Firma de asesorías previsionales alertó en octubre a varias mineras y a la Asociación de Fondos Mutuos

Mar 7, 2016

La consultora Alfredo Cruz y Compañía, que estaba asesorando a trabajadores de Minera Escondida, supo de la existencia de AC Inversiones porque llegaban los mineros mostrando los atractivos contratos. Entonces levantó la alerta en el mercado y la Asociación decidió hacer una campaña de difusión para advertir de los riesgos.

(El Mercurio) La alarma en torno al sistema que había desarrollado AC Inversiones, con fondos de inversión no regulados, la dio la empresa de asesoría previsional, financiera y tributaria, Alfredo Cruz y Compañía. En octubre del año pasado, mientras asesoraban a trabajadores de Minera Escondida que se estaban acogiendo a un plan de desvinculación, llegó a sus oídos una oferta que estaba tentando a los mineros.

Ellos parecían no convencerse con las propuestas de Alfredo Cruz, pues sabían de otros mecanismos que les darían mucho más dividendos mes a mes. «Lo tenían como una ‘papita’ que nadie tenía que saber, porque les parecía dudoso. Pero los más desconfiados nos preguntaron y no llegó uno, sino diez, mostrando contratos con AC Inversiones», cuentan en la consultora.

En Alfredo Cruz y Compañía de inmediato sospecharon que las ofertas de AC Inversiones eran un engaño, porque no hay instrumentos en el mercado que aseguren una rentabilidad de 5% mensual. Y preocupado por la cantidad de personas que podían caer, Alfredo Cruz se contactó por e-mail con los gerentes de recursos humanos de varias compañías a las que asesoraba, para que ellos a su vez alertaran a sus trabajadores. Se comunicaron con mineras, bancos e incluso con la Asociación de Fondos Mutuos, para advertir a la mayor cantidad de gente, cuentan en Alfredo Cruz.

La gerenta general de la Asociación, Mónica Cavallini, recuerda que la consultora le comentó este caso del cual en la Asociación no tenían antecedentes. Decidieron hacer campañas en medios especializados, lo que ocurrió durante febrero, para hacer ver a los potenciales inversionistas los riesgos de no conocer a la institución a quien le confían su dinero.

Semanas después el caso estalló.

La empresa había nacido en enero del 2012, en una pequeña oficina de calle Gran Avenida 3840, bajo el nombre de AC Forex Inversions, luego mutó a AC Inversions y más tarde a AC Inversiones. La fundó Patricio Santos Hernández, con el giro de administración de mercados financieros.

Con la promesa de hacer inversiones en mercados internacionales de monedas empezó a captar dineros de familiares y fueron estos los que le trajeron a sus primeros clientes, a quienes les entregaba una rentabilidad del 10% sobre la inversión.

Su concuñado Rodolfo Dubó, que por esos años era garzón del hotel Hyatt, le trajo interesados a Santos.

Luego vinieron los militares y después el sistema tentó a ejecutivos, profesionales y empresarios, personas que sin investigar a quién le estaban entregando su dinero y algunos sin siquiera leer ni entender los documentos que firmaban, sentían que le habían dado el «palo al gato». El único requisito era poner mínimo $1 millón.

Depositaban mes a mes en una cuenta

A quienes invertían en AC Inversiones los ejecutivos no les pedían dar nombres ni referir personas. Estas llegaban asombradas por el resultado que le daba la inversión a su pariente, amigo o compañero de oficina.

Así, el negocio se multiplicaba al interior de grupos familiares, hermanos, suegros, tíos y primos, que veían en AC Inversiones una forma fácil de ganar dinero. También entre compañeros de oficina, como en LAN en el edificio Huidobro, donde trabajaba la esposa de Rodolfo Dubó, Patricia Ramírez Dinamarca.

