Hacia una cultura de la innovación chilena

Nov 11, 2013

La innovación es un concepto cuyo significado ha ido variando en el tiempo. El desarrollo científico y el uso de los conocimientos incorporados en tecnologías son de muy antigua data. Por mucho tiempo se vio a la innovación como una relación directa y casi lineal entre la ciencia, la tecnología y la creatividad. Hoy sabemos […]

La innovación es un concepto cuyo significado ha ido variando en el tiempo. El desarrollo científico y el uso de los conocimientos incorporados en tecnologías son de muy antigua data. Por mucho tiempo se vio a la innovación como una relación directa y casi lineal entre la ciencia, la tecnología y la creatividad. Hoy sabemos que las innovaciones son mucho más complejas que esto. Por ello resulta muy interesante la aparición de las Orientaciones Estratégicas para la Innovación en Chile, documento elaborado por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, que preside Fernando Flores, y el informe denominado “Surfeando hacia el futuro: Chile en el Horizonte 2025” (CNIC www.cnic.cl).

Este documento resalta la dimensión social de la innovación, ya que no se descubre lo nuevo sin que un sentido social lo comande y cualquier esfuerzo innovador es un intento por cambiar el curso de nuestras circunstancias. Significa intentar cuidar nuestra identidad y tradiciones, porque no se puede hacer innovación desde cero.

Tanto la innovación como el diseño requieren de predisposiciones emocionales fundamentales para la apertura de mundos: sensibilidad respecto de la época en que se vive, confianza en los otros, preocupación por los contextos, por los espacios y, por sobre todo, la fortaleza para enfrentar una aventura innovadora junto con la capacidad para establecer relaciones. Las conversaciones pragmáticas son importantes, pero más importantes son aquellas que abren nuevos mundos.

En la carta del presidente, el informe resalta que en Chile nuestras empresas y los líderes generan buenas conversaciones pragmáticas, pero no somos buenos para generar las condiciones para la apertura de nuevos horizontes. “Si queremos tener una mejor calidad de vida y un crecimiento basado en la creación de nuevas riquezas, si queremos ir más allá de la explotación de los recursos naturales, conjugando el trabajo intelectual con el trabajo científico y tecnológico, es necesario –no suficiente, pero sí fundamental– construir una Nueva Economía, y para ello requerimos no solo una mirada distinta, sino la capacidad y el compromiso para mejorar nuestras conversaciones”, señala Fernando Flores.

El informe también sostiene que la aproximación clásica de la planificación estratégica para promover la innovación en Chile no es posible, porque planificar significa ponerse metas, objetivos y un plan coherente que no es factible a nivel de un país, dada la altísima velocidad de los cambios globales. Identifica los grandes ámbitos de preocupación de las sociedades relativos a asegurar la viabilidad de la vida en la tierra, los desafíos de la nueva biología y su impacto en la forma en que vivimos y nos relacionamos, la energía y las exigencias asociadas a la nueva educación para la innovación y el emprendimiento. Lo que propone es una aproximación a partir de la cual se puedan desprender pasos a seguir, nuevas lógicas de políticas públicas y nuevos caminos de acción para los actores público y privado.

A pesar del esfuerzo de décadas, Chile no ha llegado aún a ser un país reconocido como innovador. El principal desafío que enfrentamos es hacer crecer la productividad, lo que solo se logra introduciendo innovaciones más rápidamente. La minería chilena enfrenta desafíos similares. El informe del CNIC es un muy buen aporte para estimular la discusión sobre la forma de introducir con más eficacia una cultura para la innovación en el país.

 

 

 

Ricardo Badilla, profesor y consultor

Profesor titular de la U. de Chile, actualmente es consultor de empresas e instituciones académicas

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