(Economía y Negocios) Hace pocos días la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) eligió a Carlos Gálvez como nuevo presidente.
El dirigente, que lleva más de 40 años ligado a la minería privada de ese país, ha destacado por ser un hombre que dice lo que cree «sin pelos en la lengua», como advierte otro dirigente gremial de ese país. Por eso no deja de llamar la atención que haya sido electo por unanimidad. «Todos sabían a qué se arriesgaron cuando me eligieron», dice, mientras pregunta, cuando se le felicita por su elección: «¿Felicitaciones? No me felicite: deséeme suerte».
En su primera entrevista a un medio peruano no dudó en criticar al gobierno y exigir que se le dé un nuevo impulso a la minería, en que muchos auguran será solo su primer enfrentamiento con el Mandatario: «a Humala le falta convicción sobre la importancia de la minería», dijo.
-¿Y qué le respondió el gobierno de Perú tras sus declaraciones?
«Nada, pero me han mandado mensajes. No les gusta lo que yo digo».
-Perú ha trabajado en ampliar el Estado y asegurar que se materialicen inversiones mineras…
«No, eso no ha avanzado. La presencia del Estado no es homogénea por largo y ancho del territorio nacional, hay lugares que no tienen atendidas su necesidades básicas y eso es una fuente de conflicto».
-¿Falta más decisión del gobierno por la minería?
«El gobierno es dubitativo, a veces sí, a veces no. Hay un problema de convicción respecto de esta industria».
-Pero la minería en Perú está creciendo. En 2014 su avance fue casi marginal, pero en 2015 las expectativas apuntan a más de un 12%
«No es crecimiento continuo, no todos los días se instalan grandes yacimientos en Perú…».
-Tienen condiciones ventajosas en cuanto a costos, principalmente comparados con Chile.
«Definitivamente. Que nosotros tengamos minas más jóvenes, depósitos más jóvenes con costos de acarreo más bajos, o la ventaja que nos da el contar con precios de energía más bajos, no tener restricciones dramáticas de agua ni inflación de costos de mano de obra que se dan en Chile, nos permite competir económicamente».
-¿Eso es algo que miran empresas que llegan a Perú a invertir?
«Son los mismos que llegan a Chile. Nos dicen que buscan dónde invertir y que Perú les es conveniente».
-¿Más conveniente que Chile?
«En algunas cosas. Pero siempre es más verde el jardín del vecino».
-¿Cuánto crecería la minería peruana en 2016?
«Esperamos que con los proyectos que hoy tenemos, Toromocho, la expansión de Cerro Verde y el inicio de Las Bambas, vamos a producir 2,2 millones de toneladas a 2016».
-Es un crecimiento de casi el 100%
«Pero no es continuo. Acá los grandes proyectos nuevos se demoran mucho, hay muchas cosas que se convierten en restricción para la exploración, construcción y explotación de nuevos proyectos, no de expansiones, lo que hace de eso un factor limitante para el crecimiento».
-De la cartera de proyectos de Perú, que ronda los US$ 60 mil millones, ¿qué porcentaje es la cartera efectiva?
«Del orden de US$ 20 mil millones, un 30%».
-¿Y lo demás se perderá?
«No, va a pasar lo que pasa en Perú… Antamina (uno de los mayores yacimientos de Perú) se construyó 50 años después. Todavía tenemos pendiente Michiquillay».
-¿Se materializarán?
«Se van a destrabar. ¿Lo voy a ver yo? No, probablemente esos proyectos los verá mi nieto».
-Su antecesora, Eva Arias, decía que Chile era el camino a seguir. Y en algún momento se especuló que Perú podría alcanzar y superar a Chile en minería…
«De ninguna manera. Si hablamos en magnitud: Perú produce 1,3 millones de toneladas, Chile tiene 5,7 millones. Pero con proyectos que nosotros tenemos en proceso, y con plazos relativamente razonables, el valor de la producción minera total, si agregamos todos los minerales, podríamos subir de los US$ 20 mil millones que hoy exportamos a cerca de US$ 40 mil, y acercarnos a Chile».
-¿En qué plazo?
«El factor tiempo es al que estoy apelando».
-¿Perú podría superar a Chile?
«Yo creo que el Perú tiene el potencial para superar las ventas mineras de Chile. Es un reto formidable si todos los proyectos pudieran viabilizarse, lo que demoraría unos 10 o 15 años».