Otro ingrediente tentador era que la ganancia de la inversión se depositaba mes a mes en la cuenta del cliente, a pesar de que la inversión era a un año. Es decir, no había que esperar meses o un año que venciera, para hacer los retiros, como ocurre con un depósito a plazo. Se fijaba un día, y mes a mes se recibía en la cuenta corriente el monto acordado.

Operaba con captadores externos

A mediados de 2013 ya había en la compañía ejecutivos como Pedro Gajardo, gerente comercial, que se mantuvo hasta esta semana trabajando en la empresa captando inversionistas. También operaban captadores externos, como Carlos, un corredor de seguros, asesor previsional y experto en gestión de negocios -como él se autodenomina-, que ofrecía este producto con una tasa preferencial de 5% de interés mensual.

Un profesional y empresario que prefiere la reserva de su nombre cuenta cómo fue su relación con Carlos y qué lo llevó a invertir en AC Inversiones: «Le hice caso porque confiaba en él. Lo conocía hace diez años, me había asesorado en la compra de seguros y al elegir la AFP y la isapre. Es un muy buen asesor. Me dijo que él tenía sus inversiones ahí y que le iba bien, y me ofreció una renta fija mensual de 5%. Y confié», relata.

Él finalmente firmó un contrato por 12 meses y entregó un cheque de $10 millones a la empresa

Reconoce que siempre había querido invertir en mercados internacionales, dice que el sistema era convincente y que le pareció una opción segura. «Había pensado meterme yo mismo a invertir y hacer transacciones por internet (en sitios), pero tengo amigos a los que les ha ido como el forro porque no tienen tiempo para ir moviendo las lucas . Yo no tengo el tiempo ni sé hacerlo y ellos (AC Inversiones) te ofrecían hacer eso por ti, decían que conocían los mercados y pagaban. Era seguro», confiesa.

Usaban apellidos de renombre para tentar a clientes

Otros clientes de esos años cuentan que Carlos, el corredor de seguros, los ponía en contacto con Pedro Gajardo, gerente comercial de AC Inversiones, quien sin mayores explicaciones mandaba -a modo de ejemplo- un contrato de mutuo a nombre de otro cliente, sin eliminar la identificación. «Como una forma de mostrar el tipo de clientes que había confiado en la compañía, mostraban apellidos como Johnson y Undurraga, direcciones en Huechuraba o Vitacura, con inversiones de $15 millones y retornos de 3%. A mí, en cambio, me ofrecían 5% porque era una tasa preferencial», cuenta un ingeniero agrónomo que fue contactado, pero no invirtió, a pesar de que la empresa le presentó varias facilidades, como eliminar la obligación de dejar la inversión por 12 meses y permitir recuperarla en cualquier momento.

Este empresario reconoce que comenzó a dudar porque cuando lo llamaban para proponerle la inversión, mencionaban que eran de Forex. «Averigüé y no eran los de Forex Chile, los conocidos, y cuando se lo planteé me corrigieron que ellos eran AC Forex, pero hacían las mismas inversiones. Eso me pareció extraño», dice.

También le llamó la atención que el sistema para hacer la inversión fuera un contrato de mutuo o préstamo. Al consultar por qué se hacía por un contrato de mutuo le dijeron que ese era el sistema que se usaba en la industria y que le enviarían los contratos de compañías de la competencia, como Forex Chile y FXCM, los que nunca llegaron.
A los 20 días del primer contacto viene el último mail : «Hasta mañana te puedo esperar con la inversión a la tasa conversada», dice el correo firmado por Pedro Gajardo. «No lo hice porque amigos que trabajan en esto me dijeron que era imposible un retorno de 5% mensual en cualquier inversión lícita. Tenía que ser una estafa», relata este casi cliente.

Además, reconoce que despertó sus sospechas que el nombre del representante de la compañía no era conocido en el mercado y que las oficinas estuvieran ubicadas en Gran Avenida.

Luego, Santos trasladó sus oficinas. Contratos del año 2015 ya consignan el cambio de nombre de la empresa y la dirección de sus nuevas dependencias, en Almirante Pastene 185, en Providencia.

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