Piñera y los 33, según los recuerdos y revelaciones del ex Presidente

Jul 26, 2015

La extraña convicción que lo motivó a involucrarse personalmente, los llamados pidiendo ayuda internacional, la experiencia rusa que lo marcó y la idea que se le cruzó mientras veía a un rescatista ingresar a la cápsula Fénix... Ad portas del estreno de la película de Antonio Banderas y del quinto aniversario de los hechos, así los rememora el ex Jefe de Estado.

(El Mercurio) «Pocas veces he tenido intuiciones, pero esta vez sí y me aferré a ella. Cecilia (Morel) me preguntaba cómo sabía que estaban con vida y yo le decía que lo sabía, pero que no podía fundamentarlo con un razonamiento lógico. Eso es fe, y yo pocas veces la he sentido con más fuerza».

La confesión de Sebastián Piñera alude a aquellos días de agosto 2010 cuando, luego del derrumbe de la mina San José, en la III Región, el destino de los trabajadores sepultados bajo tierra permanecía en la incertidumbre. De lo sucedido en esos momentos es de lo que habló el ex Mandatario en un diálogo con el historiador Mauricio Rojas. Una conversación a cuyo contenido tuvo acceso «El Mercurio», y que devela cómo vivió el entonces Presidente la historia recogida por la película «Los 33», cuyo estreno, el próximo 5 de agosto, coincidirá con el quinto aniversario de los hechos.

«Probabilidades prácticamente nulas»

Ocupaba el lugar siete en la lista. Esa tarde Piñera se encontraba en Ecuador reunido con el Presidente Rafael Correa, cuando entró su asesora de prensa, Carla Munizaga, para entregarle un papel con las últimas noticias de Chile. Allí estaba, en la nómina, el caso que conmovería al país: un derrumbe en una pequeña mina en la Región de Atacama. La información era escasa y la confusión, alta. De inmediato ordenó al ministro de Minería, Laurence Golborne, que lo acompañaba en el viaje, volver a Chile. Él, a su vez, partió al día siguiente a Colombia, donde debía asistir al cambio de mando en que asumiría el poder José Manuel Santos. A él y al Mandatario saliente, Álvaro Uribe, les explicó que no podría asistir a la ceremonia, pues debía retornar al país, lo que concretó el sábado 7. Pero en lugar de aterrizar en Santiago decidió hacerlo directamente en la III Región:

«Varios ministros me plantearon que no era conveniente que parara en Copiapó, porque la situación en la mina era caótica (…) En el mismo aeropuerto me reuní con el ministro de Salud, Jaime Mañalich, el ministro Golborne, la intendenta Ximena Matas y otras personas. Ellos me plantearon que, tal como las cosas se veían en ese instante, las probabilidades de encontrar o rescatar a alguien con vida eran prácticamente nulas».

Lección clave: el submarino ruso

Luego de haber tenido ese sábado 7 su primer encuentro con las familias de los mineros, Piñera regresó tarde a Santiago.

«Recuerdo haber llamado a las principales empresas mineras de Chile y de otros países para pedirles consejos y ayuda sobre qué se podía hacer. También llamé a cuatro presidentes de países mineros para pedirles ayuda. De hecho, el pedir ayuda en forma temprana resultó ser un elemento muy poderoso para el éxito de la misión. Yo siempre recordaba lo que había ocurrido con un submarino ruso, el Kursk, que se había hundido en el mar de Barents. Al principio los rusos no quisieron pedir ayuda porque sentían que era un menoscabo a su orgullo o su prestigio, y cuando decidieron pedir ayuda ya era demasiado tarde. Cuando llegaron hasta donde se encontraban los marinos, estaban todos muertos».

En vuelo con Sougarret y Nelson Pizarro

El lunes 9, el entonces Presidente retornó a la mina. Iba acompañado por dos personas, recomendadas como las más competentes para liderar técnicamente un rescate: el ingeniero André Sougarret y Nelson Pizarro, actual presidente ejecutivo de Codelco.

«Durante el viaje en avión les iba explicando la situación con ayuda de unos dibujos que todavía conservo. Por supuesto que en ese momento sabíamos muy poco de lo que realmente había ocurrido y menos sobre la situación de los mineros a 700 metros de profundidad».

«¿Qué pasaría si los encontrábamos muertos?»

A medida que se conocían más detalles geológicos de la zona, el pesimismo cundía: la mina venía siendo explotada desde el siglo 19, y numerosas galerías no se encontraban suficientemente afirmadas. El operativo oficial estaba en marcha:

«En un momento determinado André Sougarret y el ministro Golborne me plantearon tres alternativas posibles, y opté por probar las tres simultáneamente. Así que teníamos tres focos distintos de perforación, con tecnologías distintas. Teníamos una tecnología petrolera, una tecnología minera y una tecnología hidráulica, que se utiliza para encontrar agua. Para llevar a cabo todo este esfuerzo, que estaba encabezado por Sougarret y los ministros Golborne y Mañalich, se llegó a reunir un equipo de cientos de personas, que iban desde los ingenieros, que veían la parte de las perforaciones, hasta los expertos en salud».

