El modelo educacional de la Fundación Luksic que estudia la Ocde

Jun 20, 2011

El Instituto Agrícola Pascual Baburizza fue escogido entre 50 establecimientos en todo Chile. Ahora quieren replicar el modelo en otros liceos técnicos profesionales del país.

(La Tercera)Ampliar UN 75% de los egresados ingresa al mundo laboral inmediatamente y un 20% sigue estudios superiores dentro de los tres años después que egresa. La alta tasa de empleabilidad son parte del sello del Instituto Agrícola Pascual Baburizza (IAPB), que forma técnicos de nivel medio -de primero a cuarto-, con el foco en la actividad hortofrutícola del país. Desde los 90, la Fundación Luksic -ligada a la familia del mismo nombre- es sostenedora del establecimiento, y su modelo educacional hoy está en el radar de la Ocde, el grupo de los 40 países más industrializados del mundo, donde Chile es parte junto a México.

Eliana Chamizo, representante del organismo ante el Ministerio de Educación, cuenta que examinaron 50 casos de todo Chile, en 2009, y eligieron dos, entre ellos el instituto ligado a la Fundación Luksic, ubicado en la comuna de Calle Larga, provincia de Los Andes.

Hoy el modelo es estudiado a fondo y será presentado junto a otros casos en una conferencia en octubre en Canadá. No sólo eso. La experiencia del IAPB formará parte de un libro que publicará la Ocde en 2012, entre otras.

Paola Luksic, presidenta de la fundación Instituto Agrícola Pascual Baburizza, a cargo del colegio -y en cuyo directorio está también Gabriela Luksic y Oscar Lería, esposo de Paola-, cuenta que «es un orgullo que la Ocde haya escogido nuestro establecimiento. Esto avala el modelo de gestión implementado y nos permite compartirlo con otros colegios».

¿Por qué la Ocde miró el instituto que alberga a 400 alumnos y donde el 50% estudia gratis? «Les llamó la atención que fuera un modelo distinto del resto», indica Chamizo, y entrega algunas claves como que los alumnos pueden trabajar mientras estudian, estar en el campo, tener acceso a maquinaria de primer nivel y algunos pueden viajar fuera del país. «El lazo entre educación técnica y mundo laboral no siempre es tan claro y como lo logran tan bien, lo hace ser un modelo», afirma.

Otro aspecto en que reparó el organismo internacional es el cuerpo docente: un mix entre profesores y profesionales con otra formación como veterinarios, ingenieros agrícolas o agrónomos. A ello, la Ocde sumó el hecho de que gran parte de los alumnos vienen de los dos quintiles más pobres del país, con ingresos familiares por bajo $ 300 mil. «El 50% de los alumnos ya tiene más escolaridad que los padres», cuenta Humberto Lepe, director del instituto desde 1998. El 70% de la matrícula corresponde a alumnos que estudian internos. En un 80%, éstos provienen de colegios rurales de la IV, V y Metropolitana, de nivel socioeconómico bajo.

Lepe cuenta que la fundación «hace un link» con las necesidades del sector productivo, lo que se refleja en la malla de estudio: si bien en primero y segundo año tiene el foco en la formación general científico-humanista, en tercer y cuarto medio tienen más horas de inglés y computación, entre otras.

También cuentan con asesores educacionales externos, como la Corporación Educacional de la SNA, y tienen un consejo empresarial, donde está Rodrigo Echeverría, ex Fedefruta. «Contamos además con una bolsa de trabajo, donde empleadores llaman cada vez que necesitan un técnico», precisa Lepe.

Otro plus del modelo es la infraestructura. La de riego, por ejemplo, «es con tecnología mayor a la media de los agricultores de la zona», dice el director. En ocho años, la Fundación Luksic ha invertido $ 1.000 millones sólo en infraestructura y equipamiento, sin considerar la inversión inicial de la compra del terreno donde está emplazado el instituto. Este establecimiento posee 26 salas-taller, donde el itinerante es el alumno y no el profesor; una biblioteca técnica; cancha de tenis, piscina semiolímpica, entre otros.

Uno de los temas más innovadores es que la escuela tiene 35 hectáreas en producción de frutales y hortalizas, donde los alumnos participan en el proceso productivo cultivando uva de mesa, paltos, cítricos, semilleros de maíz, alcachofa, tomates y tienen un proyecto nuevo de olivos. El 25% de los ingresos se generan en esta unidad productiva que se trabaja con los estudiantes. «Exportamos uva de mesa a través de Del Monte a EE.UU. y Europa, cerca de 20 mil cajas al año (…). En la escuela hay una sala de ventas donde todos los días hay un alumno participando», relata el director.

El resto del financiamiento viene de los apoderados (5%) y subvención estatal (70%). Generan entre $ 5 y $ 8 millones anuales de excedentes, que se reinvierten anualmente en el colegio.

El modelo se ha ido consolidando y hoy quieren replicarlo a través de la creación de una fundación educacional, «que nos permita apoyar a nivel nacional varios liceos técnico profesionales en un plazo de aquí a cinco años», detalla Paola Luksic. «La meta son cinco colegios propios en todo Chile, donde la fundación sería sostenedora», añade Lepe, además de apoyar a otros establecimientos en la implementación del modelo. Uno de estos cinco colegios ya está en construcción en Los Vilos, IV Región, a cargo de Minera Los Pelambres. Con capacidad para 800 alumnos, éste debiera partir en marzo de 2013, con un foco industrial vinculado a la minería.

Fuente/La Tercera

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