La importancia del aprendizaje en la educación inicial está arraigada en el cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU y busca garantizar que, para 2030, “todas las niñas y niños tengan acceso a servicios de desarrollo y atención de la primera infancia y a una educación preescolar de calidad, de modo que estén preparados para la enseñanza primaria”.
El programa Construyendo Valor Social, de la Asociación de Industriales de Antofagasta, está dirigido a la formación y capacitación continua de los profesionales de la educación parvularia en la Región de Antofagasta, siendo un paso esencial hacia la mejora de la calidad educativa. Al invertir en el crecimiento profesional de estas figuras clave, se reconoce su importancia y se potencia no sólo su desempeño laboral, sino también su bienestar general.
El estudio “Involucrar a los niños pequeños: Lecciones de la investigación sobre la calidad en la educación y cuidados de la primera infancia”, publicado por la OCDE en 2018, recalca la trascendencia de este tema, señalando que “los docentes competentes marcan una diferencia vital en el aprendizaje y el desarrollo de los alumnos, por lo tanto, es fundamental que se valore y apoye a estos profesionales en el subsector de la educación de la primera infancia”.
La constante capacitación actualiza y fortalece las habilidades pedagógicas de los educadores, empoderándolos frente a los desafíos cambiantes en el ámbito educativo; este enfoque mejora la enseñanza en el aula y contribuye a una comunidad educativa más sólida y cohesionada. La vida laboral de los docentes se ve enriquecida cuando se les brinda la oportunidad de aprender y crecer continuamente, generando un aumento de la autoestima profesional y fomentando un ambiente educativo más dinámico y estimulante para los alumnos.
El impacto del programa Construyendo Valor Social no se limita sólo al ámbito educativo, sino que se extiende a la sociedad en general. En una región que solamente alcanza el 42,8% en matrícula preescolar, un docente bien formado y motivado tiene el potencial de influir positivamente en la vida de sus alumnos, contribuyendo a su desarrollo integral y preparándolos para enfrentar los retos del futuro.
En resumen, la inversión en la formación y constante capacitación de educadores no sólo mejora las vidas laborales en forma directa, sino que también se traduce en un legado educativo duradero para la región, a través de mejores profesionales a futuro para la industria, un desafío que debe asumirse de manera colaborativa en el sector público y privado.