Espinoza analiza complejo momento sindical en Codelco y evalúa su continuidad en la FTC

Oct 2, 2017

Adelanta que las doce negociaciones colectivas que la estatal tendrá este año y el próximo se discutirán en un escenario del cobre muy distinto.

(Diario Financiero) Hace meses Raimundo Espinoza, presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), una de las agrupaciones más importantes y poderosas del país, que agrupa a todas las asociaciones de Codelco, viene advirtiendo que el movimiento sindical enfrenta un momento complejo.

Una serie de factores, entre ellos las nuevas generaciones, dice, complican la labor de los dirigentes y tienen a la entidad en una disyuntiva respecto de cómo seguir adelante en la defensa de los intereses de los trabajadores.

El también director de la estatal, quien tiene 42 años vinculado a la división Salvador y tres décadas como líder sindical, dice que no sólo se trata de lidiar con un menor sentido de pertenencia de los más jóvenes, que defienden intereses y necesidades cortoplacistas, sino que las nuevas camadas de dirigentes son distintas, en un fenómeno que es transversal en la industria.

“Se necesita un movimiento sindical comprometido”, apunta y añade que los factores políticos también inciden en la dificultad creciente para alcanzar acuerdos y marcan una diferencia de fondo al interior de los sindicatos.

Espinoza comenta que la FTC busca impulsar una escuela sindical, que ayude a reducir la tensión que hoy se observa a nivel de la dirigencia laboral. Y adelanta que él no será parte de este recambio porque ya le anunció al sindicato N° 6 de la División Salvador, donde es director, que no irá a la reelección en el proceso que se realizará en un año más. Anuncia que, con ello, es factible que tras 26 años, tampoco siga al frente de la FTC, instancia que preside desde 1993.

-En el Congreso de la FTC en abril dijo que el movimiento sindical necesita discutir las dificultades que está teniendo con las bases, ¿cuál es la situación?

-El movimiento sindical está atravesando por un momento súper complejo al igual que la sociedad, los actores sociales y políticos. No sé si es producto de lo que vivimos en dictadura y durante los últimos 20 años de democracia y de lo que está viviendo la sociedad y el mundo.

Debemos enfrentar una nueva generación de trabajadores, que piensa y tiene necesidades distintas y en ese sentido el movimiento sindical debe cambiar el switch. Lo veo en mi división El Salvador, que es difícil de manejar y donde incluso hay visiones distintas entre los mismos jóvenes. Ahí tenemos una gran labor como dirigentes y líderes sindicales.

Los trabajadores nuevos tienen visiones distintas del mundo del trabajo y de sus necesidades. Ellos se ven como transitorios y los más antiguos tenemos un sentido de pertenencia a la empresa. No digo que esto sea malo o bueno, pero obliga a ir evolucionando.

-¿Esto ha dividido el trabajo sindical?

-Hay necesidades distintas y se requiere tener un movimiento sindical comprometido y para eso estamos tratando de hacer una escuela sindical en la que discutamos estos temas. Yo no soy el dueño de la verdad, pero lo que veo no es que los trabajadores sean distintos, sino que tenemos visiones, intereses y prioridades distintas.

Tengo 42 años en la división El Salvador, llegué cuando había una pieza y baño compartido para 15 ó 20 familias, hoy la cosa es distinta, y aunque no esperamos que los trabajadores estén dispuestos a volver a esas condiciones, es complejo enfrentarse a los requerimientos que plantean.

-¿Qué otros factores hacen más compleja la labor sindical hoy?

-La desconfianza. Desconfiamos de todos y, si no superamos eso, las diferencias seguirán agrandándose. Por eso me molesta el tema de vender humo al interior del movimiento sindical. Hay que ser realista y yo como dirigente he sido bastante pragmático y claro en no levantar expectativas inviables.

El problema que tenemos dentro del mundo sindical es que todos creemos que somos caciques y yo no digo que la competencia y la ambición de los demás dirigentes sea mala, no es un problema, sino que cómo tu llegas y muchas veces eso se pierde en el camino.

Un dirigente sindical debe tener la capacidad de estirar el elástico hasta que sepa que se va a cortar y ahí tomar decisiones. Siempre hay que buscar el diálogo y mantenerse conversando en las mesas de negociación hasta el último minuto, buscando nuevas alternativas. Preparar a un dirigente sindical en una escuela sindical no es programarlo, pero sí prepararlo para que tenga la capacidad de buscar alternativas.

-¿Hay un factor político?

-Eso no pesa mucho hoy, se ha diversificado. En una sociedad donde hay tanta desconfianza en el que todos son corruptos, todos son vendidos, todos son ladrones, te cuesta construir. En algunas cosas podrás tener razón, pero cuesta construir. Esa diversificación se ha dado en todos lados, tenemos ocho candidatos presidenciales con visiones muy distintas, lo que antes no ocurría, había un discurso más coherente y ciertas lealtades que hoy se han ido perdido.

Modelo “ganar-ganar”

-¿En el momento actual debería primar el velar por la continuidad de la empresa más que por las peticiones específicas?

