Aprovechando las propiedades antibacterianas del cobre, la investigación de los estudiantes persigue reducir la presencia de bacterias en la industria salmonera. La aplicación, cuando haya finalizado, permitirá a las empresas salmoneras potenciar la bioseguridad y sanidad de las instalaciones.
La contraparte del proceso está en las espumas de cobre, material que se caracteriza por su baja densidad y alta absorción de energía al impacto. Para producirlas, los jóvenes usan el proceso de pulvimetalurgia. Como explica Christopher Salvo, de ingeniería civil metalúrgica, el proceso permite fabricar piezas de formas complejas, a partir de polvos finos de metales que tras su compactación y al ser sometidos a altas temperaturas se les da una forma determinada
“Estas características […] ayudan a una producción sustentable y eficiente”, apunta otro componente del grupo. Según Ignacio Molina, “además de estudiar la factibilidad de la aplicación de las espumas de cobre en la industria salmonera, también se suma el desarrollo de prototipos a nivel académico de las espumas y la aplicación a escala industrial de toda esta tecnología.
La investigación, que nace bajo el contexto de industria alimentaria chilena, permitió identificar a la industria salmonera como cliente objetivo.
Cuestión de estándares. Desde la institución académica recuerdan un importante factor. Las industrias salmoneras de Estados Unidos o Europa, establecen una tolerancia del 0% y del 5% respectivamente. Una situación que implicaría pérdidas cuantiosas por no cumplimientos de estándares a los productores chilenos.
Agradecimientos. En el desarrollo de este proyecto, sustentado gracias a los fondos concursables de Relaciones Estudiantiles además de Ignacio Molina y Christopher Salvo, de Ingeniería Civil Metalúrgica; participan Morín Gonzalez y Felipe Figueroa; de Ingeniería Civil Ambiental y Jorge Espinoza, de Ingeniería en Diseño de Producto; colaborando también en este trabajo Claudio Aguilar, académico del Departamento de Ingeniería Metalúrgica y Materiales y Helena Núñez, investigadora del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental.