»

Jul 14, 2014

Hermann von Mühlenbrock, el timonel de los industriales, destaca el acuerdo tributario y dice que todos cedieron por el bien de Chile. Pero agrega que todavía hay aspectos perfectibles y que la nueva tasa corporativa de 27% podría afectar la competitividad de las empresas y la rentabilidad de los proyectos de inversión.

(La Tercera) Demuestra sentimientos encontrados, pero prevalece la mirada positiva. El presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa, Hermann von Mühlenbrock, resalta que todas las partes estuvieron dispuestas a ceder en el acuerdo alcanzado esta semana por la reforma tributaria, que el clima empresarial mejorará y que el ciclo que se inicia nunca debió haberse perdido. A algo de ello contribuyó el llamado de la Sofofa, el miércoles 2 de julio, a formar un gran acuerdo nacional. Lo expuso el propio Von Mühlenbrock, junto a Félix Bacigalupo, presidente del comité tributario de los industriales, y el economista Gonzalo Sanhueza, al exponer, ya casi de noche, en la Comisión de Hacienda del Senado. “Creemos que es posible avanzar en una propuesta alternativa que no tenga los cuestionamientos constitucionales, las dudas operativas que genera la tributación en base atribuida y, principalmente, que no afecte la inversión”, dijo ese día el timonel de la Sofofa. Coincidentemente, las negociaciones más intensas se iniciaron en los días siguientes.

Pero la otra mirada de Von Mühlenbrock sigue siendo negativa: la tasa de impuesto corporativa estará dentro de las más elevadas de entre los países Ocde, lo que quitará competitividad y rentabilidad a las empresas chilenas. Los US$ 8.200 millones extras que recaudará el Fisco, recuerda, provendrán de las empresas. “La tasa de 27% y con un crédito parcial, sigue siendo muy alta, y nos deja por sobre países como Canadá, Inglaterra, Finlandia”, dice. Y los dueños del capital, agrega, tendrán tasas efectivas mayores que las actuales. Aquí expone sus dos miradas. La positiva. Y la negativa.

¿Ganan o pierden los empresarios con el acuerdo tributario al que se llegó?

El país gana, al haberse logrado un acuerdo transversal para destrabar una reforma tributaria tan importante como esta, eliminando la incertidumbre que la discusión mantenía sobre las decisiones de inversión. Sin embargo, el aumento de la tasa corporativa a 27% podría significar un impacto negativo en la competitividad de las empresas y, además, supondría un enorme esfuerzo del sector privado.

¿Qué aspecto es el que más valoran del nuevo acuerdo?

Siempre dijimos que establecer un régimen de tributación en base a renta atribuida, elevaba la tasa de impuestos corporativos al 35%, por lo que la introducción de un nuevo esquema impositivo que permite un impuesto de primera categoría en 27% nos aleja del segundo lugar como economía con impuestos corporativos más altos del mundo, tasa que aún así sigue siendo muy alta.

Además, con el sistema de integración parcial, se mantuvo un fuerte incentivo al ahorro corporativo, ya que grava con una tasa más alta el retiro, y por tanto, favorece la reinversión.

Un país como el nuestro, alejado de los grandes centros de consumo, con altos precios de energía eléctrica y con vocación exportadora, no podía permitirse el lujo de ahogar el emprendimiento y sacrificar el crecimiento futuro.

En segundo lugar, destacamos las modificaciones que se le introdujeron a las atribuciones del Servicio de Impuestos Internos, las que considerábamos excesivas y discrecionales. Creo que se debe fiscalizar con fuerza la evasión, sin que ello convierta a todos los contribuyentes en sospechosos.

Destaco también el acuerdo en sí mismo. Cuando se buscan cambios tan ambiciosos, los diálogos y los procesos participativos, que son símbolos de la democracia, son claves para avanzar.

¿Qué les hubiese gustado que el gobierno cambiara y no cambió?

No debemos olvidar que la tasa del 27% que se ha propuesto, nos deja por sobre el promedio de la Ocde. Además, nuestra economía tiene aún un muy bajo nivel de stock de capital de sólo dos veces el PIB, muy por debajo del nivel que alcanzan economías desarrolladas de cinco o seis veces. Es decir, si queremos lograr que Chile incremente su stock de capital, debemos favorecer el ahorro y la inversión, y esto se hace muy difícil con tasas impositivas tan altas.

El proyecto, además, establece impuestos a las emisiones de fuentes fijas, que aunque no define cuáles son, estimamos que tendrá un impacto muy negativo en empresas manufactureras, como las de cemento, las fábricas de vidrio, las metalúrgicas, entre otras. Estas empresas, que son intensivas en el uso de energía, ya están enfrentando altos costos en este y otros insumos, y se les está haciendo muy difícil competir. Estas industrias han realizado grandes inversiones para cumplir con las normas de emisión de nuestro país, que son de las más exigentes del mundo. Es contradictorio aplicarle, además, un impuesto, que según la experiencia comparada no tendrá impactos en la reducción de emisiones y que puede sacar del mercado a empresas que son ejemplo en nuestro país, que dan empleos de calidad y que garantizan mercados competitivos y confiables.

