Para nadie es un secreto que la minería es uno de los pilares fundamentales de la economía peruana. Sin embargo, su gran desafío es crear un impacto positivo duradero en las comunidades locales, más allá de las regalías y los puestos de trabajo directos e indirectos que se pueda generar. Así, el rol que juegan los proveedores de las zonas de influencia de las empresas mineras tiene un potencial transformador para la vida de miles de peruanos.
De acuerdo con el Estudio de Proveedores mineros del Perú a cargo de Sammi Cluster minero Andino, en el ecosistema minero, los contratistas representan en promedio el 70% del gasto que destinan las empresas mineras para el funcionamiento de sus operaciones, he allí su rol protagónico y estratégico.
Yendo al detalle, a nivel de procedencia de estos contratistas, se advierte que en promedio sólo el 10% corresponden a proveedores locales, debido principalmente a su nivel de madurez empresarial.
Para aprovechar este potencial se requiere un cambio de enfoque y compromiso desde el sector público y privado, ya que integrar a los proveedores locales en la cadena de suministro minera es una inversión en sostenibilidad. Cuando los ingresos de la minería benefician a las comunidades de manera más directa, se generan relaciones de confianza y se fortalece la licencia social para operar.
En ese orden de ideas, existen varias razones por las cuales el ecosistema minero debe trabajar proactivamente con proveedores locales y fomentar su integración en la cadena de suministro del sector.
La primera razón es porque permite que una mayor parte de los ingresos generados por la minería se queden en la región, promoviendo el desarrollo económico y la creación de empleos. Un proveedor local sólido contribuye a la generación de un círculo virtuoso, en el cual, las comunidades son menos dependientes de las fluctuaciones del mercado global y pueden diversificar su producción.
La segunda razón hace referencia a que incluir a los proveedores locales puede mejorar la eficiencia operativa de las empresas mineras, ya que reduce tiempos y costos de transporte, lo que permite una mayor flexibilidad frente a eventualidades climáticas o sociales. Un ejemplo de ello se evidenció en pandemia cuando diversas empresas mineras tuvieron limitada accesibilidad a servicios.
La tercera razón, y no menos importante, es porque contar con proveedores locales fortalecidos permite a la operación minera tener una continuidad y un ambiente libre de conflictos sociales. El foco de la comunidad está en sumar en lugar de restar. Todos creciendo juntos.
La pregunta ahora es: ¿Cómo desarrollamos a los proveedores locales para que brinden un servicio de alta calidad y bajo los parámetros que las empresas mineras requieren? Consideramos importante que el ecosistema minero trabaje en cubrir los siguientes frentes: asistencia técnica especializada, soporte en seguridad, fortalecimiento empresarial; y, una red de networking y aprendizaje (pasantías, ruedas de negocios, entre otros).
Como puede leer apreciado lector, trabajar de la mano con proveedores locales en el sector minero es una estrategia que ofrece beneficios económicos, sociales y operativos. La sinergia es clave para lograr una cadena de suministro más inclusiva, que impulse el desarrollo de las comunidades y construya una minería más resiliente y sostenible que atienda la demanda global de minerales.