La crisis sanitaria impuso un complejo escenario en la reinserción laboral femenina, donde unos 4,2 millones de mujeres se encuentran fuera de la fuerza de trabajo y la tasa de desempleo es del 7,7%, casi un punto sobre el 6,9% de la de los hombres.
La actividad minera no está exenta de esta realidad, siendo un permanente desafío para las mujeres ocupar espacios que históricamente han sido de hombres. El 8M nos abre una oportunidad para conmemorar y reflexionar sobre los desafíos a los que nos enfrentamos.
El Consejo Nacional de Educación afirma que en 2020 las mujeres representamos un 53,4% de la matricula total de pregrado en la educación superior, una mayoría que no se distribuye equitativamente en todas las carreras, pero que plantea la posibilidad de que en unos años más las profesionales abarcaremos en igualdad los puestos de trabajo en las empresas e instituciones del país, siempre y cuando tengamos las oportunidades. Esto, por supuesto, sin dejar de lado a aquellas que no tienen la opción de acceder a una carrera universitaria o técnica.
En tanto a la educación online, específicamente en la industria minera, cifras recopiladas por nuestra institución, indican que sólo el 15% de las encuestadas corresponden a mujeres que son trabajadoras directas de la minería, mientras que el resto declaró trabajar para empresas proveedoras, estar estudiando o estar cesantes. Junto a esto, alrededor del 90% tiene por motivación mejorar su formación profesional para acceder a nuevas oportunidades laborales.
Si hacemos una lectura de cerca, podemos apreciar que, mientras que la participación de la mujer en la actividad minera es de un 12,2% a 2021, con datos propios podemos revelar que son muchas más las que se capacitan en minería. Sin embargo, por diversas circunstancias, no trabajan directamente en el rubro, pero desean hacerlo y quieren prepararse para ello, incluso algunas no trabajan en algo similar a la minería.
En base a los datos que obtuvimos sobre capacitación online, sólo 229 mujeres respondieron, frente a 1.087 hombres y, aunque las diferencias en la cantidad de horas de estudio o de motivos para ingresar a la educación online no muestran una variación tan amplia, sí hay ciertos puntos que merecen nuestra atención. Por ejemplo, el 23% se identificó como estudiante universitaria o de posgrado, mientras que sólo el 10% de los hombres se identificó con esta categoría y las mujeres que indicaron estar cesantes superan por 4% al resto, alcanzando el 7% del total.
Aunque conmemoremos cada vez que aumenta el porcentaje de mujeres en la minería, estas cifras aún no son suficientes, no podemos quedarnos en la pasividad, queremos igualdad y trabajar por ganarnos los espacios que queramos ocupar. Es ahora cuando debemos formarnos, independiente de nuestros estudios previos o del puesto en el que trabajamos, y podamos aspirar a una industria como la minera sin que se nos cuestionen nuestras capacidades debido a nuestro género.
Los esfuerzos por nuestra integración no pueden ir sin el acompañamiento de herramientas, perspectivas e iniciativas que aseguren que se alcanzará una cuota equitativa. El rol de cuidadoras, así como también otros factores, influyen directamente no solo en el acceso a puestos de trabajo, sino nuestra permanencia en la educación. Aquí es donde entra una herramienta clave: la educación y formación a distancia. Puede que no sea completamente justo, pero mientras estrechamos las brechas de género que nos afectan, aplicamos soluciones que nos permitan no solo mejorar la calidad de vida, sino abrir más oportunidades a otras mujeres al aportar nuestras perspectivas dentro de las industrias.