Innovación: la importancia de la alianza entre los privados y el sector público

Oct 23, 2014

Uno de los principales problemas que enfrenta nuestro país en esta materia es que las empresas todavía no invierten sustancialmente en investigación y desarrollo.

(Pulso) Según los últimos datos disponibles de la OCDE, en 2010 Chile invirtió 0,42% de su PIB en Investigación y Desarrollo (I+D). Ese año, el promedio de la entidad fue de 2,38%. Hoy, todos los esfuerzos están puestos en aumentar esa cifra y en fortalecer las alianzas entre públicos y privados para que la innovación y emprendimiento tenga el despegue final.

Estamos lejos de los países más desarrollados del mundo, y en casos como el de Israel, I+D es un componente fundamental. En 2010 en ese país se invirtió un 4,34% del PIB. En Estados Unidos, en cambio, el dato es de 2,83% en 2010, levemente sobre el promedio OCDE.

Aún así, Estados Unidos lleva un largo camino recorrido en este ámbito. En 1980, por ejemplo, el gobierno invertía US$75.000 millones pero de las 28.000 patentes que tenía, sólo 5% eran licenciadas. El problema estaba en los derechos de propiedad, por mucho tiempo el gobierno tenía la propiedad de las tecnologías financiadas. Con la aprobación de la ley Bayh-Dole de 1980 (sobre propiedad intelectual) eso cambió.

Ahora, en la primera economía del mundo, todos los niveles del gobierno dan apoyo a I+D para fomentar la innovación y emprendimiento. Tanto a nivel municipal, como a nivel estatal y federal. Un ejemplo es National Institutes of Health, una agrupación de instituciones del gobierno de EEUU que se enfocan en la investigación médica y de las cuales han salido numerosos inventos que luego se han convertido en negocios.

Los laboratorios federales, no sólo de salud sino también de otras carteras, son un componente importante para la investigación, el desarrollo y la innovación. “El departamento de Defensa se enfoca mucho en la investigación e innovación”, aseguró Jack Griffin, director de los programas de transferencia tecnológica de la Armada, en su presentación en el seminario de innovación y emprendimiento Tech Transfer Trip organizado por la consultora Genesis Partners.

Así,el gobierno tiene dos programas principales transversales para fomentar la investigación, innovación y transferencia tecnológica: el de Investigación de Innovación de los Pequeños Negocios (SBIR, su sigla en inglés) y el de Transferencia Tecnológica de Pequeños Negocios (STTR, su sigla en inglés). Además los laboratorios federales pueden asociarse con otras entidades a través de los Acuerdos de Investigación y Desarrollo Cooperativo (CRADAS, su sigla en inglés), donde el gobierno provee de personal, servicios e instalaciones pero no fondos.

En Chile

Entre enero y septiembre de 2014, Corfo ha adjudicado 295 proyectos de innovación empresarial y transferencia tecnológica. En promedio, entre 2010 y 2013, la cifra es de 524. Para innovación, este año, Corfo tuvo un presupuesto cercano a los $56.500.000, un 2% menor al de 2013, el cual a su vez, fue un 16% mayor al de 2012.

Eduardo Bitran, vicepresidente ejecutivo del organismo, asegura que si bien en Chile el tema de los laboratorios del gobierno está muy poco desarrollado, Corfo tiene planes de generar “capacidades para centros tecnológicos que se orienten a resolver problemas del mundo productivo…Efectivamente Chile tiene un déficit en esa área y a través de programas estratégicos, alianzas publico-privadas que se están desarrollando, esperamos identificar aquellos ámbitos en los cuales es necesario tener capacidades de centros tecnológicos”.

Pero ¿qué hace que la alianza público-privada sea exitosa? Para Jacob Erlich, socio de la firma de abogados de Boston, Burns&Levinson, la clave para que la relación entre el gobierno y otras entidades funcione y pueda impulsar la innovación y el emprendimiento está justo en el medio de los dos actores, en el intermediario.

“Uno de los problemas en EEUU y tal vez en Chile también, es que el gobierno no es una organización comercial entonces no tienen la experiencia, las universidades tampoco son organizaciones comerciales entonces tampoco tienen la experiencia. Para tener éxito, algunas de las universidades han empezado a contratar personas con orientación comercial, y el gobierno está haciendo lo mismo en EEUU. Han reconocido este problema”, explica Erlich.

En cuanto a innovación, Bitran advierte que Chile está muy atrasado. Sobre todo, en la innovación a nivel empresarial. “En general el gasto o inversión en I+D en las empresas es extremadamente bajo y el nivel de innovación de productos y procesos con tecnologías ha venido cayendo en los últimos años y eso hace que no haya un proceso de diversificación y sofisticación de la economía chilena como nos gustaría”, dice Bitran.

Para 2015

El presupuesto de Corfo para el próximo año es un 40% mayor al de este año. Para el subsidio para emprendimiento dinámico son $28.000 millones, a lo que esperan sumar entre US$30 millones y US$50 millones en fondos para el desarrollo de la industria de capital de riesgo de fase temprana.

A los programas anunciados: Semilla Expansión, Incorporación de Capital Humano para la Innovación en pymes, Voucher de innovación en pymes y Absorción tecnológica en las pymes, el ministro de Economía Luis Felipe Céspedes anunció ayer otros cinco planes relacionados con la exportación, producción y ciudades innovadoras como parte del plan de reactivación de la economía del gobierno.

SBIR y STTR: Los programas en EE.UU. 

El gobierno estadounidense tiene dos programas principales transversales para fomentar la investigación, innovación y transferencia tecnológica. SBIR es un programa que apoya una primera fase de estudio de viabilidad, investigación completa de prototipos y finalmente la fase de comercialización.

El segundo, es un programa que expande las alternativas de financiamiento en los diferentes sectores federales en cuanto a I+D. Cada año, a cinco departamentos federales -Defensa, Energía, Salud y servicios humanos, Administración aeronáutica y espacial, y la Fundación Nacional de Ciencias- se les solicita que reserven una porción de sus fondos destinados a I+D para adjudicárselos a pequeñas empresas o asociaciones de instituciones de investigación sin fines de lucro.

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