(La Tercera) Muchos chilenos celebrarán cuando Michelle Bachelet, probablemente, se imponga en la segunda vuelta presidencial este mes, pero las empresas mineras de cobre (el pilar de la economía) sudan nerviosas ante esta perspectiva.
La industria, que representa un tercio de la producción y reservas mundiales de cobre y una quinta parte del producto chileno, ha visto duplicarse los costos de producción en los últimos 5 años, debido a sueldos y facturas de electricidad más altas y leyes del mineral más bajas. Y es probable que el nuevo gobierno añada impuestos más altos.
Bachelet planea subir el impuesto a la renta de las empresas, del 20% al 25%. Además, Chile podría descartar una ley que protege la inversión extranjera en el sector de royalties más altos, lo que puede desincentivar algunos proyectos.
Además de una caída de 30% en los precios del cobre desde su punto máximo hace dos años (analistas de Goldman Sachs prevén que caerán otro 12% en 2014) y un superávit global de cobre, la pérdida de competitividad de Chile ha hecho caer una cartera de potenciales inversiones mineras de US$ 100 mil millones, a apenas US$ 30 mil millones, según el presidente del Consejo Minero, Joaquín Villarino.
Los proyectos de generación y mineros también se han retrasado con frecuencia por demandas ambientales oportunistas, aunque los proyectos hayan sido aprobados por el gobierno y las comunidades locales.
“El próximo gobierno tiene que abordar estos temas. Si no lo hace, en los siguientes tres o cuatro años comenzará a tener problemas”, dijo Diego Hernández, presidente ejecutivo de Antofagasta Minerals.