Informe de la CNEP advierte que productividad en Chile permanece estancada

Ene 14, 2025

El presidente de la institución, Raphael Bergoeing, afirmó que “la economía no está logrando generar más valor mediante el uso optimizado de los recursos, lo que restringe su capacidad para sostener un desarrollo económico robusto, competitivo y sostenible en el tiempo”.

Una variación entre -0.2% y 0.1% en la Productividad Total de los Factores (PTF) es lo que estima la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP) para 2024, tanto en la economía agregada y para la economía no minera.

Así lo informo este martes el presidente de la CNEP, Raphael Bergoeing, junto al secretario ejecutivo de la entidad, Rodrigo Krell.

Aunque el rango proyectado para 2024 (-0,2% y 0,1%) demuestra una interrupción a las caídas sucesivas de la productividad registradas en años anteriores, (rangos de –1,1% y -1% en 2023; y -4,6% y -4,5%, en 2022), no puede interpretarse como una recuperación estructural ni un cambio de tendencia.

Cabe menciona que los aumentos excepcionales observados en 2020 y 2021, impulsados por la reapertura de la economía y los estímulos fiscales y monetarios post-pandemia, fueron un evento transitorio que no logró revertir el estancamiento de fondo. En el resto de los años, la PTF sigue mostrando un desempeño limitado que deja al crecimiento económico del país dependiente de factores acumulativos como el trabajo y el capital.

En la oportunidad, Bergoeing advirtió que, dado que la productividad es la variable más importante que determina el crecimiento de un país, porque mejora la eficiencia en el uso de recursos y tiene un potencial ilimitado, se observa que Chile está ante un desafío estructural: “La economía no está logrando generar más valor mediante el uso optimizado de los recursos existentes, lo que restringe su capacidad para sostener un desarrollo económico robusto, competitivo  y sostenible en el tiempo”.

“Adicionalmente, los ajustes de calidad de capital humano y utilización de capital prácticamente no variaron respecto del año anterior. De esta forma, el capital y trabajo son los principales factores que contribuyen al crecimiento económico, minimizando el rol de la productividad en el crecimiento durante 2024”, agregó.

La PTF, indicador que mide cuán eficientemente una economía utiliza y combina sus recursos como el trabajo y capital para agregar valor, permite determinar cuánto del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) proviene de avances en la eficiencia, y no del incremento en la cantidad de recursos empleados.

Mientras en los años 90, las mejoras en productividad superaban el 3% anual, contribuyendo significativamente al crecimiento económico (entre 1991 y 1995, el crecimiento promedio del PIB fue del 7,6% anual, y la productividad aportó aproximadamente el 40% de ese incremento: cerca de 3 puntos porcentuales), en las últimas dos décadas, Chile ha experimentado un estancamiento en su productividad.

Durante la primera década de los 2000, la acumulación de capital reemplazó gradualmente a la productividad como el principal motor del crecimiento. Entre 2001 y 2005, la Productividad Total de Factores creció en promedio un 1,3% anual, pero entre 2006 y 2010 cayó un 0,2% anual promedio, mientras que el capital aportó un 2,7% anual al crecimiento del PIB, consolidándose como el factor predominante para el crecimiento económico.

El informe precisa que, en 2024, este patrón se mantiene. La PTF se encuentra un 1,5% por debajo de su nivel prepandemia, lo que refleja una caída en la eficiencia con la que se utilizan los recursos. Aunque el número de trabajadores ha crecido un 4,5% y el stock neto de capital es un 15,7% mayor que en 2019, el nivel de producción, medido a través del PIB real, ha aumentado solo un 9% en el mismo período. Esto significa que, aunque hay más recursos disponibles (trabajo y capital), estos no se están utilizando de manera eficiente para generar un crecimiento proporcional.

“A este ritmo, sin mejoras en eficiencia, la economía chilena tardaría 30 años en duplicar su ingreso. En cambio, si se lograra un incremento del 1% anual en productividad, ese plazo podría reducirse en casi una década, demostrando su papel fundamental para acelerar el crecimiento y el bienestar económico”, precisó el presidente de la CNEP, Raphael Bergoeing.

Para la economía sin minería, se observa algo similar. Respecto del año anterior, se proyecta que la producción aumentó aproximadamente un 2%, impulsada exclusivamente por un aumento conjunto del capital y trabajo, observándose una variación en la productividad no minera de entre -0.2% y 0.1%.

