A raíz de la reciente firma de una carta de intenciones entre la Alianza Chileno-Alemana de Minería Materias Primas Minerales y Economía Circular, cabe preguntarse si realmente estamos haciendo como Estado, lo posible e imposible por avanzar precisamente en temas que tienen que ver con sociedad, minería y medio ambiente.
Entre 2013 y 2019, el SMA fiscalizó solo un 32% de las RCA existentes, siendo el sector minero el más sancionado en temas medio ambientales en dicho periodo.
Si optamos por ser considerados como el productor de mayor prestigio en el mundo del cobre, es necesario avanzar en políticas que velen por el uso de tecnologías de punta y por planes que funcionen en base a la anticipación de problemáticas, que nos permitan levantar proyectos exitosos y eficientes, pero no solo desde el punto de vista productivo, sino también desde el ambiental y cultural.
Con una crisis encima, la sociedad necesita la ayuda de todos para poder mantener el equilibrio entre población, contaminación, alimentación, salud y producción.
Por eso, parece curioso que, en un país donde 13 de sus 15 regiones presentan actividad minera, se avance tan lento en políticas de Estado, con regulaciones que se mantienen por debajo de las establecidas por los mayores mercados mineros del mundo, como lo son Norteamérica, Europa y Japón, donde cifras de desempeño en fundiciones de cobre alcanzan valores entre 1 a 15 kg SO2 / ton Cu, 3 a 9 kg SO2 / ton Cu y 1 a 3 kg SO2 / ton Cu, respectivamente; indicando este factor la cantidad de dióxido de azufre emitida, por cada tonelada de cobre anódico que se produce. En Chile, esta cifra registra valores en torno a 50 y 200 kg SO2 / ton Cu, demostrando que nuestras políticas han quedado atrás y lejos de estándares internacionales de primer nivel.
En vista de esto, consideramos muy necesario un real compromiso de parte de todos los actores que tenemos que ver con esta actividad, como Estado, mineras y las empresas asesoras, para que podamos avanzar en conjunto, desarrollando un entorno que permita la tranquilidad de las comunidades, así como también de los inversionistas y empresas, ya sean nacionales o internacionales.
Chile merece ser el número uno en términos de minería y un esfuerzo conjunto, sin duda nos traerá grandes y anhelados beneficios.