La hoja de ruta de la Estrategia Nacional del Litio debe estar marcada por el diálogo y avances

Jun 6, 2023

Ya ha pasado más de un mes desde el anuncio de la esperada “Estrategia Nacional del Litio”, y los avances más relevantes en su implementación han sido la creación de […]

Ya ha pasado más de un mes desde el anuncio de la esperada “Estrategia Nacional del Litio”, y los avances más relevantes en su implementación han sido la creación de un par de filiales en Codelco, y la firma del mandato de Corfo a esta última, para que negocie su ingreso en la explotación del litio junto a SQM.

Esta política nacional, y en especial la creación de una “Empresa Nacional del Litio”, fueron parte importante de la campaña del Presidente Gabriel Boric, así como de su primera Cuenta Pública en 2022 y, ciertamente, en la de este año. Por otro lado, el año 2022 los ingresos por el litio al fisco alcanzaron los US$5.000 millones, duplicando el aporte de Codelco.

No cabe duda que estamos frente a una oportunidad única, de esas que le ocurren una o dos veces en la historia a un país, pero todo indica que la estamos dejando pasar.

La “Estrategia Nacional del Litio” que se nos ha presentado es más bien un conjunto de lineamientos, intenciones y principios generales respecto de lo que se espera hacer, pero le falta sustancia, y se nota. Se presenta sin haber conversado con las comunidades de los salares, empresas incumbentes e interesados en ingresar a este mercado. Es un “llamado”, según se nos ha explicado, a abrir el diálogo entorno a lo que hay hacer, pero de estrategia, poco y nada.

Y es que no hay tiempo. Resulta que el boom del litio “no es para siempre”, es una ventana que puede durar 10 o 20 años. Aun cuando la electromovilidad permite proyectar una demanda progresiva de litio, el precio del mineral ha sido fluctuante y nada nos asegura que los altos precios de los últimos periodos se mantengan constantes en el tiempo. Adicionalmente, la tecnología avanza y el reciclaje del litio irá en incremento, al punto que se espera que en un par de décadas la mayor fuente para baterías sea litio “secundario” obtenido a través del reciclaje.

Al mismo tiempo, vemos cómo Australia ha tomado la delantera como primer productor mundial de litio, pese a tener menores reservas que Chile, dejándonos en un segundo lugar; mientras que Argentina está acaparando el interés de nuevos actores, proyectando un crecimiento en su producción que nos podría relegar a un tercer lugar como productores para fines de esta década.

En ambos casos, bajo un esquema de mayor participación del sector privado y con royalties e impuestos más convenientes que los que se pretenden aplicar en Chile, y que podrían hacer que el costo de nuestro litio deje de ser competitivo, pese a ser más puro, abundante y fácil de extraer.

Pareciera que la imagen de la “Empresa Nacional del Litio”, que aún no se detalla en qué consistirá ni operará, tiene cegados a nuestros dirigentes respecto de cómo está operando el resto del mundo. Además de Chile (que lo hizo por razones militares en el contexto de la Guerra Fría), sólo Bolivia sigue considerando al litio como un “recurso estratégico”, y no es un buen ejemplo en cuanto a desarrollo de esta industria, pero queremos seguir con esta definición, que no tiene ninguna justificación. Adicionalmente, en la Estrategia Nacional del Litio se hacen exigencias respecto de métodos y tecnología de extracción, que no están probadas a gran escala en el mundo. Uno podría preguntarse ¿qué podría salir mal?

Ya el solo anuncio de la Estrategia Nacional del Litio generó incertidumbre en los mercados y una pérdida de valor enorme a nivel bursátil. Vimos declaraciones contradictorias entre distintas autoridades sobre la “recuperación del litio”, “nacionalización” (que en este caso no lo es), diversos conceptos de “control”, y llamados a “negociar voluntariamente” con el Estado, que no ayudaron a entender lo que quizás se quiso decir.

Esperemos que en los meses que vienen tengamos avances importantes en esta materia, con diálogos verdaderos, sin consignas, basados en la evidencia empírica, confiando en la experiencia de quienes conocen esta industria, pero, sobre todo, con la capacidad de reconocer tempranamente, cuando un plan está mal, y así poder corregirlo a tiempo.  Urge, por Chile.

Luciano Cruz, abogado socio del estudio Arteaga Gorziglia

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