Desierto de Atacama: Un espacio único que hay que cuidar

Nov 10, 2016

El Desierto de Atacama se ha convertido en un ejemplo del paradigma que señala que el hombre hoy marca el planeta con el mismo impacto y mecánica que un “desastre natural”.

El norte de Chile posee dos escenarios físicos bien definidos por su fisiografía, clima y biodiversidad. Al oeste, el Desierto de Atacama y, hacia el este, previo su precordillera, lo que podemos llamar la Alta Cordillera, con su Altiplano y los imponentes volcanes que se sobreimponen.

El más “conocido” es el Desierto de Atacama, equivocadamente considerado como un sinónimo del norte de Chile. Lo hacen famoso su riqueza minera, su clima hiperárido, su mínima densidad poblacional, su fascinante historia, sus espectaculares paisajes o sus limpios cielos. Todo esto configura, entre otros, sus laboratorios naturales de Oceanografía, Geología, Astronomía, Astrobiología, Arqueología, Antropología o Geomicrobiología.

Sin embargo, conocer ese desierto y comprender el real valor de su  grandeza, de su escenario natural y patrimonial, es sólo privilegio de algunos y ese conocimiento autoriza a opinar. El Desierto de Atacama se ha convertido en un ejemplo del paradigma que señala que el hombre hoy marca el planeta con el mismo impacto y mecánica que un “desastre natural”.

Hoy el –originalmente prístino– desierto está cruzado por cientos de huellas de vehículos, destacando las del Rally y sus espectadores y las de “excursionistas” motorizados. Playas y caletas resisten, sin éxito, los emisarios sanitarios, desechos de sus habitantes y la ofensiva estética de construcciones de cualquier tipo. Los basurales abiertos, en ciudades y pueblos, proveen al viento de toda clase de materiales que rellenan quebradas en lugares recónditos. Caminos y sitios aledaños a las ciudades se llenan de basura, “cementerios de mascotas”, escombros de construcciones y todo tipo de desechos. Se permite a turistas que alegremente contaminen sitios vírgenes, de enorme futuro científico y biotecnológico, bañándose en lagunas saladas para que experimenten el “Efecto Mar Muerto”.

La actividad industrial crea cerros artificiales que pueden superar la topografía local, enormes lagos artificiales, humos densos y obscuros que recorren la noche, mezclándose con las camanchacas.

El desierto hoy lo atraviesan miles de kilómetros de cañerías, torres de alta tensión, líneas de comunicación, asociados a parques eólicos, plantas fotovoltaicas y otras instalaciones. Quizás en el futuro exportemos estas energías limpias; tal vez la generosidad del mar nos ayude a recuperar parte de nuestras cuencas hídricas; a lo mejor los caminos nos permitirán conocer mejor nuestro Desierto.

Quizás estemos en el tiempo y la oportunidad de conversar con mayor profundidad sobre estos temas. Hay empresas con excelente disposición y acción sobre estos asuntos, hay personas que “sienten” el norte, hay ciudadanía inquieta al respecto. Sumar, conversar los problemas, plantear soluciones y buscar materializarlas constituyen una oportunidad cuyos plazos son cada vez más cortos, demandantes y urgentes.

Guillermo Chong

Geólogo y profesor titular del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad Católica del Norte.

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