Habitantes de El Salvador se alistan para cierre

Ago 8, 2005

Los efectos de la clausura de la mina se dejarán sentir especialmente en empresas contratistas y en aquellas localidades vecinas al yacimiento

«Quizás podamos encontrar al salvador de El Salvador», señaló el presidente ejecutivo de Codelco, Juan Villarzú, a poco días de anunciar el cierre de esta división para el año 2011.

Ello debido al agotamiento de las reservas de cobre, estimadas en 243 millones de toneladas.

Casi todo será desmantelado, con un costo estimado en US$ 100 millones, a los que deben agregarse los costos asociados a fallidas inversiones recientes que intentaron rentabilizar las operaciones, cuyo monto bordea los US$ 250 millones.

Costo y producción
Juan Villarzú señaló a mediados de 2003 que el cierre de la división Salvador costaría alrededor de US$ 45 millones, incluyendo el cierre de faenas y traslado o retiro de sus más de 1.700 trabajadores.

Hoy, la división tiene el 4% de la producción total de Codelco y el 11% de su plana de trabajadores. Ni siquiera el precio récord que anotó el cobre durante el año pasado logró salvar a la mina de su clausura.

Tampoco se salva la pequeña ciudad, de 8 mil habitantes y que llegó a albergar a cerca de 17 mil personas en los 80, que es íntegramente propiedad de Codelco.

Pero lo peor -a juicio de sus habitantes- es el dolor de ver morir un pueblo.

Muchos de los actuales salvadoreños ya lo vivieron en 1998, cuando se cerró el campamento de Potrerillos, ubicado a pocos kilómetros de distancia. Es precisamente lo que le ocurrió a Óscar Páez, quien tuvo que trasladar su ferretería desde Potrerillos hasta El Salvador. «Nos vinimos para seguir trabajando en la zona y ahora tendremos que hacer lo mismo», comenta.

Los efectos se dejarán sentir especialmente en las empresas contratistas de Codelco.

Aunque Villarzú anunció que la fundición de Potrerillos continuará en funciones, como asimismo otros proyectos menores de la división, el nivel de producción hacia fines de la década no podrá absorber a los actuales 3 mil trabajadores contratistas.

Asimismo, la erradicación disminuirá a la mitad la población de la vecina comuna de Diego de Almagro, a la que pertenece El Salvador. Ello preocupa al alcalde Isaías Zavala (PC). «Vamos a sufrir una fuerte baja en las patentes comerciales, mineras y de autos, que principalmente se sustentan con Salvador».

El edil pidió ayuda al Gobierno para la implementación de un plan de emergencia. «Aún estamos a tiempo para tomar las medidas que nos permitan sobrellevar la difícil situación que vamos enfrentar en los próximos años».

El anuncio del cierre -que comenzará en 2008 con la clausura de las líneas de producción de óxidos, para finalizar con el área de sulfuros de la mina subterránea- generó inquietud por la pérdida de plazas laborales, pese al anuncio realizado por Villarzú el 28 de julio pasado de que la empresa primero se preocupará de la reubicación o planes de egreso para los trabajadores.

Uno de los miles de afectados es Fernando Araya. En 1955, con 16 años, entró a trabajar al mineral, cuando éste pertenecía a la norteamericana Andes Copper Company. «Comencé en la Mina Vieja y me instalé en Potrerillos. Ahí conocí a mi esposa y tuve a mis primeros hijos», recuerda.

En 1970 fue transferido hasta la estatal Cobresal.

Araya recuerda que en sus mejores tiempos El Salvador «era una pequeña California chilena. Venía gente de todo el país a buscar pega».

Así lo hizo Miguel López hace 15 años. Con su taxi se vino desde su natal Ovalle. «Todo el mundo hablaba de que en el norte había mucha plata». Como él, muchos dejarán la localidad.

Fuente/El Mercurio

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