En este 8 de marzo quisiera sumarme desde una perspectiva muy especial a esta conmemoración de las mujeres del mundo. Les hablo y escribo desde Antofagasta y mi vida profesional está ligada a una actividad que tradicionalmente se ha considerado masculina: la minería.
Conozco a esta actividad desde mis primeros pasos de vida literalmente y soy una defensora de ella. No solo eso, soy una convencida de que trabaja con altos estándares y que genera potentes beneficios a las comunidades mediante su cadena de valor.
¿Y cómo entra la mujer en la minería?
En general, el panorama es optimista, especialmente en la última década. Hace 17 años el promedio de la participación femenina en la minería alcanzaba al 7,5%. Esa cifra se ha prácticamente más que duplicado, acercándose al 18%. Y no sólo eso, hay casos notables. Esta semana hemos conocido un hito que supera cualquier expectativa que hubiéramos tenido en el pasado: se ha informado que la compañía minera BHP ha superado el 40% de dotación femenina, más que duplicando el promedio nacional. ¡Bravo por este logro! Este es el camino que debemos seguir. Pero, hay muchos desafíos pendientes todavía…
El primero y más relevante es cultural: todos debemos tener el foco puesto en el respeto y en la promesa de que todas las personas que trabajan en minería puedan sentirse seguras, en un ambiente respetuoso, inclusivo y sobre todo integrador.
La otra gran modificación es el cambio de infraestructura. Tuvimos que adecuar nuestras instalaciones desde las oficinas hasta las operaciones para que las mujeres se sientan cómodas y en un ambiente adecuado y confortable, sin embargo, esto no sólo afecta positivamente a las mujeres, sino también a todas las personas que conforman la organización.
Este es un trabajo que no acaba, ya que estamos permanentemente evaluando y mirando de qué manera podemos apoyar e incentivar la inclusión en todo nuestro quehacer. Las mujeres componen más del 50% de la sociedad, ¿se está reflejando esa diversidad en nuestra fuerza de trabajo minera?
Hay un concepto acuñado por las mujeres en los últimos años: “Rompe tu techo de cristal”.
Cuando escuchamos la expresión “romper el techo de cristal” nos referimos a una metáfora para describir un problema crítico para las mujeres actuales, porque ese techo se refiere a las oportunidades laborales de nivel superior que se han restringido para las mujeres y las minorías.
A pesar de constituir más del 50% de la población mundial y el 50% de la mano de obra civil, las mujeres carecen asombrosamente de puestos de trabajo de alto nivel en la fuerza laboral mundial, pese a que se ha avanzado un poco en el camino de la igualdad de derechos por razón de sexo en el lugar de trabajo y no solo el cargo, sino también una vez lograda la posición que sus aportes sean considerados de la misma manera que sus colegas. Y otro tema que es muy relevante es el pago equitativo en estos roles.
¿Cómo rompemos esta barrera?
Con argumentos y convicción. Está comprobado que una empresa más inclusiva es más segura, productiva y rentable. Sabemos que se han realizado mediciones que nos han demostrado que los equipos más inclusivos tienen bajas significativas en lesiones y una estabilidad de producción y una adherencia al plan de mantenimiento 11% más alta. Es decir, mayor presencia de mujeres también es sinónimo de mejor desempeño de los equipos (ese es uno de muchos ejemplos).
No tiene sentido seguir limitando la participación de la mujer. Y en un país donde la minería es tan relevante para su desarrollo, esta debe ser la misión que debemos cumplir en los próximos años.
La industria requiere talento y el talento no tiene género.
La invitación es a hacer un compromiso real y tangible con la equidad de oportunidades, ese es el mejor aporte a la conmemoración en el día internacional de la mujer y siempre para construir una mejor industria y un mejor país.