¿Qué factor incidió, a su juicio, en que Hacienda dejara de lado su postura inicial, mucho más inflexible, y accediera a negociar?

La discusión que se generó sobre la reforma tributaria fue un ejercicio del cual todos aprendimos y que finalmente permitió perfeccionar la propuesta original. Cuando la discusión se hace sobre la base de la confianza y con fundamentos técnicos, y se abandonan posiciones ideologizadas, se hace posible avanzar en la búsqueda de acuerdos y eso creo que es algo que todos los actores hicieron en este segundo tiempo.

Es importante destacar la apertura mostrada por el ministro (Alberto) Arenas y su equipo, y su disposición a llegar a acuerdos. También jugó un rol clave la Comisión de Hacienda del Senado, presidida por el senador (Ricardo) Lagos Weber, que luego de un trabajo extenuante y acucioso logró canalizar las inquietudes que mostraron economistas, abogados y organizaciones gremiales.

¿Se acabó la teoría de la retroexcavadora y volvió el país a la política de los acuerdos?

Es malo enfrascarse en caricaturas. Lo que quedó claro es que el país avanza cuando se trabaja sin pasiones y privilegiando el bien común.

¿Qué sensación han recogido de sus asociados tras el acuerdo tributario?

La fuerte incertidumbre que existía al principio ha ido atenuándose, en la medida que se va clarificando el nuevo esquema tributario. Sin embargo, falta por ver cómo quedan redactadas las indicaciones, las que permitirán evaluar en su total magnitud el nuevo esquema tributario y su implementación. Todavía hay aspectos del proyecto que pueden ser perfectibles.

¿Qué evaluación hace del papel de los partidos de derecha en esta negociación? ¿No era más consecuente con sus principios haber rechazado la reforma o imperó el pragmatismo de mejorar la propuesta del gobierno?

Siempre he pensado que todos los partidos políticos buscan lo mejor para Chile, por lo que creo que los partidos de la Alianza actuaron en esa línea y renunciaron a válidas posiciones, con tal de alcanzar un buen acuerdo para el país. Es destacable que el senador (Juan Antonio) Coloma y el senador (José) García, además de las directivas de sus partidos, se la hayan jugado por construir un acuerdo con un gobierno que no los representa. Creo que todos acá estuvieron dispuestos a ceder y priorizaron a Chile por sobre sus ideas personales.

¿Qué rol tuvieron como organización gremial en las conversaciones con el gobierno? ¿Quiénes participaron?

En diciembre de 2013 constituimos el comité tributario de Sofofa, que es presidido por el consejero Félix Bacigalupo, e invitamos a trabajar a destacados economistas y abogados tributaristas, para tener un diagnóstico acabado sobre los impactos que tendría el proyecto en la empresa y buscar alternativas de perfeccionamientos. El comité lo conforman, además del presidente, Carolina Fuensalida, Rodrigo Benítez, Gonzalo Sanhueza, Francisco Lyon, Luis Felipe Lagos, Rodrigo Alvarez, y actuando como coordinador, el gerente de Estudios y Asuntos Regulatorios de la Sofofa, Javier Vega. En un principio formó parte de este equipo Rodrigo Valdés, pero luego debió asumir como presidente del Banco Estado.

Muy temprano en el tiempo formamos una mesa de trabajo con el Ministerio de Hacienda, que permitió canalizar las inquietudes del sector privado en relación con el proyecto original. En forma paralela, el comité sostuvo múltiples reuniones con diversos líderes de opinión, para sensibilizar sobre los eventuales impactos que tendría el proyecto.

No quiero dejar pasar esta oportunidad sin hacerle un gran reconocimiento a este grupo humano, que de forma desinteresada, con un alto nivel de compromiso, de manera silenciosa y con una gran mística, ha estado aportando incansablemente a perfeccionar el proyecto de reforma tributaria.

Este trabajo se ha hecho sin personalismos ni búsqueda de figuración personal, en forma anónima y con un gran espíritu de servicio público. No tengo más que palabras de agradecimientos para todos los integrantes del comité.

¿Participaron junto a la CPC o por separado? ¿Por qué no actuaron en conjunto?

La CPC formó un comité de expertos, presidido por Ricardo Escobar, ex director del SII, que se puso como objetivo avanzar en una propuesta alternativa al proyecto del gobierno.

