Profesionales íntegros con base técnica y sentido social

Abr 9, 2014

Ya no basta con formar a un ingeniero de Minas con fuerte conocimiento en las llamadas “disciplinas duras de la minería”. Hoy más que nunca resulta imprescindible abarcar aspectos éticos, sociales, comunicacionales y medioambientales y, lo más relevante, generar agentes de cambio en un entorno que va variando bajo la creciente mirada hacia la minería […]

Ya no basta con formar a un ingeniero de Minas con fuerte conocimiento en las llamadas “disciplinas duras de la minería”. Hoy más que nunca resulta imprescindible abarcar aspectos éticos, sociales, comunicacionales y medioambientales y, lo más relevante, generar agentes de cambio en un entorno que va variando bajo la creciente mirada hacia la minería de la ciudadanía.

Con mucha razón decimos que tenemos las operaciones mineras más grandes del mundo, colocando como ejemplo el mediático camión minero, idealmente con una persona al lado del neumático, para magnificarnos la envergadura del negocio.  Adicionalmente se muestran en la prensa los millonarios bonos que se pagan a los trabajadores que, justificados o no, dejan en el ciudadano común una sensación de injusticia por la realidad que toca vivir a miles de chilenos.

No obstante, la realidad actual no hace solo referencia a esto, ya que hoy nos vemos enfrentando una creciente judicialización y atraso de proyectos mineros, ya sea por hacer mal las cosas y apuradas por parte de las empresas, o bien por grupos de personas con muy buenos abogados que, a mi juicio, están más interesados en la compensación económica que en el desarrollo armónico de la minería con otras actividades.

Hemos perdido competitividad por la baja productividad y los crecientes costos, echándole en parte la culpa al precio –en mi opinión es una justificación bastante pobre–, ya que varias operaciones mineras han pasado ciclos de precios del cobre bajo el dólar por libra, y del oro bajo los 500 dólares la onza.

En síntesis, ya no basta con tener la mejor estrategia de consumo de reservas, tecnología de punta en todos los procesos e ir a buscar a los mejores ejecutivos para llevar adelante el negocio. Eso es una condición necesaria, pero no suficiente, para el entorno en el cual se desarrolla esta industria. Si bien el yacimiento y su información son la base del negocio minero; su diseño, puesta en marcha, ejecución y cierre requieren de profesionales con sensibilidades adicionales, no fáciles de entregar en una formación técnica y de gestión, ni menos aún con una mayor cantidad de profesionales al mercado laboral. Muy por el contrario, creo sinceramente que hoy es más relevante que nunca un replanteamiento de la formación que se necesita y, más importante, la manera en la cual se generarán las competencias en los alumnos.

Formar hoy a un ingeniero de minas debería ser un integrado de conocimientos técnicos, con capacidades para el manejo de información que permitan tomar las mejores decisiones, con miradas críticas respecto al “status quo” y conocimientos de aspectos ambientales, sociales y laborales que no solo se deben remitir a la legislación laboral y minera vigente. Solamente para la reflexión: ¿Hay cursos de ética o se discuten estos aspectos en el aula?

Si bien puede ser evidente la definición anterior, su materialización no es fácil, ya que requiere de profesores capaces de brindar esa mirada, y muchos análisis de casos que permitan tener una reflexión por parte de los alumnos en todas las dimensiones antes indicadas. De esta forma, mi invitación es a trabajar en equipo con quienes realmente deseen formar profesionales de excelencia, y no solo proveer a gente preocupada de aspectos remunerativos con una mirada de corto plazo.

Ronald Guzmán, director de la Escuela de Minería de la Universidad del Desarrollo

Director de la Escuela de Minería de la Universidad del Desarrollo

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