(El Mercurio) La tercera paralización en menos de cinco años estaría cada vez más cerca de concretarse en Minera Escondida. Esto, tras el alejamiento entre las posiciones de los trabajadores y la empresa.
Luego del fuerte apoyo conseguido en las urnas el miércoles pasado, donde el 84% de los socios aprobó la opción de ir al paro, ayer los trabajadores dieron un ultimátum a la empresa para sentarse a negociar de aquí al lunes y luego proceder con el proceso de negociación forzosa (ex buenos oficios).
«Quien tiene que dar la respuesta es la compañía, nosotros tenemos la disponibilidad desde el primer día para negociar y la empresa nos trajo hasta acá; los trabajadores han decidido su futuro, los que tienen la llave para una negociación es Minera Escondida», dijo ayer Carlos Allendes, vocero del sindicato de la minera.
Sin embargo, para retomar las negociaciones los trabajadores condicionaron el tema a un cambio de actitud de la compañía. «Tienen de aquí hasta el lunes para mostrar una flexibilización de su postura, no pueden insistir en comprar y quitar beneficios a los trabajadores», agregó Allendes, quien aseguró que «si no, entenderemos que no hay nada que hacer y nos tendremos que comer entre todos la huelga».
Desde la compañía aseguraron que la última oferta presentada de $15 millones de bono de término, más otros $ 3 millones de préstamo, es «el mejor esfuerzo de la empresa y una excelente oferta para que los trabajadores y sus familias sigan teniendo el mejor contrato colectivo de la minería privada del país, además de garantizar la sustentabilidad de Minera Escondida».
Asimismo, insistieron en la vigencia de la oferta, la cual caduca el domingo 5 de agosto, lo que fue rebatido por los trabajadores, quienes apuntaron a la ilegalidad de esta condición. A través de un informativo interno, ayer advirtieron que si la empresa paga $14,5 millones, «el sindicato demandará a favor de todos los socios el pago de la diferencia».
También informaron que, según su interpretación, al aplicarse el artículo 342, «el beneficio habitacional volverá a ser parte del piso de negociación en la próxima negociación, de modo que nunca se perderá».
Los fundamentos del sindicato están en la Ley 20.940, la que suprimió la posibilidad del empleador de retirar la última oferta, lo que sí se podía realizar con el cuerpo legal anterior. «La última oferta que entregó el 24 debe mantenerse, estando disponible para todos los trabajadores que se reintegren individualmente. En este punto no hay discusión legal», se lee en el documento.
En este escenario, la negociación se mantendrá en punto muerto hasta el próximo lunes, ya que ninguna de las dos partes solicitará a la Dirección del Trabajo entrar en un período de negociación forzosa hasta ese día. De no producirse un acercamiento, la huelga comenzará el martes, a las 8 de la mañana.
Listos para la huelga
Ayer, los trabajadores anunciaron que no tendrán problemas en sostener nuevamente una huelga larga por unos 30 días, que se suma a los 44 días de 2017 y a un par de jornadas en que la faena paró su producción en 2014. «Este es un sindicato sano, tenemos los fondos, además de $250 millones en aportes adicionales. Soportamos bien una huelga de 44 días, yo creo que con 30 vamos a andar bien, no tenemos miedo a la huelga», dijo Allendes.
Por su parte, en la minera anunciaron que ante la posibilidad de que se concrete la paralización, la empresa está revisando los planes de contingencia, para «minimizar sus impactos y resguardar la seguridad de las personas y las instalaciones». El vicepresidente de Asuntos Corporativos, Patricio Vilaplana, comentó que: «Una huelga en Escondida tendría efectos muy negativos para nuestros trabajadores y sus familias, la empresa, la región y el país. Todos perdemos en una huelga, esa fue la experiencia que vivimos en 2017 y creo que nadie quiere repetirla».
[Lea también: Huelga le costaría US$690 millones a Escondida y gobierno pide mediación entre las partes]
Consultados por las razones detrás del desgaste en las relaciones laborales, desde el sindicato apuntaron a la gestión de los ejecutivos locales.
«Las administraciones anteriores eran extranjeras, todo cambió cuando los chilenos se hicieron cargo y cambió la lectura de cómo se hace el trabajo con los empleados», remataron desde la entidad sindical.