Las perspectivas eran complejas y las discusiones obligaban a considerar todos los posibles escenarios:

«Discutíamos sobre preguntas muy difíciles, como qué iba a pasar si seguían fracasando los intentos de encontrarlos y hasta dónde llegaba lo humanamente posible. También nos preguntábamos sobre qué pasaría si los encontrábamos muertos, qué haríamos entonces. Había que estar preparado para distintas circunstancias, incluso las más tristes».

«Están vivos, tu deber es rescatarlos»

El domingo 22 de agosto, alrededor de las seis de la mañana, una de las sondas de exploración rompió el techo de la galería donde se encontraba el refugio de los mineros. Como se sabe, el sábado 21 Piñera se encontraba en Santiago, acompañando a su mujer y a su suegro, aquejado este último de un cáncer terminal.

«Como a las 10:00 u 11:00 de la noche, Cecilia decidió irse a casa porque estaba agotada. Yo me quedé y en algún momento de la madrugada del 22 de agosto él recuperó la conciencia y me dijo: ‘los mineros están vivos, tu deber es rescatarlos’. Él era ingeniero y estaba muy preocupado, pero también muy motivado e informado sobre el rescate de los mineros. Pocas horas después murió. Llamé a Cecilia y le conté lo que su padre me había dicho, y luego agregué: ‘mira, te voy a decir una cosa que te puede parecer muy extraña, pero me voy a ir ahora mismo a la mina y voy a volver en la tarde para la ceremonia en la iglesia’. Y ella me respondió: ‘tienes toda la razón, anda’. Así que partí».

«Se dieron cuenta de que algo bueno pasaba»

La llegada del Presidente a la mina prácticamente coincidió con el hallazgo del famoso papel escrito por el minero José Ojeda: «Estamos bien en el refugio los 33». Entonces, junto con Golborne y los rescatistas, bajaron al «campamento Esperanza», como se llamó al lugar donde los familiares se instalaron, en espera de los suyos, durante todo el período.

«Los familiares observaron con sorpresa a este grupo que venía, y nos vieron las caras y de inmediato se dieron cuenta de que algo bueno había pasado. Ese encuentro fue algo inolvidable, cada abrazo, cada lágrima. Y es ahí cuando con ayuda de un megáfono le transmito a la gente, con el papel en la mano, lo que decía el mensaje allí escrito. Después de eso los llamamos a una reunión más organizada y les explicamos lo que venía».

¿Horizontal o vertical? El dilema del túnel

Una vez encontrados los mineros, la siguiente tarea, su rescate, se presentaba igualmente difícil.

«Lo que hicimos durante ese segundo período fue organizar dos equipos. El primero se ocupó del rescate, estando a cargo de André Sougarret bajo la supervisión del ministro Golborne. Allí se discutió mucho si hacer un túnel horizontal o insistir con la tecnología vertical. El túnel horizontal era más fácil de hacer porque la máquina que va penetrando en el cerro se puede desplazar, pero era mucho más largo. El vertical era más difícil pero más corto, así que se optó por la tecnología vertical. El segundo equipo estaba dirigido por el ministro Mañalich y su misión era velar por la salud física y emocional de los mineros».

«¿Quién organizó un procedimiento tan complicado?»

Finalmente, llegó el 12 de octubre, el día del rescate. Fue para Piñera un momento de decisiones. Técnicas, como no entubar todo el trayecto por el que pasaría la famosa cápsula Fénix 2, en la que saldrían los mineros, de modo de no seguir postergando la operación. Pero también determinaciones de otro tipo.

«Entre la prensa y el lugar del rescate se había interpuesto una enorme barrera visual que impedía ver lo que estaba pasando. Yo fui a hablar con la prensa y todos estaban indignados porque no se los dejaba transmitir en directo sus propias imágenes. La idea era que solo la cámara oficial filmara y entregara las imágenes en diferido. Además, primero se iba a llevar a los mineros por una especie de túnel a una clínica ambulante donde los iban a estabilizar y después de algo así como una hora iban a ir a una carpa donde esperarían las familias y también nosotros. Pregunté quién había organizado un procedimiento tan complicado y secreto, pero nadie me supo responder con claridad. Entonces decidimos cambiar toda esta planificación. Sacamos la barrera para dejar que los medios enviasen en directo su propia señal y transmitiesen lo que quisieran. Acá no había nada que ocultar, todo lo contrario. Este era un momento de triunfo, de alegría».

«¡Ni lo pienses!»

En medio de la operación, las ideas bullían. Incluida una: la de bajar el Presidente al refugio.

«La verdad es que en un momento se me pasó por la cabeza pero nunca fue una intención verdadera. En todo caso mi mujer, que me conoce bien, vio mi expresión cuando miraba a un rescatista que se subía a la cápsula y estaba listo para bajar y entonces me dijo: ‘ni lo pienses’… porque era obvio que lo había pensado».

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