Vuelve a caer la satisfacción con aporte de la minería al desarrollo regional

Ago 21, 2019

Escondida y Chuquicamata se perciben como las operaciones que más contribuyen en responsabilidad social corporativa. El resto de las faenas "no existe" en el imaginario colectivo.

(El Mercurio de Antofagasta) Los grados de complacencia de la ciudadanía regional con la contribución que hace la minería al desarrollo regional volvieron a caer por segundo año consecutivo y consecuencialmente aumentó la desaprobación hacia la industria en este ámbito.

Así lo refleja el IV Barómetro de Antofagasta desarrollado por Mori Chile y el Instituto de Políticas Públicas de la UCN. El estudio precisa que el 32% de los antofagastinos percibe satisfacción con el aporte de la actividad al desarrollo de la región, cifra que es cinco puntos más baja que los resultados del estudio, también realizado por Mori, en 2018 y 11 puntos respecto a 2017.

El análisis también da cuenta que los antofagastinos y calameños observan que el aporte de la actividad a nivel nacional es mucho mayor, aun cuando ese margen también registró bajas.

Es decir, hay una sensación transversal en todos los estratos socioeconómicos, respecto a que la minería contribuiría poco con el país y especialmente con la región, de acuerdo a lo que concluyen los investigadores.

Contexto nacional

Marta Lagos, fundadora de Mori, explicó que el resultado tiene varias explicaciones y el primero se relaciona con el desplome en la credibilidad de las instituciones, producto de escándalos de todo tipo. Ello ha minado la confianza y credibilidad ciudadana.

Mori, que también realiza el «Minerobarómetro» hace más de una década, detectó una inédita caída en la percepción positiva de la industria a nivel nacional en su última medición. Esto solo se explica por los reveses ciudadanos a organizaciones como la clase política, la judicatura, carabineros, la Iglesia, entre otros. Y aunque la minería no ha sufrido percances importantes, por ser la más relevante del país, también sufre esa negativa nota de la ciudadanía, citó Lagos.

¿Pero por qué el juicio es más crítico respecto del aporte a nivel regional?

La investigadora sostuvo que en la región existe la «transversal sensación» de que la región «merece más», porque produce mucha riqueza, que «el centro ilegítimamente toma de una manera desproporcionada». «Hay una sensación de injusticia», apuntó.

Cristian Rodríguez, director del IPP, agregó otro dato: el económico, ligado al fin del ‘súper ciclo’ de precios (2007- 2011) recordando que desde el inicio del Barómetro, en 2016, «las personas tienen altos niveles de insatisfacción respecto al aporte de las mineras».

«Al parecer la variable más importante es el clima de malestar con la economía que existe en la región, el cual ha provocado un aumento de la incertidumbre y temor a perder el empleo. La minería, siempre fue la encarnación de la promesa de trabajo, pero en los nuevos tiempos de la robotización esa promesa comienza a debilitarse. Por otra parte, las personas aspiran a un mayor alineamiento del aporte de la minería con los déficits, brechas y aspiraciones regionales, donde ha existido una baja coincidencia entre las prioridades de la población y aquellas de la industria».

Según Rodríguez, la minería después del ‘súper ciclo’ está enfrentando un proceso de reestructuración, con la incorporación de nuevos procesos y tecnologías destinadas a mejorar su eficiencia, lo que parece enfrentarse a la demanda de los antofagastinos que quieren más ingresos, empleos estables, mejor infraestructura de salud, áreas verdes y mejores escuelas.

«La industria, requiere adaptar sus procesos de responsabilidad social, con las preocupaciones y necesidades de la comunidad. Es fundamental un proceso que permita hacer converger ambas preocupaciones, las de la gente y las de la industria», citó.

Marta Lagos añadió que las demandas de la población no serán atenuadas con el paso del tiempo, toda vez que se trata de un fenómeno en desarrollo, lo que exigirá que las mineras «dejen de darle maní a la gente» y lleguen a un acuerdo con el Estado, que es quien debe catalizar las demandas de la sociedad.

«Ciertamente el Estado ha sido un gran ausente y ante eso aparecieron las mineras, porque la gente busca un sustituto, pero eso no es bueno en el largo plazo, le pasa la cuenta a las mineras. Eso es lo que hay que leer», apreció.

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