Desarrollo territorial sustentable

Ene 12, 2015

Se requiere de una entidad cuya función sea la articulación del desarrollo territorial, y que vaya armonizando los intereses de los diferentes stakeholders.

Para el desarrollo de cualquier proyecto de inversión se hace cada día más evidente la necesidad de analizar la interacción entre las características ambientales, las socioculturales y la vocación productiva del territorio donde será el emplazamiento, para comprender, desde la identidad territorial, no solo los impactos negativos que cada proyecto pueda generar, sino también sus aportes al desarrollo económico local.

La vocación productiva del territorio condiciona el tipo de industria que ahí se instala, otorgándole también un cierto arraigo cultural a la actividad con vocación territorial. Esto se manifiesta naturalmente cuando ha habido historia común entre ambas. En la misma dirección, existe un natural alineamiento entre el desarrollo económico territorial y su vocación productiva, haya o no haya arraigo cultural, es decir, los proyectos se van a ubicar donde el territorio brinde las mejores ventajas competitivas de largo plazo.

Si existe esta obvia conjunción entre el territorio y los proyectos con “identidad territorial”, ¿por qué se genera resistencia a su desarrollo? Son tres condicionantes estructurales que soportan esta resistencia: (i) carencia de arraigo cultural, (ii) falta de beneficios territoriales, y (iii) debilidad institucional.

Hay proyectos con carencia de arraigo cultural, es decir, que aunque tienen una fuerte vocación territorial no son vistos por el territorio como algo natural para ellos; son proyectos sin identidad territorial, lo que sostiene un “conflicto de identidad” entre lo que el proyecto representa a los ojos del territorio y lo que la iniciativa propone.

Por otro lado, en Chile no existen tributos territoriales asociados a la rentabilidad de los proyectos, lo cual se traduce en un desincentivo que hace percibir el desarrollo de proyectos no como un beneficio territorial, sino que como un costo.

La debilidad institucional se aprecia al constatar un desalineamiento entre los instrumentos de planificación territoriales con los sectoriales, y entre los comunales con los regionales, además de no ser vinculantes.

Esta resistencia casi obvia no existiría si los proyectos construyen su estrategia a base de una mirada puesta en el desarrollo socioeconómico territorial participativo, armonioso, equilibrado y con resguardo del medio ambiente y las generaciones futuras. Y para ello se requiere de una entidad cuya función sea la articulación del desarrollo territorial, y que vaya armonizando los intereses de los diferentes stakeholders.

Finalmente, la naturaleza ha manifestado en las cuencas unidades territoriales básicas y, en contraposición, el Estado ha utilizado históricamente como división territorial a los ríos, que no son más que el eje de la cuenca, división actual que limita la reflexión del desarrollo territorial.

Es por ello que la acción requerida parte por definir un espacio territorial representado en las cuencas, creando una entidad que gestione el desarrollo socioeconómico territorial a través de instrumentos de planificación y ordenamiento territorial vinculantes, impulsando el arraigo cultural y compartiendo los beneficios de dicho desarrollo.

Andrés Poch

Presidente de Poch, empresa de consultoría especialista en servicios de ingeniería, medio ambiente y sustentabilidad. Fue presidente de la AIC.

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