En una etapa avanzada de sus estudios de prueba está la Empresa Nacional del Petróleo (Enap), dentro del acuerdo marco firmado hace dos años y medio con la empresa Schwager -controlada por la familia Urenda-, para una eventual comercialización en conjunto de un aditivo petrolero que provocaría un remezón en el mercado mundial. Se trata del «CHISS», producto desarrollado por la ex carbonífera, y que tiene como principal atributo la reducción en cerca de 90% del material particulado fino que emiten los motores.
Este material -emitido por todo tipo de vehículos, camiones, grandes embarcaciones- es el gran dolor de cabeza ambiental que tienen urbes como Los Angeles, Tokio o Santiago.
El acuerdo marco en el que han trabajado Enap y Schwager está hecho sobre la base de un precio -fijado por la privada- de US$ 9 por litro, con un nivel de producción cercano a 20.000 litros por día. Así, el valor potencial de esa producción supera los US$ 65 millones al año.
Actualmente, Enap está realizando sus propias pruebas para certificar que el producto no tenga efectos colaterales.
Si no hay mayores inconvenientes se pasará a la segunda etapa del plan, en que se definirá la forma de comercializar el producto a nivel mundial.
El proyecto es parte del giro en 180 grados que ha dado Schwager, empresa que durante el año pasado cerró prácticamente todas sus áreas de negocios para relanzarse en las tecnologías ligadas al cuidado medioambiental.
Hoy se dedica también a la transacción de «bonos de carbono», un mercado de gran potencial, y está cerrando negocios para aprovisionamiento de «filtros» y otras tecnologías ambientales para importantes navieras, tanto en Chile -como la Sudamericana o Interoceánica- como en otras grandes empresas a nivel europeo. Aunque el impacto de los planes de Schwager es aún incierto, no hay duda de que el mercado tiene altas expectativas. Mal que mal, su acción ha subido 91,95% en lo que va del año.
Fuente/Emol