Afortunadamente para Chile la minería sigue teniendo ventajas comparativas como la actividad principal de su economía, y va a seguir siendo por décadas la principal generadora de divisas para el país, fuente de empleos de calidad y un amplio campo para la innovación e incorporación de tecnologías de punta.
Del último ciclo de baja, la industria aprendió con cierta rudeza que el negocio minero ya no volverá a ser el mismo, porque ahora su accionar necesariamente debe ir acompañado de eficiencia, disciplina financiera, productividad y desarrollo sustentable; donde sus intereses deben considerar también los de sus vecinos y del entorno donde opera.
En este contexto, pasa a ser nuestra responsabilidad, como proveedores de la minería, encontrar, con la interrelación de las compañías mineras, la forma de aprovechar lo que ofrece esta actividad para el desarrollo y formación de una minería chilena que destaque en el concierto mundial.
Poco de lo que anhelamos para lograr una minería chilena competitiva, fuerte y desarrollada podría llevarse a cabo sin implementar las demandantes y urgentes mejoras de productividad ya diagnosticadas en los últimos años. También es relevante que incorporemos a nuestros procesos productivos personas que se motiven a trabajar en un espíritu de colaboración aun mayor con las empresas mineras, los centros de investigación, la academia y organismos gubernamentales, entre otros, para integrar la industria a la desafiante Era Digital.
La productividad tiene múltiples factores para ser mejorada en forma continua con las tecnologías vigentes, incorporando, por ejemplo, el trabajo a distancia y/o introduciendo modificaciones a las leyes actuales, que permitan flexibilidad laboral, remuneraciones variables y multifuncionalidad. En otros países mineros donde esta cultura de trabajo es una realidad, logran índices de productividad que permiten realizar labores idénticas con menos de la mitad del personal y en menor tiempo que lo hacemos en Chile.
Otra forma de incrementar la productividad es mejorar la eficiencia intrínseca de los procesos productivos o identificar y eliminar todas aquellas tareas que no aporten valor u obstaculizan el proceso.
Hay múltiples ejemplos en este sentido. Uno de los más relevantes y en el cual tenemos el expertise y podemos hacer el mayor aporte, es el que dice relación con la GESTIÓN DEL MANTENIMIENTO. Este rubro es una parte importante de la gestión de activos de las empresas en general y de las mineras en particular, ya que corresponde a una cuota significativa en la estructura de costos. En esta gestión, las etapas de planificación y programación son claves, dado que ofrecen variadas oportunidades de mejoras en la productividad de la empresa colaboradora y, como consecuencia, en la productividad de la compañía minera.
Llegar a materializar las propuestas de mejoras de productividad es un deber y una necesidad más vigente que nunca para hacer nuestra minería más competitiva, logrando a la vez que sea percibida cercana y atractiva al ciudadano común, haciendo de ella un pilar del crecimiento de Chile, en beneficio de todos sus ciudadanos.