Pirquineros de Taltal se reinventan: cultivan olivos y producen aceite

Ene 19, 2015

Los reconvertidos agricultores procesan 200 litros de aceite de oliva y 100 kilos de aceitunas de mesa al año.

(El Mercurio) «Aprendimos solos, primero plantando árboles frutales y hortalizas, pero nada creció en el desierto», cuenta Juan Pinilla (70), ex capataz de la minera de plata «La Saquito», ubicada en el cerro Paranal, antes que el observatorio astronómico del mismo nombre se instalara en ese lugar (1988), uno de los más altos en la comuna de Taltal, a 2.600 metros sobre el nivel del mar.

Este ex minero y ahora agricultor es parte de las 116 familias que optaron por aventurar con el cultivo de olivos en pleno Desierto de Atacama, en la zona costera de la comuna nortina, a 250 kilómetros al sur de Antofagasta.

«Es una vida dura por las características de la zona», agregó Yubitza Arancibia, una de las dirigentes de las tres asociaciones de agricultores que trabajan y viven, en su mayoría, en la quebrada El Hueso, un cerro emplazado en la entrada norte del pueblo de 15 mil habitantes, a cuatro kilómetros del centro de Taltal. En la zona, las principales actividades productivas son la pequeña minería y la pesca artesanal del congrio.

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En la parte superior de la quebrada están las plantaciones, las únicas de este tipo en la Región de Antofagasta. Son unos 10.000 olivos plantados en 197 hectáreas traspasadas por Bienes Nacionales, las cuales son regadas con el agua salobre proveniente de una antigua mina inundada, ubicada a 17 kilómetros del lugar.

En la actualidad los agricultores cuentan con una capacidad de proceso de 200 litros de aceite de oliva y 100 kilos de aceitunas de mesa al año. En mayo obtendrán su cuarta producción formal que será distribuida en el comercio local. Antes, la distribución estaba focalizada en una empresa minera de la zona.

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«Es un aceite único, porque es totalmente orgánico y producido en el suelo más árido del mundo, donde las plantas reciben sol directo todo el año», comentó Erika Donaire, una de las primeras agricultoras en iniciar la actividad.

Jeannette Araya, directora regional del Indap -organismo que asesora a los agricultores-, explicó que «en la actualidad hay dos variedades de olivos que se dan en esta parte del desierto: la Sevillana y la Picual, las cuales son regadas por goteo para aprovechar al máximo el agua, que es un recurso escaso en este lugar».

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