Imagínese usted que es un renombrado capitán(a) de bomberos y se encuentra apagando el incendio de su vida que lleva semanas descontrolado. Un incendio que amenaza con perjudicar vidas y bienes de una comunidad que está bajo su responsabilidad. De pronto, otro entusiasmado bombero y llega y le cuentea que supo de la última novedad en mangueras y que les permitiría ahorrar cientos de metros cúbicos de agua al año con sólo las tres cuartas partes de presión para funcionar. ¡Si las cambiaran todas quedarían como reyes! Sin embargo, que antes de hacerlo, necesitan probar en un incendio menor para verificarlas. Usted sucio, hambriento, agotado y estresado de tantos días sin parar y tantos más por venir, ¿a dónde lo manda a freír monos?
Esa, en muy en resumidas cuentas, es la dinámica que se da entre la operación y las áreas de innovación en las grandes faenas mineras. Las oportunidades están disponibles, pero los incendios del día a día se comen toda posibilidad, ganas y energías para poder implementarlas. Es el pan de cada día de gerentes de innovación y su equipo. Lidiar con una frustración constante en que cada conversación comienza con un no.
En perspectiva, uno se podría preguntar ¿Cómo se les ocurre interrumpir y meter incertidumbre a un equipo de trabajo consolidado, que trabaja al límite y que tiene que cuidar hasta el más mínimo de los recursos que posee, sólo por una promesa de valor, nada tangible? Y quizás esa forma de pensar no es la errada. ¡Pero igual es necesario cambiar las mangueras!
Hace poco leí que en otras industrias las gerencias de innovación están siendo desarticuladas con el fin de bajar costos en épocas de vacas flacas, cosa que, en teoría, suena a algo descabellado (entendiendo que ahí es cuando más se necesita innovar). ¿Terminará pasando eso en la industria minera? ¿Terminarán desvaneciéndose las áreas de innovación? Es algo que asusta, pero que no extraña, viendo como se siguen dando las cosas. Pero aquí el problema claramente no es el porqué innovar, sino el cómo lo estamos haciendo. Claramente hay que pivotear.
Con esto no digo que haya que eliminar las áreas de innovación. Simplemente necesitamos pensar fuera de la caja del manual de Gestión de Empresas 101, y buscar cambiar los paradigmas que no permiten que los problemas se resuelvan. El problema no está en la falta de innovadores; quizás en el rol que cumplen dentro de la empresa o dónde están metidos en el día a día. Tanto ellos como los capitanes.
Quizás lo que necesitamos no son más innovadores con nombres pomposos, sino que simplemente más bomberos innovadores e innovadores más bomberos.