En días recientes hemos visto en la prensa numerosos artículos acerca de nuestra actividad minera, enfocados principalmente en dos temas de trascendencia innegable: la capitalización de Codelco y la baja experimentada por nuestro país en el ranking del Informe Fraser de Canadá, ubicándose en el puesto 11° entre los lugares más atractivos para la inversión en minería.
En lo que toca a Codelco y su capitalización, entendemos que es un tema de importancia no solo para asegurar y superar el actual nivel de producción para permitir recursos frescos al Estado destinados a inversión en capital social, sino también por cuanto un país como el nuestro tiene la obligación de entregar un mensaje inequívoco de apoyo a su principal vehículo estatal, allegándole recursos frescos que le permitan la materialización de sus proyectos estructurales. La junta de accionistas de Codelco, conformada por los ministros de Hacienda y Minería determinó para este año no aportar ningún recurso fresco a la empresa, permitiéndole capitalizar una parte de la utilidad generada en la operación de Anglo American. La autoridad ha dicho que esta capitalización le permitirá a Codelco continuar endeudándose en el mercado financiero. ¡Muy mala noticia y muy mala señal para la inversión minera! El Gobierno de Chile, quien sea su conductor, tiene que asegurar la entrega a Codelco de recursos frescos que le permitan mantener su lugar de privilegio en el concierto de la industria del cobre mundial. Para evitar que se sigan produciendo situaciones como la de hoy es una obligación-país acordar una estructura de capitalización que permita a la empresa disminuir su endeudamiento.
Respecto de los resultados recientes del Fraser Institute, que nos hace bajar en su ranking del 2° lugar en 2004 al 11° en 2013, más que preocuparnos su relevancia nos llaman a reflexión las dificultades que hoy encuentra el desarrollo de un proyecto minero en Chile. El alto costo de la energía, la necesidad de abastecerse de agua de mar, la feble situación de los permisos ambientales y el excesivo número de permisos que se requiere para poner en marcha un proyecto minero, son todas situaciones de las cuales el país tiene que hacerse cargo si queremos mantener nuestra competitividad. ¿Cómo hacerlo? En primer lugar, haciendo realidad de una vez por todas el concepto de “ventanilla única” para los permisos, revisando la extensa normativa vigente, con leyes que datan de comienzos del siglo XX y otras que obedecen a realidades y situaciones que hoy no resultan relevantes, dando certeza a aquellos permisos otorgados dentro de un procedimiento de participación ciudadana regulada.
En cuanto a energía, es un tema que debe ser resuelto en los próximos meses puesto que de su resolución no solo depende el crecimiento minero sino el crecimiento del país, primando una visión realista sobre una visión ideal que haga factible utilizar en forma coordinada las mejores fuentes de generación disponibles. Con mayor energía y costos más razonables incentivaremos el uso de agua de mar para la minería, lo que beneficiará también a las actividades económicas que tienen su centro en la agricultura en el norte del país.
Hacernos cargo y solucionar los temas referidos permitirán a Chile reposicionar su actividad minera y su atractivo como uno de los mejores destinos para la inversión en minería.