Costos buenos y costos malos

Ago 12, 2013

Juan Ignacio Guzmán es doctor en Economía de Minerales, socio fundador y gerente general de GEM Ltda.

El súper ciclo de commodities minerales, en particular del cobre, no solo ha permitido a las minas en operación obtener resultados históricos, sino que también ha arrastrado consigo el aumento de sus costos operacionales. Así, mientras el precio del cobre en el periodo 2000-2012 aumentó en 238% en términos reales, el cash cost promedio de la industria mundial lo hizo en 168%. El incremento en cash cost y el estancamiento del precio de los commodities minerales han gatillado desde el año pasado, y con mayor intensidad durante 2013, una serie de esfuerzos de parte de las empresas mineras para reducir sus costos.

Si bien la gestión de costos es y será siempre una variable de control fundamental de cualquier operación minera, en estos tiempos de incertidumbre y menores precios es importante recordar que no todos los costos e inversiones son deseables de recortar o eliminar, especialmente si pensamos que los fundamentals de mercado se mantienen sólidos para el mediano plazo.

Para entender por qué para una empresa podría ser subóptimo recortar o eliminar costos hay que diferenciar los costos en dos clases distintas: los costos buenos y los costos malos. Los costos buenos son todos aquellos necesarios para generar ingresos, y en definitiva utilidades. De hecho, en un proceso económico productivo como la minería no es posible obtener utilidades sin incurrir en costos, por bajos que estos sean. Los costos malos, por su parte, son aquellos que no son necesarios para generar ingresos y utilidades, y típicamente están asociados a ineficiencias en el proceso productivo.

Ante menores precios de los commodities minerales, la industria minera debe reaccionar en primer lugar recortando todos los costos malos que le sean posibles. Esto, en general, requiere de una revisión de costos detallada, de forma tal de entender no solamente las consecuencias positivas de dichos recortes sino que, además, identificar a tiempo las consecuencias colaterales o no deseadas de recortar los costos buenos.

La industria minera en Chile adolece hoy de “pérdida de competitividad”, y no puede seguir esperando por una solución natural sin realizar intervenciones profundas. Este es el momento de actuar, pero no es el momento de hacerlo apresuradamente ni de realizar recortes de costos indiscriminados, es decir, sin diferenciar aquellos costos buenos de los malos. Solo ante situaciones muy dramáticas, como el peligro de muerte, una industria debiese estar dispuesta a sacrificar parte de sus costos buenos con tal de eliminar sustancialmente sus costos malos. No parece entonces que hoy sea el momento para realizar intervenciones así de drásticas, pero para que no necesitemos lamentar en un futuro no tan lejano este tipo de medidas, la industria minera deberá realizar a la brevedad una revisión profunda de sus costos malos para eliminarlos a tiempo.

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