Por su parte, nuestro trabajo privilegió tener un diagnóstico detallado del proyecto y evaluar alternativas de perfeccionamiento, de modo de convertirnos en un interlocutor técnico.

Por lo que creo que ambos equipos han sido totalmente complementarios y en todo momento hemos actuado coordinadamente.

Usted dijo hace poco más de un mes que no elaborarían ninguna propuesta alternativa, sino que propondrían alternativas viables. ¿El gobierno acogió esas alternativas? ¿Cuáles fueron?

El gobierno estuvo abierto a escuchar distintos planteamientos y, por la vía de un acuerdo con la mayoría de los partidos políticos, se materializó un protocolo que define los cambios que tendrá el proyecto. El protocolo de acuerdo contiene perfeccionamientos al proyecto, algunos de los cuales compartimos.

Sin embargo, debiera revisarse la situación en la que quedan muchas industrias que, como lo señalara, además del alza de los impuestos corporativos se verán afectadas por impuesto a las emisiones, impuesto al azúcar, impuesto a los alcoholes y tabaco, entre otros.

Un nuevo clima

De cualquier manera, ¿despeja esto la incertidumbre empresarial? ¿Se inicia un nuevo ciclo?

Me parece que el país entró en un nuevo ciclo que nunca debimos abandonar: el ciclo del respeto, la confianza y los acuerdos. Ello por sí solo contribuye a mejorar el clima de confianza empresarial.

De todas maneras, ahora hay que poner énfasis en la responsabilidad que tiene el gobierno de invertir estos cuantiosos recursos en proyectos con un verdadero impacto social. Debemos ponernos la meta de tener una educación de clase mundial, donde nuestros niños compitan de igual a igual con niños de países desarrollados.

La tasa corporativa queda por sobre la media de la Ocde. ¿Qué efecto tendrá? ¿Le quita atractivo para la inversión extranjera?

Cada proyecto de inversión es distinto, pero lo que no podemos negar es que la rentabilidad de una inversión se ve afectada por la tasa de impuestos. Es por esto que los tributos son un factor relevante de competitividad, como también lo son los costos de la energía, la certeza jurídica, la paz social, la productividad de las personas, entre otros.

Los efectos reales los tendremos que medir en el mediano plazo.

En marzo, usted afirmó que, al invertir, los inversionistas analizan costos y beneficios y que impuestos más altos afectan la rentabilidad. “Si el inversionista lo compara con otro país, va a invertir donde la rentabilidad sea mayor”, dijo. ¿Cree que esta nueva estructura impositiva puede hacer más atractiva, para varias empresas, la inversión en otros países?

Cada empresa tendrá que evaluar sus decisiones de inversión. Una tasa del 35% hacía muy difícil que muchos de los proyectos se materializaran. Sin embargo, la tasa de 27%, y con un crédito parcial, sigue siendo muy alta, y nos deja por sobre países como Canadá, Inglaterra, Finlandia, entre otros.

Las empresas, cree usted, ¿elegirán el sistema de renta atribuida o el parcialmente integrado? Todo indica que será el segundo, ¿por qué?

Es probable que las empresas de gran tamaño, que son las que mueven la inversión en el país, optarán principalmente por el sistema semi integrado, debido a que en este esquema la tasa corporativa es de 27%, y además, se generan incentivos para la reinversión, porque el retiro paga tasas mucho más elevadas.

¿En qué beneficia este nuevo proyecto a las pymes? ¿Son las grandes ganadoras del nuevo régimen tributario?

Creo que las pymes son las grandes beneficiadas de este acuerdo. Se incluye un importante incentivo para el ahorro de empresas con ventas anuales por debajo de las 100 mil UF, se amplían, en relación al proyecto original, los tramos para acceder a regímenes de renta presunta y se aumenta el límite para acceder al 14 ter de 25 mil UF a 50 mil UF, beneficiando a más de 16 mil empresas, entre varias otras medidas.

El proyecto puso fin a la depreciación instantánea. ¿Es mejor el mecanismo de la integración parcial para efectos de inversión?

La depreciación instantánea del proyecto original sólo estaba disponible por un año y beneficiaba exclusivamente a la inversión en activos fijos. Pensamos que un castigo de más de 14% al retiro es mucho más efectivo para incentivar el ahorro corporativo.

La tasa marginal máxima quedará ahora, en algunos casos, sobre el 40% con el régimen de integración parcial. Hoy es 40%. Vuelvo a la primera pregunta. ¿Los empresarios pagarán entonces mucho más que el proyecto original?

Definitivamente, eso está fuera de toda duda. Los US$ 8.200 millones se recaudarán de las empresas, y además, los dueños del capital tendrán tasas efectivas marginales más altas que las actuales.

Creo que todos hemos cedido, para evitar que se materializara un proyecto que mostraba falencias evidentes.

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