
Claudio Echeverría: Devaluación social de la minería
Claudio Echeverría R. es dirigente social, coordinador Equipo Buenos Vecinos de Sierra Gorda.
Quisiera tener una visión más positiva para este Mes de la Minería, pero nuestras comunidades que subsisten aledañas a las faenas y sus instalaciones industriales no viven los días más felices. A partir de la crisis de precios, que hoy está superada, nos sentimos profundamente defraudados, porque si bien los activos volvieron a reevaluarse, esto no ha permeado al diálogo y las relaciones comunitarias, las que lamentablemente se han ido depreciando.
Hoy creemos que la minería está devaluada socialmente, que ha perdido terreno, producto de sus miopes políticas de ajustes para ganar competitividad, afectando precisamente un activo que es clave sostener en tiempos de crisis: el relacionamiento comunitario y políticas de comunicación abiertas, generándose una gradual pérdida de confianza, afecto y cercanía.
Nuestra queja no es visceral, se ampara en la dura realidad, reflejada por ejemplo, en cifras del duodécimo Minerobarómetro, realizado por Mori Chile y la Universidad Católica. Si bien el 61% de los chilenos se muestra satisfecho o muy satisfecho con la contribución de la minería al desarrollo del país en 2017 y sigue siendo la mejor industria en cuanto a su desempeño en variadas categorías, el nivel de evaluación cae brutalmente en todas ellas en los últimos tres años, incluyendo la de mejor industria, compromiso con la comunidad, mejores condiciones laborales, medio ambiente, pagará más impuestos, mayor seguridad y otras.
Si estas certezas las aterrizamos en nuestras comunidades como Sierra Gorda, donde operan grandes empresas, entre ellas, Minera Spence, SCM Sierra Gorda y Minera Centinela, la brecha es sin duda mayor. Y no es que nuestro amor o simpatía por la minería sea proporcional al precio del cobre.
[Las comunidades queremos mejor calidad de vida, pero también trabajo y desarrollo de proveedores locales para generar un real valor compartido.]
Esto lo hemos analizado y reiterado en diversas oportunidades en nuestra Mesa de Buenos Vecinos: el actuar minero y su responsabilidad social se ha debilitado en nuestros territorios. Este retroceso ha sido grave y así se los hemos hecho sentir a nuestras autoridades, no a los CEOs de las compañías, porque no nos dejan abordarlos. Y lo penoso es que estos altos ejecutivos están desinformados y en sus encuentros internacionales reportan que en los lejanos territorios del Desierto de Atacama, donde se extrae el mineral, “todo está bien y la gente está feliz y conforme”.
Esa postal no es real, aun cuando a nivel país se han instalado programas como Alianza Valor Minero, que están bien inspirados, sobre todo cuando hablamos de tener una minería más inclusiva para mejorar la distribución de valor para todos los actores y sectores de este rubro productivo. Sin embargo, en el día a día esto no se cumple cabalmente.
Hay honrosas excepciones, como acciones de SCM Sierra Gorda, que se ha comprometido sostenidamente en generar empleo local y fortalecer el desarrollo de proveedores con contratos y compras locales. Pero en lo general, sentimos que el desarrollo minero pasa por delante de nuestros ojos sin poder ser parte de este círculo virtuoso. Al contrario, en nuestras retinas sólo queda polución y el sinsabor de sentir que no podemos proyectarnos a partir de la actividad minera, porque los afuerinos se lo llevan todo: el mineral, la riqueza, los trabajos y los contratos de externalización de servicios.
Hoy las comunidades queremos mejor calidad de vida, pero también trabajo y desarrollo de proveedores locales para generar un real valor compartido, porque nuestras empresas de servicios también pueden y deben ser parte del desarrollo minero.
No queremos más sustentabilidad y relacionamiento comunitario de pizarrón o power point; queremos desarrollo y calidad de vida de verdad.