
Agua y energía: las variables detrás de su consumo
Desde 2013 la producción de cobre ha caído 4,7%, mientras el consumo energético ha crecido 9,7%, constata informe de Cochilco. En tanto, el uso de agua de mar ha aumentado del orden de un 52% promedio anual entre 2010 y 2017.
Causas estructurales y razones productivas están detrás de dos tendencias claras en la minería del cobre en Chile: el incremento del consumo energético y el creciente uso de agua de mar en sus procesos, aspecto este último que además incide en el primero.
De acuerdo con un reciente informe de Cochilco sobre la materia, las condiciones estructurales que explican este panorama están relacionadas, por una parte, con el envejecimiento de las minas, que a su vez implica menores leyes de mineral, enfrentar una roca más dura y mayores distancias de acarreo; y por otra, con la escasez hídrica, que obliga a optimizar el recurso y buscar vías alternativas para su obtención, a través de la impulsión de agua de mar.
Por el lado de las razones productivas, influye el aumento de la producción de concentrados, proceso de mayor intensidad en el uso de agua y de energía.
En este escenario, la minería consumió 169.923 terajoules (TJ) en 2017, con un aumento de 0,9% respecto de 2016, a pesar que la producción nacional de cobre mina disminuyó en el mismo porcentaje, situación que, de acuerdo con Cochilco, se viene repitiendo los últimos cuatro años: desde 2013 la producción ha caído 4,7%, mientras el consumo energético ha crecido 9,7%.
Cifras en energía
Los cerca de 170.000 TJ que demandó la minería cuprífera el año anterior equivalen al 14% del consumo de energía agregado del país, por debajo de los rubros de transporte (35%), industria y minería no cobre (25%) y el que agrupa al comercio, sector público y residencial (21%).
Del total de energía consumido por la minería del cobre, un 51,8% corresponde a electricidad y un 48,2% a combustibles. En el primer caso, el uso de concentradora explica el 57% del gasto, seguido por el proceso LX-SX-EW (22%). En cuanto al combustible, el factor preponderante es la extracción en mina-rajo, con un 77% del consumo.
En términos de costos, la electricidad constituye la principal fuente del gasto energético de la industria, con un estimado de US$2.155 millones, frente a US$918 millones del costo asociado al combustible. En suma, Cochilco estima que el consumo energético representa entre un 11% y 12% de los costos totales de la minería del cobre en Chile.
El factor hídrico
Desmitificando la creencia popular de una minería que agota el recurso hídrico, el Atlas del Agua de la Dirección General de Agua (DGA) da cuenta que la industria extractiva sólo representa el 3% del consumo de este elemento a nivel país (en contraposición está el rubro agropecuario, con un 82%).
Sin embargo, dado que las operaciones mineras se ubican mayoritariamente en zonas donde la escasez de agua es un factor limitante para el desarrollo local, el sector está optando por diversificar sus fuentes de suministro, vía recirculación de agua y empleando más intensamente el recurso marino.
De acuerdo con Cochilco, en 2017 el agua de origen continental alcanzó los 13,26 m3/seg, mientras el agua recirculada totalizó 38,07 m3/seg y la de mar llegó a 3,16 m3/seg. Esta última fuente ha mantenido un crecimiento constante en los últimos años, aumentando del orden de un 52% promedio anual entre 2010 y 2017.
Según Sergio Hernández, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Chilena del Cobre, el consumo de agua de mar en esta industria aumentará en forma explosiva en los próximos años, hasta prácticamente alcanzar los niveles de consumo de aguas continentales. A 2021 se prevén al menos ocho nuevos proyectos de plantas desaladoras, además de cuatro ampliaciones y/o reemplazos de sistemas existentes.
El proceso que más consume agua es el de concentración (67% en el caso del recurso continental). Con todo, en este segmento ha aumentado el nivel de eficiencia, dado que el coeficiente de consumo unitario viene mostrando una consistente disminución, gracias a que el uso de agua continental no ha aumentado en la misma medida que lo ha hecho el mineral procesado. En efecto, en 2012 este guarismo alcanzaba a 0,61 m3/ton, bajando hasta 0,45 m3/ton en 2017.
En lo referido a la recirculación de agua, la industria mostró una menor tasa en 2017 (69,7% comparada con cerca de 73% en 2016), aunque hubo un aumento a nivel de la concentradora, al pasar de una tasa de recirculación de 71% a 75,7% entre un año y otro.