(La Tercera) Una especie de cortafuegos ha tenido que levantar SQM para que los problemas judiciales que enfrentan algunos de sus ex ejecutivos por pagos irregulares a políticos, un litigio con Corfo y una investigación sobre las sociedades controladoras, no se traspasen al interior de la compañía y afecten sus proceso productivos.
Sin embargo, esa separación de aguas entre el negocio de la firma y los frentes judiciales que tiene abiertos, no ha sido fácil, reconocen al interior de la compañía. Por ello, parte de los cambios se han ido implementado silenciosamente.
El punto de inflexión de estos cambios, en todo caso, fue público y estuvo marcado por el estallido del denominado “caso SQM”. Y el 22 de abril pasado, fue la fecha clave. Ese día, Julio Ponce, el controlador de la compañía a través de las sociedades cascadas, puso fin a 28 años al mando de la minera no metálica al renunciar a su presidencia y directorio. En su reemplazo asumió Juan Antonio Guzmán, sellando el principal cambio al gobierno corporativo, aunque antes, el 16 de marzo, el entonces gerente general, Patricio Contesse González, también había dado un paso al costado, lo que permitió que en su lugar quedara Patricio de Solminihac, el segundo a bordo.
El martes pasado, en tanto, Ponce renunció a todos sus cargos en las sociedades cascadas, lo que a juicio de cercanos a SQM, quita presión a la firma.
Viajes al norte
Parte de los cortafuegos que activó la empresa para separar aguas, tienen que ver con recomponer relaciones laborales en su interior . Por ello, al poco tiempo de asumir, Guzmán y De Solminihac viajaron hasta Antofagasta para reunirse con los sindicatos y hacer un reconocimiento sobre la delicada situación de la firma.
“Antes, a Ponce y Contesse se les veía poco. En cambio, a De Solminihac se nota que le gusta ‘la pampa’ y siempre viene para acá”, dice un dirigente sindical.
En paralelo, el renovado directorio de la compañía también ha buscado hacer lo suyo. La última semana de agosto, la mesa de SQM viajó al norte y también se entrevistó con los sindicatos. Ahí, dice un director, se quedaron tres días y abordaron las dudas de los trabajadores referentes al conflicto por el Salar de Atacama.
A nivel interno, el directorio implementó algunos cambios. Ahora, por ejemplo, las áreas de auditoría interna y de control de riesgo les reportan directo al comité de directores y no al gerente general, como antes.
Además, el directorio trabaja con las denominadas big four (KPMG, Deloitte, EY y PwC), para que lo asesore en temas de gobierno corporativo. A lo anterior, se suma el trabajo de la consultora McKinsey & Company, que se ha enfocado en “aumentar confianzas y mejorar las relaciones internas”, dice un cercano a SQM.
También cambió el gabinete de comunicaciones de la minera no metálica, que significó la salida de María José Velozo de la gerencia y con ella, la de la agencia Grupo Samara. En reemplazo, el directorio designó como encargada del área a Carolina García Huidobro y contrató a la agencia Extend.
Nuevos procedimientos
Y como las boletas y pago de proveedores es lo que hoy tiene a SQM en el ojo del huracán, el control interno de esa área, aseguran, es absoluta. De hecho, entre los nuevos procedimientos adoptados está la doble aprobación digital para el pago de proveedores, de modo que no pase sólo por una persona.
En paralelo, fortalecieron los soportes tecnológicos de respaldo de las boletas e impusieron nuevos límites de aprobación de gastos, los que deben se visados en última instancia por el gerente general de la empresa.
Además, existe un nuevo control para el relacionamiento con Personas Expuestas Políticamente (PEP) y sus familiares. Y, según revela una fuente al tanto de estos cambios, también se implementó un nuevo código de ética interno.