Roberto de Andraca y el error del Gobierno: «Despertar muchas esperanzas, y las esperanzas y los sueños son infinitos»

Abr 10, 2017

El empresario plantea que Chile se benefició del crecimiento, pero que no adoptó los valores del crecimiento. "La virtud del trabajo duro, de que las cosas cuestan, ya no existe (...). Las cosas no se hacen de un día para otro. Estamos pagando el precio de haber tenido mucho éxito", dice.

(El Mercurio) Estoy aquí gracias a la tuberculosis». A Roberto de Andraca Barbás, 82 años, presidente del Grupo CAP desde hace más de un cuarto de siglo y orgulloso trabajador de la acerera por casi 58 años, le esperaba una carrera en la Armada cuando contrajo la peligrosa y a menudo mortal enfermedad.

Se salvó milagrosamente, cuando el doctor Sótero del Río lo medicó con las primeras dosis de estreptomicina que llegaron al país. Tras ello entró a la Universidad de Chile a estudiar Ingeniería Comercial. «Flavian Levine, que era gerente general de la CAP, era mi profesor de Economía y lo encontré brillante». Fue él quien lo llevó a la compañía acerera al egresar. «Entré al segundo subterráneo del edificio Bandera con Moneda e hice toda mi vida aquí: me entretuve y estoy feliz».

Pero en la junta de accionistas de este año, el próximo 18 de abril, De Andraca no se repostulará como presidente de la compañía productora de acero, y que también ha incursionado en la minería, en el negocio eléctrico, portuario, de procesamiento de agua y hasta la hotelería (tienen un pequeño hotel boutique en Atacama), con presencia en Perú y Argentina. En su última entrevista como máximo directivo del grupo revela las razones de su retiro, reflexiona sobre el devenir económico y político del país, y delinea la estrategia del conglomerado.

-¿Por qué decidió irse ahora?
«Yo lo he pasado bien aquí. He trabajado con gente muy capaz y he visto morirse a varios gerentes. Antes de Jaime Charles, que murió del mal de las vacas locas, estuvo Jaime Arbildúa, un gerente brillante, que murió del corazón. Al gerente actual, que es brillante, Fernando Reitich, lo pusimos en la emergencia (tras fallecer Charles), y probablemente sea el próximo presidente. Gran parte de lo bueno de esta compañía lo han hecho los gerentes. Pensé que ya era tiempo de que me vaya y no con un entierro. Es el momento de irme, porque la compañía ha cambiado entera desde hace unos ocho años. Dejamos de ser una compañía de acero puramente; se convirtió en una empresa con operación minera, de fabricación, de infraestructura, con operaciones en el extranjero».

-¿A quién ve como su sucesor?
«Lo más probable es que sea Fernando Reitich. Esta compañía es muy tradicional en algunas cosas, muy influida por la cultura de la Marina y los japoneses».

-¿Qué va a hacer ahora?
«Yo sé que voy a seguir de asesor y accionista: he comprado durante toda mi vida acciones de CAP y nunca he vendido, y no voy a vender ahora».

-¿Su hijo (Roberto de Andraca Adriasola) asumirá la gerencia general?
«No creo. Él es más de finanzas. A él lo llamé yo para que se viniera acá. Le encanta la CAP. Es muy serio, no es botado a macanudo, lo que sería muy grave. Esos hijos de ricos que son terribles: él no es así. Ahora, no sería nada raro que saliera director con alguno de los votos, ciertamente con los míos. Si es director dejará la gerencia».

-¿Quién se perfila como gerente general?
«Va a ser necesariamente de adentro, ya se hizo un recorrido entero en los últimos 12 meses. Ya hay una decisión».

-Además de asesor de CAP, ¿qué proyectos tiene usted?
«Compré un terreno en San Francisco de Mostazal que tenía una viña, que ahora se está terminando, y quiero hacer ahí un negocio mío, quiero hacer un negocio industrial. Antes de irme, un consejo: compren acciones de CAP. Hoy tiene que estar a más de $7.000, hace dos años estuvo a $26.000 y antes de morirme yo, que lo más probable es que me muera en cinco años -que es más o menos la edad en que se muere la gente ahora-, a los 87 años, debería estar a $50.000. Van a ser ricos».

«Alegamos cuando tenemos leyes que no nos gustan, pero cumplimos la ley»
De Andraca dice que una virtud de la CAP es que no hay conflicto entre trabajadores y la administración. «Esta es la única gran compañía en Chile que tiene casi 20 años sin huelgas. Mientras hay empresas donde en los sindicatos se queman los papeles o se tiran bombas, aquí en CAP los dirigentes sindicales son todos amigos».
Otra característica, dice, «es que no somos políticos, somos una institución de Chile. Si la CAP no anda bien, es como que no ande bien el Metro».

-¿Por qué enfatiza en que no son políticos?
«No somos una máquina política, somos una máquina eficiente que crea riqueza, una máquina que no se mete en política y donde hay libertad para que opines como quieras. Por eso no hay nadie de la CAP en los pagos (políticos). Hemos sido muy callados, muy japoneses».

