(La Tercera) Un final de película tuvieron Brant Webb y Todd Russell, trabajadores atrapados en una mina de oro durante 14 días en abril de 2006 y cuya historia fue considerada como «un inspirador ejemplo de compañerismo australiano». Al igual que la historia de los mineros chilenos, los dos trabajadores tuvieron en vilo a todo su país durante dos semanas. Este accidente constituía hasta ayer la tragedia minera de más larga duración de la que se tenga antecedente.
Como cada mañana, Webb y Russell se presentaron el 25 de abril de 2006 a trabajar. Un leve sismo de 2,2 grados de magnitud provocó el desprendimiento de rocas en la mina Beaconsfield de Tasmania -ubicada al sur de país- destruyendo parte de los túneles e ingresos a la mina. Dentro de ella, tres hombres quedaban atrapados. Junto a Webb y Russell estaba Larry Knight, quien no logró sobrevivir.
Los trabajos de rescate comenzaron de inmediato, pero todo hacía pensar que era poco probable encontrar con vida a los mineros. Cinco días más tarde y cuando las esperanzas se agotaban, equipos de rescate detectaron las voces de los mineros, quienes estaban atrapados en una pequeña jaula de fierro, la cual les sirvió de protección ante las rocas desplomadas en el temblor.
Durante cinco días, la pareja de mineros sobrevivió bebiendo agua de las paredes de la mina y compartiendo una pequeña barra de cereales que uno de ellos tenía en un bolsillo. Luego, de ser ubicados gracias a cámaras de imágenes térmicas, los equipos de rescate enviaron a través de un pequeño tubo plástico comida, ropa, una cámara digital y dos reproductores de música Ipod.
Mientras el rescate avanzaba, los mineros fueron informados de los progresos del mismo y siempre se ratificó su ubicación. Se utilizaron explosivos de bajo impacto, máquinas perforadoras, pequeños taladros de mano y motosierras con punta de diamante. Además, la pareja de mineros, debió extender mezcla bajo la jaula, a fin de nivelar la tierra y evitar derrumbes a su alrededor.
Tras una semana de excavaciones , los rescatistas dieron con los mineros, quienes salieron caminando y con los brazos en alto en señal de victoria, en medio de los vítores de cientos de personas que los esperaban a la salida de la mina.
Pese a que ellos han dicho que no tenían nada en común, entre ellos se forjó una amistad entrañable y el único tema prohibido eran sus respectivas mujeres y familias. De hecho, estando atrapados Russell pidió a Webb que de caerle rocas en las piernas no dudase en cortárselas con tal de salvarlo. Así, a medida que pasaban los días, ambos hombres se dieron ánimo.
«Nunca perdí la esperanza, porque Todd me lavó el cerebro. El siempre me repetía que la búsqueda continuaría hasta que encontrar nuestros restos», afirmó días más tarde Webb.A su salida, los medios australianos se peleaban la exclusiva. Convertidos en personalidades públicas.
«La probabilidad de que hubiésemos sobrevivido a la caída de las rocas, a que íbamos a tener el aire y agua suficiente. La posibilidad que todo sucediera a nuestro favor, sólo podría ser gracias a un milagro», comentó Webb en el TV.
Fuente / La Tercera