Al ahondar en la materia, Bergoeing indicó que “el hecho que el crecimiento de Chile dependa principalmente del aumento en los recursos, como una mayor cantidad de trabajadores o nuevas inversiones en infraestructura, y no de mejoras en la PTF, representa un límite estructural al potencial de desarrollo del país a largo plazo. El crecimiento basado en la PTF, no solo es más sustentable en el tiempo, sino que también permite maximizar el uso de los recursos disponibles. Redirigir los esfuerzos en mejorar la PTF, permitirá optimizar el uso de los recursos disponibles, fortalecer nuestra competitividad global, y garantizar mayor bienestar económico y sostenible para las personas”.

¿Qué hipótesis explican el estancamiento de la productividad?

Rodrigo Krell detalló que “en base a las limitaciones que presenta la medición de la Productividad Total de Factores, las cuales surgen de la complejidad de evaluar cómo interactúan y contribuyen al crecimiento los distintos factores productivos —trabajo, capital y eficiencia—, es fundamental comprender los desafíos asociados a este indicador. Estas limitaciones condicionan tanto la interpretación de sus resultados como la identificación precisa de los determinantes de su estancamiento”.

Explicó que “la desaceleración de la productividad, no es un problema exclusivo de Chile, sino un fenómeno que se ha extendido a nivel global desde la crisis financiera de 2007. El crecimiento de la PTF en el mundo ha disminuido drásticamente. Durante el período 2008-2023, este indicador creció apenas un 0.6% anual, muy por debajo de los registros de décadas anteriores. Esto refleja una tendencia sostenida de menor inversión en tecnología, endurecimiento de condiciones crediticias y menor dinamismo empresarial, elementos que han restringido las posibilidades de avance en numerosos países”.

En el caso de Chile, además de enfrentar estos desafíos globales, aseveró que “existe un problema estructural relacionado con la eficiencia en la asignación de recursos. Cuando el capital y el trabajo no se destinan a las empresas más productivas, el crecimiento de la economía se ve limitado. Estudios recientes indican que, si logramos mejorar esta asignación, podríamos incrementar la PTF en hasta un 44% para toda la economía. Sin embargo, seguimos enfrentando barreras importantes, como rigideces en el mercado laboral y los largos plazos para la aprobación de proyectos de inversión, que dificultan esta redistribución eficiente”.

Otro factor que ha impedido sostener incrementos en la productividad en el mediano y largo plazo, es el déficit en innovación empresarial. “Al respecto, los datos muestran que la inversión en investigación y desarrollo (I+D) en Chile es comparativamente baja”, lo que calificó como una de las grandes debilidades del país. “En 2022, el gasto en I+D representó solo el 0.39% del PIB, una cifra muy inferior al promedio de la OCDE, que supera el 2.7%. Aunque sabemos que la inversión en I+D es clave para fomentar la innovación y mejorar la productividad, muchas empresas chilenas son reticentes a invertir debido a los largos plazos e incertidumbres asociadas con los retornos de estas iniciativas”, afirmó.

Por otra parte, el sistema educacional y, en general, de formación de competencias para el trabajo tiene deficiencias importantes que le han impedido conjugar su aumento en la cobertura con una mayor calidad. «Reiteradas mediciones sobre el nivel educativo de la población señalan inequívocamente que un porcentaje elevado de la fuerza de trabajo no cuenta con las habilidades mínimas para desempeñarse en los empleos que demanda una economía global crecientemente compleja y digitalizada», destacó.

Continuando con el análisis de posibles hipótesis que explican la baja productividad, destacó que si bien la integración de la inteligencia artificial (IA) en usos productivos en Chile es todavía incipiente, su adopción tiene el potencial de transformar profundamente la economía chilena, especialmente en sectores clave como la minería, la agricultura y los servicios.

“Al automatizar tareas rutinarias, mejorar la precisión en los procesos y optimizar la toma de decisiones, podría aumentar la productividad total de los factores al permitir un uso más eficiente de los recursos disponibles. Sin embargo, su verdadero impacto depende de la capacidad de integrar estas tecnologías en las cadenas de valor existentes, complementando las habilidades humanas en lugar de sustituirlas. Esto requerirá esfuerzos significativos en formación laboral, desarrollo de infraestructura tecnológica y un marco regulatorio que fomente la innovación”, comentó.

