La semana pasada la Empresa Nacional del Carbón (Enacar) anunció oficialmente el cierre de su yacimiento Trongol, cerca de Curanilahue, ante el inminente agotamiento de sus reservas en diciembre de 2006. El costo de esta decisión aún no está definido, pero el presidente de la compañía, Vicente Domínguez, estima que preliminarmente podría ascender a entre $ 15.000 millones y $ 16.000 millones (US$ 30 millones aproximadamente), considerando los beneficios que serán entregados a los 280 mineros que se desempeñan en esa mina.
Los fondos no vendrán directamente de la empresa, sino de las arcas fiscales, al igual como ocurrió en 1997 con el cierre de Lota. Pero no será el fin del camino para Enacar, pues está apostando a mantenerse con la comercialización, a través de lo que produce su filial Carvile, y con venta de terceros (pequeños pirquineros). De hecho, esta última alternativa corresponde a poco más del 50% de sus ventas actuales, que suman cerca de 120 mil toneladas por ejercicio.
“En un cierto sentido se hace una función como Enami, de comercializarle el carbón en buenas condiciones a pirquineros, que individualmente obtendrían un precio inferior ”, dijo Domínguez.
Anualmente el Estado -que controla el 99,97% de la propiedad- aportaba con unos $ 2.000 millones vía aumento de capital para que el yacimiento de Curanilahue pudiese continuar en operaciones y así no dañar económicamente la zona.
De hecho, ese es el monto al cual ascienden las pérdidas de la compañía en cada período. La apuesta es reducir esta cantidad e incluso al dedicarse sólo a la comercialización se obtendrían utilidades operacionales, explicó el ejecutivo. Dijo que espera que a fines de este año ya esté finalizada la negociación con los trabajadores.
Fuente / Diario Financiero