En tiempos en que el vaivén del precio de los commodities genera atención por los puntos hacia arriba o hacia abajo del cobre en los mercados, la minería chilena trabaja decididamente hacia un horizonte que espera aminorar esta dependencia.
La mirada a largo plazo que demanda una industria de primer nivel ya ha comenzado a escalar un camino que nos pone en otra etapa. Es así que, con la idea de alcanzar un desarrollo consistente, nos encontramos –como ejemplo– con el Programa Nacional de Minería Alta Ley, una referencia del ideal que con ambición proyectamos para abordar los desafíos de la industria.
He visto en detalle el aporte especializado que surgió a partir de la agenda “Minería, plataforma de futuro para Chile”, la cual ha tomado forma en el programa Alta Ley. La conclusión es sencilla y contundente: como líder mundial en la producción de cobre, nuestro país vive una etapa superior y debe potenciar oportunidades de mercado a través de la sofisticación, mejoras de productividad y diversificación en sectores productivos con alto potencial. Es a lo que apunta nuestro sector, es decir, un escenario donde exista una productividad inteligente, equitativa y sustentable, porque ésa es una muestra de excelencia y también es lo que interpreta el espíritu de un Gobierno que demanda un crecimiento consistente, con inclusividad y beneficios para todos los chilenos.
La innovación ha sido el sello de este programa, que se enfoca en una industria de bienes y servicios, basada en ciencia y tecnología con aplicación en minería y exportable a otros sectores y países.
Pese a la larga tradición minera del país, las exportaciones de bienes y servicios mineros llegan hoy a los US$580 millones, cifra muy reducida en comparación con los US$11.000 millones que exporta Australia. Hay que considerar además que este mercado está concentrado, pues en 2014 sólo cinco empresas representaron el 61% del total de las exportaciones. Pero este problema es visto como una oportunidad, y por eso se ha pensado en fomentar la internacionalización de bienes y servicios con una fuerte alianza público-privada para abordar los mercados más apropiados y que favorezcan nuestro crecimiento.
En este sentido, nuestro Ministerio ha tenido la oportunidad de sumar fuerzas con el aporte de una organización potente, como es Alianza Valor Minero, una entidad que se ha comprometido con las prácticas de una minería virtuosa, preocupada tanto de la producción y eficiencia del proceso minero, como de la relación con las comunidades y el entorno.
En ese equilibrio, la minería chilena va construyendo una nueva cultura. Queremos ser una industria que mira al futuro, que presenta soluciones de alto nivel y que respeta y se hace responsable de su territorio. Hoy nos encontramos con síntomas saludables y ejemplares como los que nos entregan Alta Ley o Valor Minero. Y cada vez crecemos hacia una etapa de desarrollo que disminuya la dependencia de los puntos mayores o menores que marca el cobre en los mercados.