Minero Darío Segovia viaja a Portugal y planea crecer en el rubro frutas en Chile

Feb 21, 2011

Fue el minero número 20 en salir de la mina San José. Alejado de las cámaras y la fama, Segovia se ha concentrado en montar su propia empresa de frutas y ya está siendo apoyado por un empresario de Portugal.

(El Mercurio) La historia comenzó hace 20 años, cuando un joven Darío Segovia acompañaba a su padre, Darío Manuel Segovia, a trabajar a una mina cerca de Vallenar.
Una vez terminadas las labores en la mina, volvían al pueblo y aprovechaban las casi tres horas que separaban el yacimiento de su casa, para conseguir frutas en el camino del valle del Huasco, las que luego venderían a sus vecinos.

Fue así como Darío Segovia -uno de los rescatados de la mina San José- comenzó a acercarse al rubro de la fruta.
Después, en sus días libres, Darío acompañaba a su padre a trabajar para los grandes productores de olivas. Aprendió así el cuidado de la fruta, pero lo que más le gustaba era ir a los cultivos de tomates.

«Siempre encontré muy agradable trabajar con las manos en la tierra, tocando y observando esa tremenda fruta roja que crece en el valle», rememora, con el cinturón de seguridad ya abrochado arriba de un avión Airbus, que el 18 de enero lo hizo cruzar el océano Atlántico rumbo a Portugal.

Una invitación lo llevó a contactarse con Grupo Frutas Ernesto -uno de los mayores distribuidores de frutas del país luso-, en un viaje que lo ayudará con el plan que hace años trae entre manos: dedicarse de lleno al rubro frutícola.

Sin embargo, los primeros pasos ya los había dado años atrás, con el capital que había recibido en una pequeña herencia.

Gracias al viaje, resultaron conversaciones -aún preliminares- con dicha compañía europea, para que le ayuden en su anhelado emprendimiento. Hoy entre las opciones del ex minero con la empresa europea es que ésta lo apoye a financiar un camión, hasta que éste ayude a Frutas Ernesto, si es que la firma opta por importar directo desde Chile.

El nexo
Cuando Darío Segovia salió de la mina, fue con quien la Fénix II se demoró menos en recorrer los 700 metros que lo separaban de la superficie.

Al abrirse la cápsula, le dio la mano al ministro Laurence Golborne y abrazó a su esposa, se instaló en la camilla que lo llevaría al chequeo médico, y lanzó una frase: «Quiero instalar una frutería», dijo.

El comentario hizo sentido al otro lado del Atlántico a uno de los empresarios más influyentes del sector frutícula de Portugal, Ernesto Couras (42), fundador del Grupo Frutas Ernesto, y quien con su mujer, Rosa Candeias, vive en Estarreja, a 40 kilómetros de Porto, en Portugal.
«Encuentro increíble que en Portugal alguien me haya escuchado. Me han invitado de muchos lugares desde que salí de la mina, pero nunca me imaginé que iría a Portugal. Y menos para algo que me motivara tanto como es intentar crecer a través de la fruta, lo que debería haber hecho siempre», contó Segovia, ya instalado en Europa, mientras cruzaba las primeras palabras con Ernesto Couras, quien lo fue a buscar personalmente al aeropuerto.

«El motivo principal del viaje es que aumentes tus conocimientos en el rubro, que sepas cómo funciona esta industria internacionalmente y consideres nuestros controles de calidad como una situación ideal para llevar tu negocio», explicó Couras a Segovia.

Al llegar a Estarreja, a Segovia lo esperaban casi como a un héroe. Se reunió la banda de la Escuela de Aviación para entonar el himno de Chile y otras canciones, tocadas exclusivamente para él.

Lo recibieron las máximas autoridades de la zona, junto con los empresarios más importantes del sector. Todos querían saber la historia de la mina, y tocar al minero Segovia, para ver si se les pegaba algo de su suerte por salir con vida de la Mina San José.

Ernesto Couras se reunió a solas con Segovia, conversaron y caminaron observando la fruta que la firma de Couras tiene en inmensos galpones y que distribuye a todo Portugal.

«No pensé que esto me serviría de ayuda. Al primer día, me acabo de dar cuenta que no puedo seguir comprando fruta en Copiapó, debo viajar yo con mis propios medios a buscar la fruta directamente con los productores cerca de Santiago. Vamos a fijar un plan de trabajo y me he dado cuenta lo importante que es cómo presentar la fruta. Con actos tan simples como tenerla bien ordenada lucen toda su calidad», reflexiona Segovia.

Para formalizar sus intenciones mutuas, Ernesto Couras invitó a Darío Segovia a uno de los lugares más simbólicos que cualquier católico debería visitar en Portugal: el Santuario de la Virgen de Fátima, el sitio de peregrinación más importante de dicho país, y el tercer lugar de oración más importante de Europa.

Darío Segovia ya fundó su pequeño negocio en Copiapó con el nombre de Montecristo, el mismo nombre que llevan las pequeñas fruterías locales que también maneja Frutas Ernesto.

Nunca me imaginé que iría a Portugal. Y menos para algo que me motivara tanto como es intentar crecer a través de la fruta».

Darío Segovia La pequeña herencia con la que se inició en la fruta

Darío Segovia tenía el sueño de dedicarse a la fruta desde que acompañaba en su adolescencia a su papá a recolectar tomates. Pero lo tuvo que dejar para subir a la mina y aprender el oficio que le daría de comer los próximos 28 años.

Pasaron 13 años, hasta que cuando cumplió los 35 recibió dos millones de pesos de una herencia familiar. Con ellos consiguió una camioneta, y lo primero que subió al vehículo fueron casi 200 kilos de frutas y verduras que -sin conocer mucho el rubro- partió a vender a los pueblos cercanos a Copiapó.

«Recuerdo que lo pasé tan bien manejando mi propio auto y conversando con cada uno de quienes me compraban fruta; eso es algo que me da energía todos los días, es loo que más valoro de vender frutas, y por eso que lo hago siempre que tengo un tiempo libre», contó durante el vuelo a Portugal, un país donde la mayoría de la fruta que se consume es chilena, pero comprada a España.

A su turno, Ernesto Couras y su esposa comenzaron vendiendo frutas entre las callecitas con mosaicos de Estarreja y Porto:
«Todo el día lo pasábamos ofreciendo nuestros productos en la calle, hasta que un día fuimos a España de paseo, y como me gusta la fruta, lo primero que hice fue ir al mercado. Ahí me di cuenta de que el valor unitario era menor que en Portugal», cuenta Couras, quien tras averiguar el recorrido de la fruta que vendía, contabilizó siete intermediarios. Se propuso cambiar, «y eso sólo lo lograría yendo yo a buscar la fruta a España y a pequeños productores locales», explica. Después de ahorrar tres años para comprarse su primer camión, hoy tiene utilidades por más de US$ 116 millones de euros al año.

«Creemos que lo más importante para Darío, para ser un líder en su zona, es ampliar la visión del mundo, lo que ahora le estamos dando. Su límite ya no es Santiago, sino que otro continente», reflexiona Abílio José Ferreira da Silveira, alcalde de Estarreja.

Fuente / El Mercurio

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