Minería, harina de pescado y salmoneras entre las industrias más competitivas pese a caída en el tipo de cambio

Ene 15, 2018

Productores de vino embotellado, el sector frutícola y bebidas y tabacos, en tanto, están peor aspectados para afrontar la apreciación del peso chileno. Pese a la petición de algunos sectores exportadores, economistas no ven necesaria la intervención del Banco Central para impedir un desplome mayor de la divisa estadounidense en el mercado local.

(El Mercurio) El pasado jueves, dirigentes de la Federación de Exportadores de Fruta (Fedefruta) se reunieron con el presidente del Banco Central (BC) Mario Marcel ¿El objetivo de la visita? Pedir la intervención del ente rector para frenar la caída del tipo de cambio. La respuesta en Agustinas 1180 fue tajante: «proteger el tipo de cambio no es el objetivo del Banco Central», les señaló Marcel.

El dólar ha mostrado una depreciación sistemática respecto del peso en los últimos dos años, pasando de alrededor de un promedio de $720 en enero de 2016 a $608 en enero de este año. Esta apreciación ha sido particularmente intensa desde fines de 2017, cayendo en torno a $35 desde el triunfo en segunda vuelta del Presidente Sebastián Piñera el 17 de diciembre.

Esta variación ha generado la preocupación de los empresarios cuya producción y venta de sus bienes está ligado al tipo de cambio, ya que podrían ver un impacto negativo en sus ingresos. Esa es la situación en la que aseguran estar los exportadores de frutas.

Pero, ¿cuál es el escenario en que realmente se encuentran los sectores exportadores chilenos? Un estudio realizado por el ingeniero comercial y magíster en Macroeconomía de la Universidad Católica, ex economista senior de estadísticas monetarias y financieras del Banco Central, y actual académico de la UDD, Gonzalo Echavarría, revela cuáles son los sectores productivos más competitivos, considerando el actual precio del dólar, sus costos de producción y el precio de venta de sus productos a nivel internacional (para conocer metodología de cálculo, ver infografía).

Según el documento solicitado por «El Mercurio», el Tipo de Cambio Real (TCR) sectorial de la minería, la salmonicultura y la industria de la harina de pescado están en una situación competitiva respecto del TCR oficial a enero de 2018. En la vereda contraria, la industria del vino embotellado, el sector frutícola, y de bebidas y tabacos.

«La apreciación del tipo de cambio real oficial, por el alza de los términos de intercambio y el incremento menos intenso del precio en dólares del sector frutícola, ha hecho perder competitividad a este sector, a pesar de que en una perspectiva histórica, está en una situación favorable», manifiesta la minuta elaborada por Echavarría.

Intervención debe ser reservada para momentos críticos

Considerando este escenario, la duda que surge es: ¿están las condiciones para que el Banco Central intervenga? Y la respuesta del mercado, con algunos matices, es clara: No se justifica.

Para Echavarría no habría evidencia de un desalineamiento del tipo de cambio que motive una intervención cambiaria. De acuerdo al experto, en la primera mitad de 2017 el peso estuvo más depreciado que lo esperado por la variación del precio internacional del cobre, el petróleo y el dólar.

El informe asevera que es posible que la incertidumbre política de la mitad de 2017 haya incidido en una depreciación del peso. «Una vez resuelta la elección en favor de Sebastián Piñera, es posible que se haya gatillado una normalización del precio del tipo de cambio de acuerdo a sus fundamentos», plantea Echavarría.

En la misma línea, el economista jefe de BCI Estudios, Sergio Lehman, plantea que si bien el tipo de cambio ha caído de forma significativa en las últimas semanas, ello responde a expectativas más favorables en materia económica. «El Banco Central ha planteado que una intervención se justifica sólo en la medida que conlleve una distorsión importante en la asignación de recursos entre los distintos sectores económicos, que determine además un deterioro significativo y sostenido en su desempeño. Estas no son las condiciones que hoy se observan», agrega.

El economista de la Universidad de Chile Joseph Ramos afirma que la intervención del dólar debe ser reservada para «momentos críticos». «Si bien es preocupante, el tipo de cambio actual no está en un nivel alarmante. Si el tipo de cambio cae de $630 a $600, $30 suena mucho, pero es un 5%, tampoco es para tirarse por la ventana. No creo que una intervención sea justificada en este momento», explica.