-Somos un país chico y lo que tenemos que hacer es ver cómo desarrollar un modelo de ganar-ganar.

Nuestro discurso ha sido que aunque a mí me eligen para defender los intereses de los trabajadores, también trabajo en un empresa del Estado, por lo que tengo la doble responsabilidad de poner los equilibrios, porque esta empresa le entrega recursos a los sectores más postergados del país. Nuestros camiones no sólo mueven piedras, van llevando escuelas, carreteras o jubilaciones, esa es nuestra visión y tenemos que mentalizarnos en eso.

-¿Cómo influye la reforma laboral en los procesos que vienen?

-Hoy tenemos una ley laboral distinta. Está el tema de los pisos de negociación y, por otro lado, hay situaciones que analizar porque vamos a entrar a un proceso de negociación con una ley diferente, que en algunas cosas nos beneficiará y en otras será una dificultad. Para eso hay que tener grados de flexibilidad y mantener nuestro lugar de trabajo, nuestras conquistas y avanzar en beneficios.

-¿Y eso lo ven los jóvenes?

-Hay trabajadores que lo entienden y otros que no. No pasaba antes que en la asamblea los trabajadores están con el celular en la mano, revisando el precio del cobre, el resultado del área del trabajo, de la concentradora, de la refinería y eso hace que la discusión no sea la misma. Hay mucha más información y los trabajadores son un balazo en el sistema computacional y, en ese sentido, se necesita tener un complemento porque ahora no logras convencer a los trabajadores sólo con un discurso.

-¿En qué condición enfrentarán las negociaciones colectivas que vienen?

-El 2017 es mejor que el año anterior, hicimos avances importantes en la forma en que los trabajadores enfrentaron la crisis de 2016. El movimiento sindical tomó una actitud bastante responsable y tuvimos críticas por parte de nuestros pares, porque esto no es un mundo Bilz y Pap. Ahora, el escenario es distinto por lo que discutiremos en otras condiciones.

No me quiero adelantar a lo que vendrá, no sé si las negociaciones serán más o menos amigables, lo que digo es que ambas partes deben estar con la voluntad de buscar una alternativa de ganar-ganar.

-En el congreso de abril dijo que no tenía intención de volver a postular como dirigente, ¿bromeaba?

-Tengo mucho tiempo como dirigente y creo que hay que darle la pasada a otros y por eso ya le comuniqué a mi sindicato que no iré a la próxima elección. Hay inquietud entre ellos, pero también uno debe tomar una decisión que no es fácil.

-¿Eso implica que tampoco seguirá en la FTC?

-Podría hacerlo, la ley me lo permite, pero hay momentos en que uno debe tomar una decisión. Lo estamos analizando con nuestros equipos, pero lo más factible es que tome otros caminos. Eso está en evaluación, porque si no se prepara este cambio se generará un tema complicado.

Dichos del contralor: «Si caemos en ese lenguaje, el daño para la empresa será muy grande»

La larga disputa iniciada en mayo pasado entre Codelco y Contraloría a raíz de un dictamen que cuestionaba la libre disposición patrimonial de la administración a raíz de acuerdos en negociaciones colectivas y, además, problemas en contratos por US$ 783 millones derivados de una auditoría, es fuertemente criticada por Raimundo Espinoza, quien también es el representante de los trabajadores al interior del directorio de Codelco.

El dirigente cuenta que tras reunirse con el contralor Jorge Bermúdez le pidieron una nota por escrito en la que se les asegure que no existirán problemas para las próximas negociaciones colectivas, ni para los contratos que ya se han celebrado. A la fecha, esa solicitud no tiene respuesta.

Asegura que este conflicto le ha hecho un gran daño a la estatal, pero por sobre todo, al mundo sindical, ya que se les «corrió la cerca» para las próximas negociaciones que deberán afrontar, las que se dan continuamente en una empresa como Codelco.

«Nos corrió la cerca, porque ahora van a haber algunos actores que van a tomar el tema de Contraloría y los usarán para decir que no pueden avanzar producto de esto, entonces hay que tener mucho cuidado y por eso somos tan tajantes en pedir una respuesta por escrito», explica.

Para el dirigente, nadie puede oponerse a tener controles. La Contraloría debe cumplir su papel, dice y agrega que no pone las manos al fuego por nadie, ya que son miles los contratos que se mueven en la compañía, pero advierte que Codelco necesita moverse en el mercado con más agilidad para competir y tener la misma flexibilidad que tienen las mineras privadas.

En cuanto a los dichos de Bermúdez, en los que deslizaba la existencia de corrupción y nepotismo en Codelco, dice que los daños pueden ser irreversibles. El dirigente fue parte de los firmantes de la carta en contra del contralor suscrita por la mesa directiva de la estatal.

«No comparto los comentarios que se han hecho por la prensa, si caemos en ese tipo de lenguaje, el daño que se le hace a la empresa creo que va a ser muy grande y esta empresa no se lo merece», asegura. Sostiene que frente a este tipo de confrontación, los únicos perjudicados son los más postergados y los trabajadores de la minera.

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