Nuestro pequeño mundo

May 5, 2017

La industria debiese hacerse más creíble no sólo comunicando más, sino que siendo más transparente y reportando ampliamente su quehacer.

Los “mineros” chilenos vivimos en un mundo propio, en que nos retroalimentamos. Es un mundo en que no todo se dice abiertamente, pero todo se conversa y se sabe.

Mientras tanto, los chilenos se enteran de nosotros sólo cuando sube o baja el precio del cobre, cuando hay un accidente, cuando alguien pierde plata, hay una huelga y, ciertamente, cuando hay un episodio ambiental.

Pero ¿qué podíamos esperar? Por décadas el Estado, las empresas extranjeras e incluso Codelco tuvieron un bajo perfil en el país.

Óscar Landerretche planteó en la semana Cesco que el pobre conocimiento de la minería por parte de los chilenos y la falta de credibilidad de la industria serían los causantes de la desafección creciente de la población con ésta. Veamos.

Según el Minerobarómetro, encuesta realizada desde 2006, cara a cara a nivel nacional desde Arica a Punta Arenas, los chilenos saben hartas cosas del cobre y de la minería, pero con un nivel de profundidad mínimo.

La mitad de la población sabía en 2006 cuáles eran los principales metales que producía Chile y que éste era primer productor del mundo en cobre. Los chilenos saben cuándo el precio del cobre está alto o bajo. Saben que cuando el precio es bajo al país no le está yendo bien, y que cuando está alto les llega más plata al bolsillo. El año de mayor satisfacción (74%) con la minería fue 2009, en que se entregó US$10.000 millones del fondo soberano a los chilenos. En 2016 la satisfacción cayó a 62%. Señalan que lo peor de la minería es el medio ambiente y lo mejor la seguridad y la alta calidad de los empleos, pero también que con precios bajos hay menos puestos de trabajo.

Saben que Codelco es la más grande, y que Chuquicamata le sigue. Saben que quieren a Codelco estatal (80%) y más del 65% desea nacionalizar las mineras privadas, claro que el 80% quiere también nacionalizar las eléctricas, las AFP, y más del 60% los bancos y las isapres.

Menos del 10% conoce cuáles empresas son chilenas o extranjeras, con excepción de Codelco. En 2016 menos del 10% identificaba las marcas mineras corporativas como Antofagasta Minerals, Anglo American o BHP Billiton. En pregunta abierta en 2006 la primera y segunda prioridad para las cosas que tenían cobre eran los adornos y utensilios como ollas, sólo un 9% indicaba artefactos eléctricos y 11% motores. El 56% no ubicaba a personalidad minera alguna y un 75% no conocía a ninguna empresa proveedora de la minería.

Entre 2011 y 2013 el 42% pensaba que el litio era un mineral, un 11% que era un remedio y 39% no sabía.

Entonces, se puede mejorar el nivel de conocimiento de la población sobre la minería. Con ello debiese subir el apoyo que ésta tiene en el país, como demuestran todos los estudios. La industria debiese hacerse más creíble no sólo comunicando más, sino que siendo más transparente y reportando ampliamente su quehacer.

No puedo olvidar lo que decía Theodore Moran, investigador de la Universidad de Harvard, quien escribió una de las mejores obras sobre el cobre chileno en el siglo XX: que el grado de dependencia de Chile de empresas extranjeras generaba una desconfianza enorme por parte de los chilenos de diversas tiendas políticas, ya que dichas organizaciones no sólo tenían un peso descomunal en el devenir del país sino que sus directores eran nombrados en el exterior, se auto perpetuaban, la necesidad de reportar sus decisiones era limitada, y el grado de comprensión de dichas decisiones era mínimo por parte de la clase dirigente del país debido al secretismo natural de las empresas.

Gustavo Lagos

Profesor de Ingeniería de Minería de la Pontificia Universidad Católica.

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