-¿Cómo ha sido su relación con el Gobierno?
«Cada uno es libre de votar como quiera, pero obedecemos al Gobierno. Alegamos cuando tenemos leyes que no nos gustan, pero cumplimos la ley».

-¿Cuál es su mayor logro en la empresa?
«Por lejos, es la privatización. Fue un proceso legal y logramos que el Estado comprendiera que los trabajadores debían tener una gran participación, y la tuvieron. Lograron tener el 30%. Fue la única empresa del capitalismo popular que lo logró, porque hicimos un sistema por el cual si comprabas acciones te comprometías a no venderlas por ciertos años, y la gente aprendió a ser capitalista. Cuestión que a la gente de extrema izquierda puede parecerle terrible, pero a nosotros nos dio excelentes resultados. En otras empresas vendieron las acciones y se compraron una camioneta, pero todavía en la CAP, si escarbas, hay alrededor de un 29% de accionistas que trabajaron en la CAP en algún momento. Los trabajadores mismos de Huachipato llegaron a tener un 30%».
Bajo crecimiento: «Yo lo encuentro trágico»

-El Banco Central bajó su proyección de crecimiento y quedó en un rango de 1% a 2%. ¿Está en línea con lo que usted veía?
«Yo lo encuentro trágico… el mundo pasó por momentos difíciles en los últimos dos años. Lo de afuera hay que arreglarlo con más trabajo, y lo de adentro (del país), con pelear menos y trabajar más».

-¿Cuáles han sido los errores del gobierno de la Presidenta Bachelet en materia económica?
«Somos un país que está alejado de la realidad. Un país lejano, en donde vivimos de ideologías y realidades inventadas por otros y las adoptamos. Y como somos serios en comparación con otros latinos, las tratamos de hacer y no siempre resultan».

«La apertura (comercial) que hizo el gobierno de Pinochet y los primeros economistas (de la Concertación) dio un resultado bárbaro; pasamos de ser un país mediocre a uno que comenzaba a crecer y a crecer. Pero tengo la impresión de que crecimos muy bien y muy rápido, y no adoptamos los valores del crecimiento, solo adoptamos las imágenes del crecimiento».
«Chile es un país magnífico, pero creemos que está todo malo. Las cosas no se hacen de un día para otro. Estamos pagando el precio de haber tenido mucho éxito».

-¿Esta es una crítica a este gobierno, por las reformas estructurales?
«¡Nooo! Yo creo que hicimos las cosas demasiado rápido y queremos que todo venga ahora, ya. Yo lo noto en los cabros nuevos que llegan a trabajar, que dicen ‘llevo un año aquí y no he subido (de puesto)’. Y cuando ven subir a otro, lo critican o piensan que está arreglado, no sé. La virtud del trabajo duro, de que las cosas cuestan, ya no existe. Se quieren ver los frutos antes de trabajar mucho. Al mismo tiempo, nos creemos los campeones del mundo y no lo somos».

-¿Qué error cometió este gobierno, el de la Presidenta Bachelet?
«El de despertar muchas esperanzas y las esperanzas y los sueños son infinitos. Se abrió la caja de Pandora».
-¿Qué efecto tuvo la reforma tributaria en el bajo crecimiento del país?
«La reforma tributaria la hizo gente muy apurada y sin conocimientos profundos. La gente que sabe de impuestos te dice que les parece increíble que se haya inventado una cosa tan complicada y tan tonta, tan poco elegante. Que resultados parecidos se podrían haber obtenido de manera más eficiente y sin afectar la inversión».

-¿Y la reforma constitucional?
«Creo que medidas como esa no van a pasar. El desorden que hay ahora es muy grande, se arman y desarman grupos, no creo que vayan a pasar muchas cosas y si pasan, habrá que deshacerlas después».

-¿Qué medidas puede tomar el próximo Presidente para estimular la economía?
«Reglas claras de impuestos e inversión, no hacer declaraciones extemporáneas y trabajar nomás. Este es un país ordenado, con gente que sabe trabajar, que lo desordenan unos pocos, que ojalá se dejen de desordenar».

-¿Qué opina de los candidatos presidenciales que hay hasta el momento? ¿Por quién votará?
«No sé por quién voy a votar todavía. Pero será de centroderecha, porque va a cambiar menos cosas y va a arreglar algunas otras. Pero no me importa el candidato, porque yo no estoy metido en ese juego político. Que sea capaz y hable de lo que sabe y que no hable sin saber. Le doy un ejemplo: yo no voté por Lagos, pero creo que fue un gran Presidente. Y votaría por él y por Piñera».

-¿Y por Alejandro Guillier?
«Encuentro que él no sabe nada, es un buen periodista, pero no es un buen economista ni abogado…».

-¿Y Beatriz Sánchez, del Frente Amplio?
«Yo creo que la izquierda está en retroceso en el mundo. Aquí en Chile estamos viviendo los estertores de la izquierda en el mundo, que nos duran más porque estamos más lejos».

