(El Mercurio) Una fuerte preocupación han expresado ejecutivos de la industria minera por el alto grado de violencia que alcanzaron las manifestaciones que impulsa la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) en el marco de las movilizaciones que han realizado en estos últimos días trabajadores contratistas en faenas de la estatal Codelco.
Estas acciones, que apuntan a obtener mejoras del Acuerdo Marco que se estableció en 2007, cuando la compañía pública actuó como facilitador del convenio, podrían generar un precedente a nivel de industria, afirman en el sector.
En la minería preocupa que el movimiento pretenda obligar a la estatal, a través de actos de vandalismo -que incluso ya han cobrado una víctima fatal-, a sentarse a una mesa de negociaciones que no le corresponde, y forzando conversaciones que no son legítimas. Lo anterior, considerando que son las empresas contratistas (proveedoras de servicios de diversa índole) las empleadoras que deben hacer frente a las demandas de estos operarios.
También inquieta la intransigencia de quienes lideran este movimiento, que según afirman las fuentes, son líderes de organizaciones suprasindicales -la mayor parte de las veces ajenos al mundo de la minería-, que buscan enriquecerse a costa de cuotas que cobran a los trabajadores y en un contexto de precios del cobre a la baja y de costos elevados. Esta última realidad es aún más crítica en una división como Salvador, que por ser una mina de larga data en materia de explotación, presenta leyes decrecientes, y exhibe costos por sobre el precio de cotización actual de metal rojo. El viernes la libra de cobre se transó en US$ 2,37 (el promedio del año está en US$ 2,67 la libra), mientras que los costos netos a cátodo del yacimiento ubicado en la Tercera Región rozarían los US$ 2,5 la libra.