Con el avance constante de la tecnología -y especialmente por el aumento de la inteligencia de los sistemas- las operaciones autónomas tienen el potencial de aumentar significativamente la eficiencia y productividad en la Industria Minera. Sin embargo, al hablar de automatización, actualmente las mineras se enfocan en piezas individuales de los equipos y especialmente en la automatización y operación remota de flotas de camiones de transporte. Estos esfuerzos son sólo las etapas iniciales de una transformación digital mucho más profunda que se ha hecho aún más urgente en el contexto de la pandemia. Se trata de que las operaciones autónomas vayan mucho más allá del equipamiento, abarcando procesos completos –en ingeniería, producción y actividades de soporte del negocio- lo que les permitirá autogestionarse y hacer cambios en condiciones cambiantes con muy baja o nula intervención humana.
La clave para llevar la autonomía al siguiente nivel será el uso creciente de inteligencia en los sistemas, como la inteligencia artificial (IA); machine learning; automatización de procesos robóticos; análisis descriptivo, diagnóstico, predictivo y prescriptivo; y modelización de escenarios. Estas tecnologías permiten que los sistemas comprendan los datos que fluyen a través de las operaciones, el conocimiento de la situación, una visión casi en tiempo real de las operaciones y determinar las opciones a considerar. Se pueden usar para dar soporte a los operadores humanos, y básicamente, guiar la toma de decisiones y las respuestas automatizadas ante las condiciones cambiantes, una capacidad inherente a las operaciones verdaderamente autónomas y que, en el mercado cambiante que ha generado la pandemia, se hace fundamental para poder mantener la competitividad.
Pero un paso clave para la urgente transformación digital de la industria minera es mirar más allá de la tecnología en sí misma y considerar las personas que usan esta tecnología. Esta creciente autonomía generará un cambio en los tipos de habilidades que la fuerza laboral necesite tener y en la naturaleza del trabajo en sí mismo. Con la pandemia, el trabajo en terreno en la minería ha decaído fuertemente y -a medida que avancen las nuevas tecnologías y su adopción- continuará disminuyendo. En ese escenario, avanzar hacia el impulso de Centros de Operaciones Remotas Integrados (IROCs) es fundamental, ya que permite operar las minas desde oficinas remotas, reduciendo la presencia requerida de personal en las minas.
Bien abordadas estas iniciativas, lo que implica considerar no sólo el aspecto tecnológico, sino también la forma de organizarse, el impacto en las personas, los nuevos procesos de decisión y organización, se generan una serie de beneficios muy relevantes para el futuro de la minería: reducción de costos, aumento de la productividad y mejora la seguridad de los trabajadores simplemente porque reduce la exposición al riesgo, ya que menos operadores usan equipamiento pesado o trabajan en áreas peligrosas. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, a través de los ROCs, las mineras podrían evitar mil lesiones hacia el año 2025.
Además, impulsa entre las mineras la atracción de talento, sobre todo joven, el cual busca formas de trabajo flexibles y mira con ojos positivos la nueva forma de trabajo híbrida (digital+presencial), que surgió producto de la pandemia. En este aspecto, también entregan una importante oportunidad para impulsar a través de la industria el cierre de la brecha de género, atrayendo a más mujeres a trabajar en la Minería, por la flexibilidad laboral.
Las nuevas tecnologías y la posibilidad de gestionar una mina desde el lugar que se prefiera son oportunidades que están presentes hoy para la minería. El momento de avanzar es ahora. Quienes no vean la urgencia podrían perder competitividad y, eventualmente, desaparecer.