-¿Cómo ve este año 2017 para CAP?
«Se está mejorando. El precio de las materias primas está bajando, pero nuestros resultados están mejorando. La diversificación ha dado frutos, pero además estamos haciendo lo que hacemos siempre, el acero y el mineral más baratos. Eso se puede cuando la gente no tiene miedo ni tiene odios. Eso es lo que le pasó a Escondida. Esos odios y envidias las combatimos: no tenemos muchos choferes que sirven a los jefes, les prestamos plata para que los trabajadores y los sindicatos se compren autos si quieren. Esta no es una empresa clasista. Todos usamos overol en la faena».

-Con la competencia extranjera y el acero chino, ¿cree que en algún momento va a cerrar Huachipato?
«No, nunca. Puede cambiar, hacer otras cosas, que las podamos vender y competir con ellas en el resto del mundo, ser un puerto de gran eficiencia que sirva a todo el occidente argentino, por ejemplo. Pero Huachipato nunca va a cerrar. Si no podemos hacer acero, no tienes que echar a la calle a la gente, tienes que ocuparla de otra manera. La gente es la que vale».

-Mirando la CAP en 20 años, ¿cómo se la imagina?
«Va a ser una compañía que va a tener nuevas líneas de operación. Va a hacer muchas cosas, y la gente en Chile la va a valorar aún más. Y es que la CAP no es pintamonos. Tenemos la planta de espejos solares más grande de América Latina y nunca la anunciamos. Creo que nos vamos a diversificar más en infraestructura. Hemos aprendido a no usar agua en el desierto y a hacerlo sin echar humo al espacio, y lo aprendimos cinco o siete años antes que el resto. Hemos aprendido bien a tener puertos, a hacer plantas solares. También vamos a crecer en fabricación. Por ejemplo, Cintac sabe muy bien hacer casas y estructuras complejas con aceros especiales, y por eso, sabiendo que lo hacemos mejor que los peruanos, nos trasladamos para allá y nos tomamos el mercado. Hace 10 años no teníamos nada, hoy tenemos el 25% del mercado peruano y vamos a tener el 100%, te lo aseguro. Y como no tenemos que aparecer como chilenos, allá nos llamamos Tupemesa, e izamos la bandera peruana».

-¿Y en minería, van a crecer?
«La minería moviliza muchos recursos, tiene que encontrar cosas grandes que lo justifiquen, y están en América Latina, en Australia. No me cabe la menor duda de que vamos a crecer en eso».

«Nadie controla la CAP; la controlan todos»
CAP es una empresa sin controlador. Su mayor accionista tiene el 31,32% de la propiedad, y es la sociedad Invercap. Ahí el mayor socio es Juan Rassmuss Raier (hijo de Juan Rassmuss Echecopar, fallecido en 2016), que tiene el 38,67%, a través de Inversiones Hierro Viejo (ver infografía). Esta situación ha generado una soterrada disputa entre los accionistas, en especial con Roberto de Andraca, quien dice que «debo tener entre 4 y 5% de la compañía si sumas las dos (CAP e Invercap), porque son en realidad una».

-¿Quién controla CAP?
«El controlador principal es un grupo de compañías mineras. Durante un largo tiempo, el controlador fue el Sr. Juan Rassmuss, pero después dejó de serlo, y entraron los japoneses, Mitsubishi, que tienen 20%. Pero tampoco esta empresa es controladora. En realidad, nadie controla la CAP; la controlan todos».

-¿Pero existe un pacto de accionistas?
«Nunca. Esa es una rareza de la CAP, hay acuerdos entre personas, ‘que yo te voy a apoyar a ti, tú me apoyas a mí'».

-¿Hay un pacto tácito entre el grupo denominado «la familia» (ejecutivos de la compañía, entre ellos, De Andraca) y Mitsubishi?

«Eso de ‘la familia’ lo inventé yo, que dije «nos vamos a llamar ‘la familia’, por las acciones que tienen empleados importantes». Pero este grupo tampoco manda».

-¿Las diferencias con Juan Rassmuss padre e hijo han tensionado mucho al grupo?
«No fue un desencuentro tan fuerte. Él (padre) tenía una opinión de cómo debía desarrollarse esta compañía, y el grupo más grande, japoneses y ‘la familia’, tenía otra. Hemos votado cada vez y ganado nosotros. Pero no ha habido tanto boche . Tengo la percepción de que al final se va a encontrar un camino en común. Puede ser que no se haya encontrado porque estaba Juan y estaba yo. Juan se murió y yo me estoy yendo… a lo mejor ahora se encuentra el acuerdo».

-¿Qué es lo que los separó?
«Juan era de la opinión que debíamos ser solamente mineros, y no tener todo este desarrollo externo de fábricas afuera y la diversificación a otras áreas. Nosotros estábamos en una política de crecer más y él de sacar más utilidades».

-¿Cómo es la relación con Juan Rassmuss hijo?
«Es director, vive en Paraguay por temas de impuestos. Es un tema que no quiero tocar».

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