Codelco, Mega, y Moller & Pérez Cotapos… el variado grupo de empresas que usa drones en sus negocios

Ago 3, 2015

En construcción se utilizan para obtener imágenes de una obra y en agricultura, para medir la calidad de los cultivos. En Chile ya hay 29 "pilotos" autorizados para operar estos aparatos.

(El Mercurio) Inspecciones visuales de edificios, análisis de cultivos, estudios de terrenos. Estos y muchos otros usos son los que tienen los drones, en jerga técnica, un vehículo aéreo no tripulado ( Unmanned Aircraft Vehicle , UAV, por sus siglas en inglés), popularmente identificado con el clásico helicóptero a control remoto, pero más moderno.

Esta tecnología ha proliferado con tanta fuerza en nuestro país que, en abril de este año, la Dirección General de Aeronáutica Civil dictó normas con los requisitos para sus usos (ver recuadro). Hasta la fecha, este organismo ha entregado 29 credenciales para «pilotos» u operadores de drones y hay 31 de estos aparatos registrados.

En registros visuales y avances de proyecto

Antofagasta Minerals, del grupo Luksic, ha utilizado drones en las mineras Centinela y Pelambres, ambas operaciones a rajo abierto, para tomar fotos y videos y no descarta seguir utilizándolos. «Podríamos a futuro utilizarlos en Antucoya para realizar registros similares, pero no tenemos planes concretos», señalan desde el grupo.

Desde 2014, Codelco usa esta tecnología en la División Gabriela Mistral. «Se trata de entregar un apoyo concreto a los trabajos de topografía, en orden de optimizar la información, tanto en el rajo mina, como en los pilas de lixiviación», indica Francisco Sánchez, superintendente de Innovación y Tecnología de esta división. Codelco arrienda el dron que usa en la División Gabriela Mistral, pero tiene uno propio en la División Andina, que lo utiliza para hacer mapeos en el terreno y prevenir posibles avalanchas.

En la construcción, Moller & Pérez Cotapos y Echeverría Izquierdo también han adoptado esta tecnología. «Estamos usando drones para imágenes de los terrenos, avances de construcción, edificios terminados y vistas de los proyectos, y, actualmente, hemos incorporado videos generados con drones», cuentan en Moller & Pérez Cotapos. Agregan que también lo han usado para captar imágenes de las obras en construcción.

En el caso de Echeverría Izquierdo, los usan desde 2012, para registrar y documentar los avances en sus proyectos, a veces a pedido de la entidad contratante (esta firma realiza obras para terceros), precisan en esta empresa, que al igual que las otras arrienda los equipos.

La estación televisiva Mega, por el contrario, decidió comprar un dron. «Decidimos internalizar la operación para tener mayor libertad de acción y ahorros al corto plazo», explica Alexis Collao, subdirector de Tecnología e Innovación de Mega. ¿Es rentable? «Lo es en la medida en que aprendes a sacarle partido, pues no se trata de una chochería, sino de una nueva forma de presentar nuestros contenidos como un elemento diferenciador».

Cuestan desde $25 mil a $10 millones

En el mercado local hay una gran variedad de drones, precios y funciones. Los conocidos como drones «de juguete», los más pequeños y que caben en la palma de una mano, cuestan desde $25 mil, y se usan para aprender a volar estos aparatos, cuenta Jorge Zalaquett, dueño de la tienda Drone Store.

Pero también hay equipos de precios intermedios, que parten desde $890 mil, con cámara full HD que no deforma el horizonte, que pueden volar hasta dos kilómetros y transmitir lo que están viendo. «Lo están comprando corredores de propiedades e inmobiliarias para revisión de tejados, y estructuras e imágenes de edificios. También se usan para vigilancia de campos», agrega.

Los equipos más sofisticados pueden superar los $10 millones, dependiendo de su autonomía, distancia de transmisión y capacidad de carga.

Uno de los equipos que están ganando terreno en este nivel son los que pueden captar ondas que no ve el ojo humano (cámara multiespectral), y que permiten captar aspectos que no son perceptibles a simple vista. «Se pueden identificar zonas donde los cultivos presentan alguna condición diferente, y así el agricultor puede optimizar sus recursos de agua, fertilizantes y pesticidas, mejorando la productividad», explica Cecil Acevedo, cofundador de HardDrones.

Los precios de este servicio para viñedos fluctúan entre 1 UF y 2 UF por hectárea, dependiendo de la resolución de la imagen y la cantidad de hectáreas que se analizan durante el ciclo del cultivo.

La variedad de equipos produjo un ajuste de precios a la baja aunque todavía lejos de los valores de Estados Unidos, donde los aranceles y costos de importación son más baratos. «Si hace un año y medio se quería comprar un dron de precio medio, había que invertir $2 millones; hoy $890 mil», ilustra Jorge Zalaquett, de Drone Store.

Norma exigirá requisitos de acuerdo con el peso del dron

El 2 de abril de este año entró en vigencia una normativa de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que establece los requisitos para el uso de drones en terrenos poblados. Además, hay una norma general que autoriza a volar drones en terrenos despoblados, para lo cual también se debe pedir autorización ante la DGAC, que estudia el proyecto y las condiciones en que se usará el equipo, explica Lorenzo Sepúlveda, director de Seguridad Operacional de la DGAC.

En caso de uso en lugares poblados:

La actividad a realizar debe ser de interés público . «Por ejemplo, la prensa requiere dar información, que es algo de interés público, en consecuencia se puede autorizar, o también se puede autorizar a un organismo del Estado, como el MOP, que lo requiera para medir la topografía de un lugar donde construirá un aeropuerto», ilustra Sepúlveda.

También es posible operar un dron en un terreno privado: «Por ejemplo, si una constructora está desarrollando un edificio en Las Condes y con su dron no va a salirse de su predio, puede usarlo. Pero si se pasa a la calle de al lado, ya está incumpliendo la norma».

Así, no está autorizado el uso de los drones para el reparto de productos, como pizza, sándwich o correo postal, porque en ese caso se utiliza el espacio público. Tampoco lo está en países como Estados Unidos, donde se exige que el operador del dron lo tenga a su vista en todo momento.

El dron debe estar registrado en la DGAC , por lo que tiene que cumplir ciertos requisitos técnicos, siendo el más importante, a juicio de Sepúlveda, que disponga de un paracaídas para aplacar el impacto ante una eventual caída y facilitar su avistamiento. «Un dron de 6 kilos, cayendo de 150 metros en caída libre -el máximo que pueden volar-, equivale al impacto de algo metálico de 50 kilos en 6 centímetros cuadrados. Es lo mismo que recibir un impacto en la cabeza de una piedra de 50 kilos», explica Sepúlveda.

El operario del dron debe obtener una credencial de la DGAC, para lo cual debe rendir exámenes en el organismo. .
La normativa para el uso de drones en zonas pobladas tendrá cambios en los próximos días, a la luz de su aplicación práctica, explica Sepúlveda. Se clarificará qué tipo de dron debe cumplir con los requisitos, porque hoy incluso los drones «de juguete» estarían incumpliendo la norma. Para esto, se tomará como criterio base el peso del equipo: si es que supera un determinado límite, deberá cumplir la norma y si es que pesa menos que eso, quedará exento.

Este año la DGAC está llevando adelante seis procesos infraccionales en contra de usuarios que han infringido la norma en terrenos poblados. Las multas que arriesgan van desde los $777.300 hasta más de $77 millones.

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