Crecen dudas acerca de la década de Latinoamérica

May 14, 2013

Alimentando los temores están los reparos acerca de la sustentabilidad del modelo económico de Latinoamérica. Sus dos motores -precios de commodities récord gracias a la demanda china, y el fuerte crecimiento en el crédito que llevó a un auge del consumo- están decayendo.

(Pulso) Primero en marzo, un papa argentino; después, la semana pasada, un brasileño elegido director de la Organización Mundial de comercio. Latinoamérica, por mucho tiempo asociada a default, dictaduras y desgracia, parece gozar de su creciente influencia mundial.

Desde 2003, la economía de US$6 billones (millones de millones) de la región casi duplicó su participación del PIB mundial a 8%. Al mismo tiempo, la clase media ha crecido en 50 millones de personas mientras la desigualdad ha caído, una proeza única. Para algunos, la región ahora está gozando de lo que Sir Martin Sorrell, director del grupo de publicidad WPP, catalogó en 2010 como “la década de Latinoamérica”.

Pero ahora, en el cuarto año de esta década, Latinoamérica, se arriesga a perder de vista las reformas necesarias y perder su camino.

Alimentando los temores están los reparos acerca de la sustentabilidad del modelo económico de Latinoamérica. Sus dos motores -precios de commodities récord gracias a la demanda china, y el fuerte crecimiento en el crédito local que llevó a un auge del consumo- están empezando a desacelerarse.

La ganancia inesperada del auge de los commodities, que comenzó en 2002, ha sido enorme. El FMI estima que ahora equivale a 15% adicional de PIB por año.

Pero la desaceleración de la economía de China ha provocado un recorte en los precios de los commodities, generando preocupaciones acerca de cuánto tiempo durará el “súperciclo de los commodities”. El promedio de estos súperciclos es de 30 años, estima José Antonio Ocampo, economista de la Universidad de Columbia. “Esto nos pone a mitad de camino en este súperciclo”, asegura. Los commodities representan la mitad de las exportaciones sudamericanas, según JPMorgan, y las empresas relacionadas con los commodities dominan el mercado de acciones local.

Pero ya están apareciendo señales negativas. El valor de las exportaciones de Brasil cayó 8% en el primer trimestre en comparación con el mismo período del año anterior. Los déficit de cuenta corriente se están ampliando. En Chile, el mayor productor de cobre del mundo, el FMI crecerán 4% este año. Esto no necesariamente es un problema debido a la abundante liquidez y la enorme inversión extranjera que cierra sus brechas de financiamiento.

El auge seguido de un fracaso “es una película conocida en Latinoamérica que ha ocurrido muchas veces en el pasado”, plantea Walter Molano de BCP Securities, un banco de inversión con sede en Connecticut. Aunque el FMI proyecta un crecimiento de 3,5% para Latinoamérica este año, esa película podría estar reapareciendo entre los países de la región menos enfocados en las reformas, que han gastado más de sus ganancias en consumo que en inversión.

Las mayores economías de la región están invirtiendo a un promedio de 24% del PIB, niveles asiáticas y “un hecho alentador”, sostiene Augusto de la Torre, economista jefe de Latinoamérica en el Banco Mundial.

Pero este promedio enmascara diferencias nacionales, apunta Tony Volpon, estratega de Nomura. “En Argentina, Venezuela y, a un menor grado, Brasil, la falta de inversión durante los años de auge… ha llevado a una creciente inflación con menor crecimiento, clásico contraste de las economías con problemas por el lado de la demanda”, afirma Volpon.

De hecho, los países enfocados en las reformas y en la alta inversión como México, Colombia, Chile y Perú, crecerán a un promedio de 5% este año, pronostica el FMI, mientras Brasil, Argentina y Venezuela crecerán en promedio 2%.

Otra preocupación es que el auge de los commodities y el abundante flujo de capital ha provocado una “enfermedad holandesa financiera”, parecida a la de España en los años de la colonia. El temor es que la apreciación de las divisas ha perjudicado a los manufactureros locales en los mercados internacionales, y ha volcado a estas economías hacia servicios de bajo valor agregado dirigidos al mercado local, un potencial callejón sin salida.

Pero esto no necesariamente es negativo. Un nuevo estudio del Banco Mundial, descubrió que los servicios de Latinoamérica tienen fuerza laboral más calificada que la manufactura -un quinto de los empleados tiene grado universitario. Si mantener esos beneficios sociales significa que el modelo de desarrollo de Sudamérica debe hacerse menos como el de Asia oriental -basado en mano de obra barata y exportaciones manufactureras- y más como Canadá o Noruega, economías productivas y ricas en recursos con alta protección social, que así sea.

Fuente / Pulso

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