Precisó que, en el caso de Chile, “las empresas aún enfrentan barreras relacionadas con la falta de recursos, capacitación e infraestructura tecnológica. Aunque hay casos puntuales de éxito, como en la minería, todavía estamos lejos de aprovechar plenamente esta tecnología como un motor de productividad”.

El documento de la CNEP también consigna que, a nivel global, ningún país ha logrado aún aumentar significativamente su productividad gracias a la IA, lo que refleja tanto la complejidad de integrar esta tecnología como la etapa temprana de su desarrollo. Si bien economías avanzadas como Estados Unidos y China lideran la inversión y experimentación en IA, sus impactos en la PTF han sido, hasta ahora, marginales. Esto sugiere que la plena incorporación de la IA en los procesos productivos es un desafío a largo plazo, que requiere no solo avances tecnológicos, sino también adaptaciones sociales, culturales y organizacionales profundas.

En base en el contexto internacional descrito, se precisa que Chile tiene la oportunidad de aprender de las experiencias de otros países, mientras avanza en la creación de condiciones para que la IA sea un motor efectivo de productividad en el futuro.

Por otra parte, y en línea con la caída de productividad agregada en 2023, el informe de la CNEP dio cuenta además que seis de los ocho sectores productivos redujeron su PTF dicho año.

Mientras sectores como Electricidad, Gas y Agua (EGA) y Construcción registraron incrementos en la PTF, con crecimientos de 12.3% y 1.6% respectivamente, la mayoría de los sectores experimentaron caídas significativas. Por ejemplo, el sector minero tuvo una disminución del 5,4% en su productividad, arrastrado por factores estructurales como la menor ley del mineral, problemas operativos y una caída en la producción de Codelco. Otros sectores como comercio, hoteles y restaurantes también mostraron una importante contracción (-5.3%), influenciada por la reducción del consumo de los hogares en un 5.2%.

Los resultados positivos en EGA están asociados al uso de insumos renovables de menor costo, como energía hídrica, solar y eólica, mientras que en construcción, la salida de empresas menos productivas podría explicar la mejora en el rendimiento promedio del sector. Sin embargo, estos casos contrastan con sectores como minería y comercio, que enfrentan desafíos estructurales más complejos.

En esa misma línea, solo tres sectores—Agricultura, EGA y Servicios—superaron los niveles de productividad prepandemia (2019) entre 2020 y 2023, destacando el papel de los recursos renovables y la diversificación en la recuperación. En cambio, el sector minero se mantiene 24 puntos porcentuales por debajo de sus niveles prepandemia, aunque con una atenuación en la magnitud de su caída en comparación con años anteriores.

Por otro lado, Rodrigo Krell ahondó en que la PTF no es el único indicador posible para comprender la productividad. Al respecto, junto con destacar que esta es la segunda vez que la CNEP incluye la Productividad Laboral en sus análisis, explicó que, a diferencia de la PTF, que mide cómo se combinan capital y trabajo para generar valor, la productividad laboral se enfoca exclusivamente en el rendimiento del trabajo. “Es una medida más directa y sencilla, particularmente útil para comparaciones internacionales, que mide cómo el trabajo contribuye al crecimiento económico, evaluando cuánta producción genera cada unidad de trabajo”.

Expresó que si bien la productividad laboral en 2024 creció un 1.0% respecto al año anterior, fue impulsada principalmente por un aumento del capital por trabajador, conocido como profundización del capital. “Esto significa que cada empleado tuvo acceso a más recursos, como herramientas y tecnología, que incrementaron su capacidad productiva. Sin embargo, el impacto de otros factores, como capital humano y eficiencia general medida por la PTF, fue limitado”, precisó.

Adicionalmente, Krell detalló que, aunque la productividad laboral muestra una tendencia positiva desde 1990, y su valor el 2024 más que duplica al observado para 1990, su ritmo de crecimiento ha disminuido considerablemente. “Entre 1991 y 2010, creció a un promedio anual del 3.3%. Sin embargo, entre 2011 y 2024, dicha tasa cayó a 1.3%”.

“Lo anterior se traduce en que, si bien hemos mejorado nuestra posición relativa respecto a otros países, aún no hemos logrado cerrar la brecha con economías más desarrolladas. En 2022 nos posicionamos dentro de los países con menor productividad laboral en la OCDE, superando solo a Colombia, México y Costa Rica. Esto revela una brecha significativa respecto de economías más avanzadas y subraya la urgencia de mejorar nuestro desempeño laboral y limitaciones estructurales para impulsar el desarrollo económico”, destacó.

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