Los acercamientos entre la CPC y la CUT para reeditar diálogos anexos a la Reforma Laboral

Jul 13, 2015

Los primeros contactos entre Alberto Salas y Bárbara Figueroa partieron en la gira presidencial a Europa realizada en junio. Estas conversaciones despertaron reticencias en ambos sectores.

(Pulso) La complicidad entre Alberto Salas, timonel de la CPC (Confederación de la Producción y del Comercio), y Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), ha sido evidente.

Así quedó reflejada el lunes pasado cuando ambos coincidieron en la Comisión de Trabajo del Senado para exponer sus observaciones al proyecto de ley de Reforma Laboral del Gobierno.

Para quienes estuvieron presentes en la sesión, no pasó desapercibida la estrecha relación de los personeros. Esto, pese a que ese mismo día los dirigentes mostraron ante los parlamentarios claras diferencias respecto de la iniciativa que fortalece a la sindicalización.

El comienzo

En Roma, Italia, y en París, Francia, Salas y Figueroa aprovecharon de acercar posiciones. Allí coincidieron a comienzos de junio en una gira oficial con la Presidenta Michelle Bachelet.

En medio del itinerario del viaje, consensuaron realizar gestiones para sostener encuentros y buscar acercamientos en temas que históricamente han dividido al empresariado y al mundo sindical.

“Ciertamente no nos cerramos al diálogo, a tener un encuentro con el mundo empresarial, porque sabemos que acá hay que romper mitos (…) Tenemos probablemente profundas diferencias en el ámbito de la Reforma Laboral, pero los temas del mundo del trabajo no se agotan en este proyecto y por lo tanto no nos cerramos a la posibilidad de seguir avanzando en otras materias con ellos. Eso lo hemos compartido con Alberto Salas y espero que en algún momento podamos concretar reuniones para esclarecer posiciones en los otros puntos”, admitió Bárbara Figueroa.

Desde la Confederación de la Producción y del Comercio reconocen que “si bien hay diferencias (con la CUT), eso no impide seguir dialogando y conversando, y vamos a juntarnos para ver cuáles son las diferencias que nos separan y cuáles son las coincidencias que podemos trabajar para avanzar en bien del país”.

Ambas partes confirman que aún no se ha definido formalmente una fecha y sede de los diálogos, por -entre otras razones- el inicio de la discusión en segundo trámite de la Reforma Laboral en la Cámara Alta, donde ambas organizaciones abrieron el debate de audiencias. Sin embargo, coinciden en que esperan que los diálogos se desarrollen pronto.

Desde la disidencia a Bárbara Figueroa no ven con buenos ojos la complicidad y acercamientos con Salas. “Hoy no tenemos nada que conversar con los empresarios, menos justo cuando la Reforma Laboral está en el Senado. Los diálogos sólo tienen que radicarse en el Congreso”, dicen quienes ya conocen de estos acercamientos en la multisindical.

En tanto, un miembro del comité ejecutivo de la CPC señala que a priori no rechaza el diálogo con la CUT, pero alega que hoy no es el momento indicado para avanzar en ello.

Llama la atención que pese al discurso más duro que el timonel de los empresarios ha expresado en público, tanto al interior del mundo gremial de los privados como en esferas del Ejecutivo, reconocen que a diferencia de su antecesor en la CPC, Andrés Santa Cruz, Alberto Salas ha mostrado en reuniones privadas un estilo más conciliador con la autoridad, allanándose a la búsqueda de acuerdos y al restablecimiento de las confianzas.

La historia se repite

Los contactos entre los timoneles de los empresarios y de los trabajadores no son nuevos. En 1990 el entonces timonel del empresariado, Manuel Feliú, y de la CUT, Manuel Bustos, suscribieron un acuerdo que se encargó de fijar un marco político y social en los primeros meses de la vuelta a la democracia. Once años después Arturo Martínez y Ricardo Ariztía reanudaron los diálogos.

En enero de 2012, tras varios meses de trabajo, los entonces líderes de la CUT, Arturo Martínez, y de la CPC, Lorenzo Constans, firmaron la llamada Declaración de Voluntades, documento en el que las partes se abrieron a pactar adaptabilidad laboral, fortalecer la negociación colectiva, mejoras en seguridad laboral, capacitación, protección al empleo en tiempos de crisis, regulación del multiRUT y seguro de cesantía.

El documento fue entregado a las autoridades del Gobierno de Sebastián Piñera, pero no hubo avances en los cambios propuestos.

Posteriormente, con la llegada de Bárbara Figueroa a la CUT y de Andrés Santa Cruz a la CPC, en la segunda parte del año 2013 e inicios de 2014 las multigremiales avanzaron en diálogos al amparo de la OIT para perfeccionar el mercado del trabajo.

A diferencia de los pactos alcanzados en el protocolo de 2012, esa vez las partes no lograron consenso en puntos controversiales como el reemplazo en huelga y la titularidad sindical, que luego se convirtieron en el corazón de la Reforma Laboral que impulsa el Gobierno.

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