Chile es un país que ha forjado su carácter superando adversidades de todo tipo. Ese mismo espíritu es el que nos debe conducir a superar nuevos desafíos ante un panorama poco auspicioso en la industria minera del cobre. Y es que existe un comprensible temor por el futuro de la actividad.
No hace mucho estábamos frente a una demanda en permanente alza y el hecho de que los precios del cobre subieran de manera progresiva fue cosa de tiempo. En efecto, se expandieron en torno al 10% anual entre 1980 y 2010, con una producción que superó las 5.800.000 toneladas durante 2013.
Sin embargo, ese mismo año se alzaron voces de alerta. El precio de la libra mostró un descenso marcado (cayó un 10% en 2013 y otro 12% en lo que va del año) y China, responsable del 43% del consumo mundial de cobre del mundo, quitó el pie del acelerador a su economía.
En ese escenario la innovación juega un rol decisivo. ¿Cómo podemos ser competitivos en el mercado internacional ante nuevos jugadores y con un precio más acotado? La respuesta está en la generación de soluciones creativas que aporten valor agregado a la industria.
Para innovar se requiere que la solución encontrada sea rentable económicamente hablando, lo cual puede aportar no tan sólo a incrementar la línea de ingresos por la vía de nuevos servicios, productos o negocios, sino también a disminuir costos y aumentar la productividad por la vía de mejoras sustanciales en los procesos industriales asociados o de innovaciones disruptivas que pueden modificar completamente la forma de hacer las cosas dentro de una industria.
Hoy los precios del metal se mueven a la baja por razones externas y los costos de producción se elevan por motivos que son fundamentalmente internos. Alza en el precio de la energía, escasez de agua y mayores costos salariales son tres factores que golpean duro a la industria.
Chile es un país que depende mucho de su producción de cobre. Es la industria exportadora más relevante del país. La minería en el periodo 2006-2012 representó el 15,7% del PIB, el 64% de las exportaciones totales y el 21% de los ingresos del Gobierno Central. Es por eso que los cambios que se requieren deben ser estructurales más que pasajeros.
Codelco y BHP Billiton, por ejemplo, están hace un tiempo embarcados en un proyecto en común, el Programa de Proveedores de Clase Mundial, donde varias compañías trabajamos en la construcción de un ecosistema que permite abrir la innovación a campos poco explorados aún para esta disciplina en la minería, que pueden representar interesantes desafíos no tan sólo para las compañías instaladas en Chile, sino que también para las operaciones mineras del resto del mundo.
Y es aquí justamente donde yace nuestra gran oportunidad; la de desarrollar y consolidar una industria de productos y servicios basada en Chile para la minería global; productos y servicios con el sello “Design in Chile”.