Igal Magendzo es economista jefe en Pacífico, Macroeconomía y Finanzas, y miembro del comité financiero que asesora a Hacienda en las políticas de inversión de los fondos soberanos. Para él, más que el nivel del tipo de cambio, son las causas de la variación la que determinan si es deseable o no la intervención del Central.

«Si la baja se debe a razones, como por ejemplo, el aumento del precio de nuestras exportaciones, el tipo de cambio funciona como un estabilizador, traspasando parte del beneficio del mayor ingreso del exterior a los importadores y los consumidores. Esto es parte importante de lo que está detrás de la apreciación reciente. Lo malo es que el tipo de cambio se mueve para todos por igual y, por tanto, aquellos exportadores cuyo precio no subió se ven perjudicados».

Hay voces en el mercado que plantean que la liberalización cambiaria ha resultado costosa para las exportaciones y el desarrollo. Por ejemplo, así lo ha planteado el economista Ricardo Ffrench-Davis, quien en diversas oportunidades ha expresado la necesidad de que se intervenga la libre flotación cambiaria para evitar las «enormes fluctuaciones» que afectan al sector exportador chileno, en especial no cobre.

El economista y director del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Luis Eduardo Escobar, reconoce que, si bien el actual nivel no justifica una intervención del ente emisor, lo deseable sería buscar medios para reducir la volatilidad. «No habrá una significativa diversificación productiva y de exportaciones, sobre todo hacia manufacturas industriales y servicios, con la actual política cambiaria», añade.

Mejorar la productividad, el desafío para los exportadores

Las expectativas del mercado es que el tipo de cambio se mantenga en niveles similares a los actuales por los próximos dos años. De acuerdo a la última encuesta de expectativas económicas del Banco Central, la mayoría estima que el dólar se mantendrá bajo los $610 dentro de dos meses y no superaría los $625 en los próximos dos años.

Considerando este escenario, los economistas consultados manifiestan la necesidad de que las empresas mejoren su eficiencia. «Es la principal herramienta para enfrentar cambios en el entorno», advierte Lehmann.

Ramos, quien además se desempeña como presidente de la Comisión Nacional de Productividad, reconoce que mejorar en ese ítem es un proceso más lento respecto a los movimientos del tipo de cambio. «Esto es gradual. Para cambios muy bruscos en el tipo de cambio, mejorar la productividad no sirve en el corto plazo».

Como ejemplo, cita el caso de la industria cuprífera tras la caída que registró el metal rojo. «Las empresas mineras se pusieron las pilas y comenzaron a tomar medidas para hacer eficiente su gestión. De hecho, el costo de producción de cobre bajó significativamente, solo con medidas de mayor productividad. Eso que se hizo en la minería, se puede hacer en otros sectores», complementa.

Magendzo añade que si bien las empresas siempre deben trabajar en ser más productivas y reducir sus costos, también deben buscar otras herramientas para «suavizar» el impacto de las fluctuaciones del tipo de cambio. «Para eso hay instrumentos financieros, pero también se puede hacer a través del balance, por ejemplo endeudándose en moneda extranjera. Si parte importante de los insumos son importados, eso también da una cobertura natural», explica.

El rol que pueda tener el gobierno en facilitar la reducción de costos a las empresas también forma parte del debate. Lehmann plantea que el gobierno debe generar un entorno favorable para que las empresas sean más competitivas y productivas. «Un marco tributario más simple, un mercado laboral más flexible y una mayor certeza jurídica son clave», asegura.

Joseph Ramos cree que lo más importante es acelerar los procesos de aprobación o rechazo de grandes proyectos. «Chile no puede darse el lujo de demorarse cinco años en aprobar proyectos de gran envergadura, cuando en otros países se hace en menos de tres años «.

Magendzo añade la posibilidad de crear mecanismos que permitan a las pymes exportadoras, que tienen un acotado o nulo acceso al mercado financiero, a «cubrirse» de las fluctuaciones del tipo de cambio.

Escobar pone el foco en que el Estado «resista a la tentación de gastar todos los dólares que le lleguen».

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